I

426 19 6
                                    


Rotaba de un lado a otro en la cama, tratando de conciliar el sueño.

Sin embargo, quién podría dormir con la cabeza trabajando tan incesantemente. Su mente distraída, barajando mil teorías sobre lo que fue y lo que podría llegar a ser, no parecía querer descansar, al menos hasta encontrar una solución a su "problema".

Cerro los ojos, recordando esa noche donde sus bajos instintos cedieron ante la tentación de probar esos rosados labios de cereza por primera vez.

Ese primer beso no hizo más que desatar algo nuevo en él, una sensación tan cálida, tan intensa que de momentos le provocaba creer estar bajo un hechizo.

Se relamió, como si con tal acción pudiera sentir su sabor nuevamente.

-Towa...- susurro en medio de la obscuridad.

Al nombrarla instantáneamente se llevo la mano al rostro, acariciando la cicatriz en su mejilla, esa que la princesa del oeste le dejo hace ya varios años. En aquel entonces, Kirinmaru se enfrentó a las tres muchachas descendientes de Inu no Taisho y aunque ellas mostraron un gran coraje al luchar, ciertamente carecían de muchas actitudes para provocar un daño real en él. Algo normal, siendo que eran unas cachorras.

No obstante, el hecho de que Towa logrará acertarle un golpe la hizo resaltar por sobre su hermana y prima. Digna nieta de su amigo y antiguo rival Tōga, pensó.

Claro que él no dio mucha importancia a este suceso hasta su segundo enfrentamiento, en donde hirió mortalmente a la hija menor de Sesshomaru. La rabia lo invadió luego de que Setsuna le lastimara el rostro en un lugar muy cercano a dónde se hallaba el "obsequio" de Towa. Perdió su autocontrol durante escasos segundos y atacó sin medir fuerzas.

El dolor de ver a su hermana tendida sobre la tierra, con sangre brotándole a montones del pecho, sumado a la impotencia y furia de no poder hacer nada para ayudarla despertaron en la Hanyo platinada un intenso, un inverosímil poder.

Ella junto a su prima lo atacaron de manera feroz, impetuosa, dando todo de si mismas. Lo obligaron a esforzarse, algo que el Rey Bestia no había hecho en muchos años, prácticamente desde su batalla contra Tōga. Casi se sintió nostálgico.

Disfruto intensamente del combate, aunque esté fuera breve, puesto que las muchachas no podían sostener semejante poder durante más que algunos minutos. Falta de entrenamiento seguramente. Se despidió, expresando su respeto hacia Setsuna y su ansioso deseo de volver a enfrentarse con Towa.

Ahora esos enfrentamientos iniciales parecían lejanos. Se pregunto si los cambios en la joven Hanyo tenían algo que ver con la mutación en la percepción que tenía de aquel tiempo. Pues la princesa que lucho con él en dicho momento no se veía como ahora. Esa cachorra revoltosa paso a convertiste en una increíble guerrera.

Y ante sus ojos: una hermosa mujer.
Después de todo, indiferentemente de su especie sigue siendo un hombre capas de distinguir perfectamente la belleza femenina.

Aunque él no sabía cuando fue que comenzó a verla como más que una rival, si recordaba perfectamente el día en que callo en cuenta de sus propios sentimientos. Esa ocasión...

Towa se hallaba peleando con un joven youkai miembro del clan de los lobos. El ruido de la batalla atrajo al Rey Bestia, puesto que andaba en las cercanías, precisamente buscando a la princesa para desafiarla como ya se había vuelto costumbre entre ellos. Se dedicó a observar escondido detrás de los árboles.

El muchacho no llevaba armas consigo más que su propio cuerpo y la princesa tampoco uso su espada. Supuso que lo hizo para que la lucha sea justa. Sin embargo, esto provoco que debieran acercarse mucho el uno al otro, demasiado para su gusto. Al parecer estaban tan concentrados que ninguno notó su presencia. Ni siquiera Towa con su espectacular olfato percibió que se hallaba a unos pocos metros del lugar. O eso pensó...

RivalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora