II

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Empujaba con fuerza tratando de derribar a su hermana. Las chispas de las espadas chocando le salpicaban las manos y rostro, no les dio importancia.

Retrocedió, alejándose unos pasos para tomar impulso y volver a atacar nuevamente. Era inútil, Setsuna parecía un muro de concreto, no lograba moverla ni un centímetro. Gruño frustrada.

Está vez fue su hermana quien se alejo y volvió a atacar, solo que a diferencia de ella, la castaña logro derribarla sin mucho esfuerzo.

Towa callo de culo al suelo.- ¡Ay! Mis pompis.- Se levanto inmediatamente frotándose su parte trasera.- No tenías que ser tan bruta.

-¿Que te sucede? ¿Por qué no esquivaste el ataque?

Volteo el rostro. -No pasa nada, solo me tomo por sorpresa.

-No mientas. Llevas así varios días, y se que eres tonta, pero no tanto.

-¡Oye!- Towa la miro ofendida.- Lo dices como si tu nunca hubieras errado un ataque.- reclamo enseñándole la lengua de manera infantil.

Setsuna ignoro su queja.- Ayer casi fuiste devorada por una ogro debilucho, antes de eso estuviste a punto de ser secuestrada por un grupo de bandido humanos y ahora apenas puedes sostener un combate... de entrenamiento. Voy a preguntar una vez más Towa, ¿Que te sucede?- hablo ocultando una ligera preocupación.

La mayor agachó la cabeza.- Yo... ya te dije que no es nada.- volteo dándole la espalda. -Estoy cansada, continuemos mañana.- dicho esto dio un salto y se alejo de ahí tan rápido como pudo.

Su hermana la observo desaparecer, era obvio que algo no andaba. Quizá lo mejor era esperar que ella misma decidiera contárselo.

Towa corría por el bosque sin dirección alguna. En su distracción no vio que delante se encontraba una barranca, rodó por ella hasta estamparse contra un árbol.

-Me dolió.- se levantó sacudiendo su ropa -Este día no podría ser más del asco.- Apoyo su espalda contra el árbol, dejando escapar un largo suspiro. -Setsuna tiene razón, debo concentrarme más pero...

Cerro los ojos, recordando aquella dichosa noche. El cuerpo del Rey Bestia presionarla contra la pared mientras la besaba con esos suaves y calientes labios. Fue una sensación única, algo que nunca había experimentado en su vida.

Con la yema de sus dedos rosa suavemente el lugar donde el kirin la mordió, intentando dejar una marca en ella. Lamentablemente para él, el cuerpo de la princesa se curaba relativamente rápido y no quedaba cicatriz alguna. -Me encantaría sentirlo una vez más.

Se exalto ante el comentario que hizo al aire. Sacudió la cabeza de un lado a otro tratando de expulsar tales pensamientos.- No no no, tengo que sacarlo de mí mente.- apretó los puños.- Concéntrate Towa, puedes hacerlo, no te rindas ante ese malvado come plantas.- respiro hondo.

Exhaló recomponiendose, notó que su ropa y cabello seguían llenos de tierra, hojas y algunas ramitas debido a su anterior caída. Mejor tomar un baño, además eso la ayudaría a despejarse. No muy lejos se hallaban unas aguas termales a las que solía ir con su hermana.

Comenzó a caminar. Suspiro durante todo el camino, pateando pequeñas piedras y soltando palabras al viento. Finalmente llego a las aguas. Se quedó en la orilla de estás, observandolas, pérdida en sus propios pensamientos. Alzó la vista al cielo rojizo, la luna ya se divisaba perfectamente. -Pronto oscurecerá.- empezó a desnudarse.

Su ropa y demás pertenencias quedaron desparramadas en el suelo sin cuidado alguno. Dio salto y se zambulló por completo. Nadó hasta una gran roca, apoyándose contra la misma. El agua caliente contra su piel era sumamente relajante. -Rayos, debí traer mí shampoo y una toalla... y ropa interior. Bueno, no importa. Mientras tenga mis pantalones todo está bien.

Volvió a sumergirse enteramente. Estando tan pérdida en la agradable sensación de su baño, Towa siquiera notó que no estaba sola. Alguien detrás de los árboles la observaba con mucho interés. Sin embargo no presentaba ningún peligro, solo era un humano, un aldeano que al buscar bayas y hongos en el bosque se encontró con la imagen de la princesa bañándose en las termas.

Embelasado por su belleza el hombre se acercó un poco más tratando de hacer el menor ruido posible. No era tonto, de inmediato reparó en que la mujer se trataba de un ser sobrenatural. Sin embargo esos exóticos razgos la hacían ver aún más bella.

Vio que en el suelo se hallaban prendas de los más extrañas, amén de otros objetos pertenecientes a la mujer que no llamaron mucho su atención, pues estaba más interesado en la ropa.

La princesa levanto la cabeza del agua para tomar aire y de inmediato se sumergió otra vez. Tan rápido como pudo, el hombre fue hasta la vestimentas tomándolas entre sus manos. La textura de estás era sumamente extraña, pero parecían ser muy cómodas.

Una de las prendas en particular estaba hecha de una tela muy fina y suave. Emanaba un perfume de lo más agradable, sin pensarlo ni un instante la llevo hasta su nariz, disfrutando tan delicioso aroma.

La princesa salió para respirar. Volteo a vigilar sus pertenencias y entonces vio al aldeano oliendo su camisa en una forma sumamente vergonzosa. ¡¿Quien rayos es ese?! ¡¿Cuánto tiempo lleva ahí?! Se pregunto.

-¡Oye! ¡Maldito pervertido! ¡¿Que crees que haces?!- grito.

Asustado al ser descubierto, el hombre escapó corriendo tan rápido como sus piernas le permitieron, llevándose consigo la camisa de Towa.

-¡Detente Ladrón! ¡Vuelve aquí!- grito furiosa. No puedo ir a perseguirlo desnuda. Salió del agua, acercándose a sus objetos personales. Por suerte, el pervertido no robo nada más que la mencionada camisa. Supongo que no usare nada debajo de mí chaqueta.

Se sacudió cual perrito. Su cabello seguía muy mojado, aunque no era algo que le molestará demasiado. Se vistió y comenzó su viaje de regreso a casa.- Será mejor ir a la era Reiwa unos días, necesito despejarme.

Desde que todo el asunto con Zero y su madre termino, tanto Towa como Setsuna se quedaron a vivir con sus padres Sesshomaru y Rin. No obstante la platinada seguía visitando a su familia adoptiva cada vez que tenía alguna oportunidad, las cuales no se presentaban muy seguido últimamente.

Una de las advertencias del DaiYoukai fue que ambas deberían estar listas para la batalla en cualquier momento, pues al ser pertenecientes del clan Inuyoukai muchos rivales de este aprovecharían cada ocasión para atacar.

Ciertamente su padre tenía razón, pues eran muy pocos los días en que no apareciera algún monstruo fracasado intentando asesinarlas, subestimando su condición de Hanyos al pensar que eran débiles y presas fáciles. Ninguno pudo contra ellas.

Miro al cielo, la noche ya estaba presente adornada de hermosas estrellas. Era una de las pocas cosas que más extrañaba cuando dejaba la era feudal. En el Japón actual había tanta contaminación lumínica que era casi imposible verlas.

-Tal vez podría comprar un telescopio. Es un lugar ideal para usarlo. Seguro a él le gustará...- frenó su andar. Otra vez pensando en él. ¿Que me pasa? ¿Por qué no puedo sacarlo de mí cabeza? Suspiro retomando el camino.

Ya de regreso al futuro, Towa saludo con un gran abrazo a su familia. Había pasado más de un mes desde su última visita. Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y saco un bolsa de oro que dejó sobre la mesa.

-Towa ¿De dónde sacaste eso?- pregunto Sota muy confundido.

-Pues de mí último trabajo. Pueden venderlo y quedarse el dinero, después de todo yo no tengo trabajo aquí y aún así ustedes se molestan en mantenerme, incluso pagan mis tarjetas de crédito.

-¿Segura?- el hombre tomó la bolsa.- Esto es suficiente para pagar las deudas de un año entero.

La princesa no respondió, solo asintió a su papá en señal de aprobación. -Ahora si me disculpan voy a dormir, mañana saldré temprano a hacer unas compras.- subió rápidamente las escales en dirección a su habitación.

Se desvistió, y procedió a desplomarse sobre la cama cual saco de papas. Que cómodo.- frotó su cara contra la almohada.- Extrañe tanto mí cama. Allá difícilmente puedo dormir con tranquilidad.- Cerro los ojos. Y menos cuando él sigue apareciendo en mis sueños...





















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