─ Capítulo 001 王 : Muerte y Reencarnación.

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 Durante el año 947 de la era del Yong-dal

Poseía el favor de los cielos, era privilegiado por mi padre y fui el favorito para la sucesión al trono. Debido a que carecí de apoyos de elite y fallé en fortalecer fundamentalmente el trono todo empezó a desmoronarse.


— Erudito Pak ¿Haz escuchado lo que se dicen en los pasillos de palacio —pregunto socarronamente el escriba real.

— Silencio alguien puede escucharlo —respondió algo nervioso, mirando en todas direcciones.

— ¿A quien debo temer? todos saben que están ofreciendo miles de piezas de plata por la cabeza del rey —confesó burlonamente.

Todos conspiraron contra mi, de frente mostraban sus malditos rostros bañados de hipocresía y detrás ofrecían cantidades inconmensurables de dinero por quien iba a poder matarme primero.

— Este sirviente le ha sido desleal a Wang Yo, ruego tenga misericordia de mi —rogó, sujetándome fuertemente. 

— Ni siquiera los cielos tendrían misericordia de una escoria como tu —aseguré firmemente, soltándome de su agarre— ¡Guardias! apliquen el máximo castigo y que todos en el reino sepan lo que hizo.


Desde que me senté en el trono, todos parecieron mostrarse tal cual eran, parecía que solo querían un sucesor manejable, alguien al que pudieran controlar a su antojo y conveniencia. Poco a poco fui perdiendo el apetito, el sueño, la tranquilidad.

Las esposas que se me habían dado también eran parte de este complot, involucrándose con otros nobles del palacio. No podía confiar en nadie, incluso los cielos parecían algo distantes.

 La paranoia, me hizo enloquecer e hice cosas inimaginables, sembré el miedo y el deseo de otros de asesinarme se hizo a un mas fuerte.

Ellos me estaban convirtiendo en un peón que podía mover a su antojo en este palacio que usaban como tablero de ajedrez, sin embargo aquello que perdí no fue mi estúpido trono, si no, mi humanidad.


— Maten a todos y que sus cabezas sean expuestas en la plaza —anuncié fríamente.

— ¡Su Alteza! tenga misericordia, solo somos simples campesinos —manifestaron desesperadamente.

— ¿Simples campesinos? entonces ¿Qué hacían hablando casualmente con la Reina Munseong? —Indagué al bordé de la ira.

No tuve piedad de nadie, no tuve control, por las noches era perseguido por el remordimiento, por el sentimiento de culpa, aún podía escuchar los gritos desesperados pidiendo perdón...pidiendo que me apiade de sus miserables vidas.

The Reincarnation of a King  ||  KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora