El olor de un desayuno siendo preparado invadió las fosas nasales del payaso. La tranquilidad de una noche sin sueños ni pesadillas fue remplazada por hambre. De la cocina llegaban exquisitos olores de huevos, tocino y salchichas siendo guisados, junto con el ácido aroma de jugo de naranja recién exprimido. El payaso no sabía si era el hambre lo que hacía que el desayuno para humanos tuviera un olor tan atrayente o si era que su cuerpo humano se había vuelto aficionado a la cocina de la chica. El payaso entró tambaleándose a la cocina. La chica de cabellera castaña, ahora recogida en una larga cola de caballo, sonrió ampliamente al joven pelirrojo
—Buenos días Bill —dijo Eliza mientras servía alegremente tiras de tocino en un plato.
—Buenos días— Respondió el pelirrojo con la voz algo ronca, mientras veía con gran interés la comida sobre la mesa. Un gato y algo de carne de animal muerto no era suficiente para mantenerlo sin hambre por mucho tiempo.
—Para compensar por la falta de proteína de ayer vamos a desayunar mucha carne hoy— dijo la joven mientras echaba otro huevo a la sartén— Hay huevos, tocino, salchichas, pan tostado, jugo de naranja y frijoles. Prácticamente tendremos un desayuno inglés—. El payaso se sentó mientras esperaba que la chica terminara de servir el desayuno.
—Adelante, provecho— Lo animo la castaña mientras se llevaba un trozo de salchicha a la boca.
El payaso no necesito que lo animaran más. Acabó rápidamente, aunque tratando de disimular su voracidad, con todo lo que había en su plato. La castaña asombrada del hambre del pelirrojo lo animó a servirse más. Eliza se limitó a ver con asombro como el pelirrojo parecía engullir con desesperación todo lo que había preparado.
El payaso por su parte masticaba casi feliz los alimentos que había preparado la chica. Si se dejaba de lado las verduras, cereales, frutas y demás alimentos innecesarios de los humanos, la comida humana no estaba nada mal. Se había encariñado especialmente con el tocino. Esas tiras que poseían gran cantidad de grasa, y por lo tanto energía, eran de buen sabor.
Sólo cuando la joven le sirvió lo último del desayuno, reparó en que ella apenas iba a la mitad de su primer plato. El payaso no entendió porque la sangre se acumulaba lentamente en sus mejillas, o porque sentía un extraño e incomodo cosquilleo en el pecho y en el estómago.
"... ¿Vergüenza? Este sentimiento... ¿es la vergüenza? ¿¡Yo puedo sentir vergüenza?!" pensó el pelirrojo confundido y atónito. El sonrojo de sus mejillas se fue rápidamente para ser remplazado con una palidez enfermiza, causada por la fuerte impresión que se había llevado el payaso. Volteó a ver a la chica y algo del rubor volvió a su rostro.
—¿No querías más tu? — Preguntó incomodo mientras señalaba con un ademan al desayuno en su plato.
—Que va, con lo que llevo siento que ya me llené— Dijo Eliza sacudiendo la cabeza mientras reía divertida— Noté que no comiste casi nada anoche, pero no imagine que despertarías con tanta hambre.
—La verdad no me gustan mucho las chucherías o lo dulce en general— admitió honestamente el pelirrojo— pero la carne sí me gusta, mucho—.
—Lo noté— dijo la joven burlonamente. Se levantó y empezó a recoger los platos vacíos de la mesa. —Está bien, así sabré que prepararte que sí sea de tu agrado—.
—¿Planeas tenerme de prisionero tanto tiempo? — preguntó divertido el payaso, mientras apoyaba los antebrazos y la cabeza en el respaldo de una silla y miraba juguetonamente a la chica.
—Dios me libre—dijo la chica soltando una carcajada —necesitaría tener todo un almacén de comida para poder mantenerte bien alimentado—. "Ohhh si supieras..." pensó el pelirrojo riendo para sus adentros.
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White Demon
Romance"El payaso se había quedado mudo. A esta chica le preocupaba que el...tuviera miedo...¿¡¿¡de ella?!?! La mirada dulce de la joven no ayudaba en nada, lo hacia sentirse extraño, nunca lo habían mirado así. ¿Con asco? Sí. ¿Con miedo? Todo el tiempo. ¿...