𝑽𝒊𝒏𝒈𝒕-𝑫𝒆𝒖𝒙

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Un nuevo día, habían pasado dos semanas desde que estaban en el hospital, era hora de irse.

Por fin podrían ir a casa.

Claro, si aún tuvieran una.

-Lou, porfavor, el departamento de Mitch es muy grande- Harry le estaba dando la opción de ir a vivir a su departamento y no tener que quedarse en un hotel.

-Dios Hazz, no quiero invadir su privacidad- el apodo provocó mariposas en el estómago del omega.

-Vamos Louis, Mitch dijo que estaba bien, alfa porfavor, no quiero estar lejos de los niños-

-Omega no, lo agradezco enormemente pero el hotel suena la mejor opción- vio los ojos de Harry cristalizarse y escuchó el ligero gimoteo - Harry - suspiró -bien, gracias por aceptarnos en tu hogar, esteremos encantados de "vivir" un tiempo con ustedes.

El omega chilló de felicidad, estaría con sus cachorritos todos los días todo el tiempo, ya no tendría que dejarlos por la noche y podría cuidarlos siempre.

-¿Tienes cosas que quieras llevar?

-No, no realmente, preferiría qué los niños tengan cosas nuevas, ya sabes, es una nueva etapa.

El omega asintió y solo esperaron a que la doctora les diera las instrucciones sobre lo que deberían de hacer respecto a Camille y sobre el cachorro de Harry.

Eran pocas cosas en la lista, en general era que Harry debía evitar las emociones fuertes y los esfuerzos y Cam debía de mantenerse tranquila durante otro par de semanas.

No sonaba difícil tomando en cuenta que en dos semanas Camille no se ha movido para nada.

-Ya era hora de irnos- habló dramáticamente el omega - extraño tanto mi cama.

-Lo sé Hazz, pero ahora tendrás a 2 mini invitados que invadiran tu cama- le dijo con burla.

-Pero ustedes son tres- inocentemente dijo.

-Dije "mini"

-Exacto, tu eres pequeñito, cabrias en mi bolsillo- fue su turno de burlarse.

-Soy grande y fuerte -frunció su ceño adorablemente.

-Claro- tomó la cabeza de L entre sus manos y la acercó hasta que sus frentes se tocaron -Alfa, tan fuerte.

Frotaron sus narices en un beso esquimal y se separaron cuando se escucho un gritito.

-¡Mamá!- J acababa de despertar y se asustó cuando no sintió a Harry.

-Oh cariño, buenos días- se acostó de lado en la camilla y acarició la pequeña ceja de Jules, lo tranquilizó y todo bajo la enternecida mirada del alfa.

-Omega, hay que irnos- tomó las pequeñas maletas que estaban apiladas en la cama de Camille y las colgó sobre su hombro. También tomó a la pequeña alfa dormida entre sus brazos y salió de la habitación.

-¿Harry?- La doctora Gómez entró por la puerta.

-Hola ¿sucede algo?- se enderezó acomodando a J a su lado.

-Solo me gustaría darte unas recomendaciones y hablar un poco antes de que te vayas- la doctora se sentó a la orilla de la camilla

-Soy todo oídos- le sonrió.

-Bien, primero, para tu situación sería bueno que recibas una marca, eso fortalecerá al cachorro y sobre todo a tí- respiró hondo - es probable, muy probable que alguno de los dos no lo logre, necesitas ser fuerte.

El omega soltó un suspiro tembloroso, ya intuía algo así, sin embargo deseaba que no sucediera.

-Lamento tener que decir noticias así, creeme que es lo peor tener que dar malas noticias al omega del alfa que salvo a mi mejor amiga.

"Lovie" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora