No estaban lejos, se encontraban en las afueras de Derry, pero el hospital de esa pequeña ciudad se encontraba en el extremo opuesto y la tormenta ya se encontraba sobre ellos. El payaso conocía la ciudad como la palma de su mano, sabía que les llevaría al menos media hora llegar allí, y con el clima y su consecuente tráfico desesperado aún más.
—Tardaremos demasiado en llegar al hospital, la tormenta ya está sobre nosotros. — Dijo el payaso pretendiendo mirar al cielo con preocupación. La muchacha sabía que tenía razón. Mordió su labio mientras trataba de decidir que hacer.
—¿Tienes familia aquí que pueda cuidarte? —Pregunto la chica mirando de reojo al joven mientras conducía a gran velocidad. El payaso pensó un momento antes de responder. No podía decirle que sí y dejar que lo llevara a cualquier dirección que pudiera darle. No tenía la suficiente energía para hipnotizar a una familia y sabía que la chica no iba dejarlo en la entrada de una casa sin ser atendido. No podía decirle que lo llevara su casa porque tampoco tenía una.
—No, soy de fuera, vivo solo en unos departamentos al norte. —
—Eso está cerca del hospital, igual tardaríamos mucho en llegar y estarías solo. —Dijo la chica negando con la cabeza. La joven volteo a ver al joven que tenía al lado. Noto lo pálida que era su piel y lo azules que eran sus ojos. No podía negar que el joven era muy bien parecido y que, en una situación normal, su físico le llamaría mucho la atención. Pero en esos momentos el estado malherido del joven era lo más importante y demandante de atención.
—Te llevare a mi casa— Dijo decidida la joven. —Tengo botiquín de primeros auxilios, provisiones y vivo a solo diez minutos de aquí. El payaso miró sorprendido a la joven. ¿Por qué intentaba ayudarlo? No lo conocía, podía ser peligroso, no, él en verdad era peligroso.
La joven confundió la mirada del pelirrojo con preocupación y desconfianza. Sentimientos que tendría cualquier persona normal cuando un extraño al que acabas de conocer pretende llevarte a su casa.
—Y-ya sé que es raro que quiera llevarte a mi casa para curarte cuando no nos conocemos— Dijo la chica con las mejillas algo ruborizadas mientras veía con preocupación y nerviosismo al joven pelirrojo. —Pero no tengas miedo, solo quiero ayudarte y dejar que descanses— La voz y la mirada de la chica se volvieron dulces y tranquilizadoras al decir estas palabras.
El payaso se había quedado mudo. A está chica le preocupaba que él...tuviera miedo...¡¿de ella?!
La mirada de la joven no ayudaba en nada. Lo hacia sentirse extraño, no estaba acostumbrado a que lo miraran así.
¿Con asco? Sí.
¿Con miedo? Todo el tiempo.
¿Con desesperación? Adoraba eso.
¿Con dolor? Por supuesto.
Pero esa mirada...Jamás.
—Me llamo Eliza, por cierto— Dijo la joven sonriendo amistosamente.
La voz de la joven sacó al payaso de sus cavilaciones, se forzó a si mismo a esbozar una sonrisa confiada lo suficientemente convincente para calmar las inquietudes de la joven.
—Disculpa, no te he dado las gracias por ayudarme, en verdad me salvaste la vida— Dijo el joven de ojos azules tratando de sonreír cálidamente, o al menos lo mejor que una bestia milenaria que ha devorado humanos por años puede hacerlo. —No me asusta que me lleves a tu casa, sólo me sorprendió un poco que fueras tan confiada como para llevar a un completo desconocido a tu casa, que además esta cubierto de sangre y golpeado— Añadió burlonamente el pelirrojo para después querer morderse la lengua por haber dicho eso. No sería buena idea que la chica lo abandonara a medio camino.
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White Demon
Romance"El payaso se había quedado mudo. A esta chica le preocupaba que el...tuviera miedo...¿¡¿¡de ella?!?! La mirada dulce de la joven no ayudaba en nada, lo hacia sentirse extraño, nunca lo habían mirado así. ¿Con asco? Sí. ¿Con miedo? Todo el tiempo. ¿...