Cuando el payaso abrió los ojos, vio que la habitación en la que se encontraba estaba lo más iluminada que había estado desde que llegó a la casa de Eliza. Los rayos de sol inundaban la casa de la castaña, dando una sensación energizante y alegre. Parecía que el subconsciente de la joven pensaba lo mismo, puesto que ésta ya se hallaba levantada y recorría la casa de un lado a otro. El pelirrojo se preguntó que estaría planeando la chica que empezaba la mañana de una manera tan enérgica.
—¿Eliza? — llamó con la voz algo ronca mientras se levantaba del sofá cama.
—¡Buenos días Bill! — contestó en voz alta y alegre la castaña. El payaso escuchó como los pasos de la chica se acercaban rápidamente hacia donde él se encontraba. La joven entró a la habitación cargando dos mochilas que parecían ya encontrarse llenas. El pelirrojo vio las mochilas y luego volteó a ver a la castaña mientras arqueaba una ceja confundido. La castaña no le dio tiempo de preguntar y le pasó una de éstas.
—Nos vamos de paseo— anunció la joven con una gran sonrisa, para después dirigirse a la cocina con la intención de llenar con agua dos cantimploras. El payaso parpadeó desconcertado.
—¿Ahora? ¿A dónde? —
—Por supuesto— contestó entusiasmadamente la joven— vamos a aprovechar estos pocos días soleados que tenemos antes del huracán—. La castaña volvió con el pelirrojo y le entregó felizmente una de las cantimploras.
—¿Y a donde planeas que vayamos hoy mi capitana? — preguntó el joven mientras tomaba la cantimplora que le ofrecía la chica.
—Hay un acceso al bosque casi justo detrás de mi casa, planeaba que hiciéramos senderismo en esa área. Pasando esa zona boscosa hay unas pequeñas colinas cubiertas de césped, suaves y esponjosas como el lomo de un gato. La vista al prado es hermosa, en esta época del año aún hay muchas flores. — respondió Eliza con una mirada ilusionada.
—Se escucha como una vista cautivante— concedió el payaso para no desinflar ni un poco el entusiasmo de la joven.
—¡Lo es! Ya lo verás— dijo la joven ampliando aún más su sonrisa— como dijiste que disfrutabas mucho de caminar por la naturaleza pensé que sería una buena idea—. El joven recordó lo que le había dicho a la castaña el día anterior. El pelirrojo pensó que por lo menos era muy poco probable encontrase a los perdedores en esa área. No era un lugar al que soliese ir la gente de Derry y probablemente los mocosos estarían haciendo guardia en lugares de la ciudad donde lo hubiesen visto antes.
—Muy bien, ¿qué más hace falta poner en las mochilas? —
—Creo que ya nada. Ya llevamos agua, una brújula porque me sentiría muy ridícula si nos perdemos en este pequeño viaje, —comentó la castaña haciendo una mueca— un pequeño kit de primeros auxilios, una manta para el pícnic y la comida de éste apenas la voy a preparar. Vamos a desayunar algo rápido y ligero para llegar con hambre allá.
—Créeme que el hambre no va a ser un problema— comentó el pelirrojo algo distraído mientras abría la mochila y miraba lo que había en su interior.
—Sí sí, el hambre de dinosaurio ya la conocí hace rato— contestó la castaña burlonamente mientras sacaba comida del refrigerador y la despensa. El payaso pensó que su hambre sí podría ser clasificada como prehistórica por lo menos.
Los jóvenes salieron de la casa de Eliza cargando cada uno una mochila de aspecto pesado. El pelirrojo se había ofrecido a cargar la mochila de la joven, pero ésta se negó argumentando que le haría bien el ejercicio. La castaña llevaba una camisa de franela a cuadros roja, que se encontraba entreabierta y dejaba ver la camiseta blanca que llevaba debajo. Llevaba puestos también unos vaqueros azul marino y unas botas de montaña. Había agarrado su cabello en una cola de caballo alta, que se balanceaba de un lado a otro con los enérgicos pasos que daba la joven. El pelirrojo procuró ponerse un conjunto que la castaña le hubiese visto comprar en la tienda. Vestía una simple camiseta manga larga de color azul marino que lo hacía verse aún más pálido, unos vaqueros azul claro y los únicos zapatos que había comprado en el supermercado (que por suerte habían sido unos tenis).
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White Demon
Romance"El payaso se había quedado mudo. A esta chica le preocupaba que el...tuviera miedo...¿¡¿¡de ella?!?! La mirada dulce de la joven no ayudaba en nada, lo hacia sentirse extraño, nunca lo habían mirado así. ¿Con asco? Sí. ¿Con miedo? Todo el tiempo. ¿...