III

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-Huele delicioso.- menciono Moroha, observando el jabalí que se asaba en la fogata.- ¿Crees que ya este listo?

-Aun le falta un poco, no seas ansiosa.- respondió su prima.

-Esta bien.- hizo un puchero, frotándose la pansa que ya estaba rugiendo de hambre.- Por cierto ¿Hablaste con Towa? ¿Te dijo que le sucede?

-Lo intenté pero evadió el tema y luego escapó.

-¿Escapó? ¿Cómo así?

-Dijo que todo estaba bien y salió corriendo. Anoche no volvió a casa, rastree su esencia hasta el árbol de las edades. Seguramente se marchó a la otra época.

-Cada vez está más rara...- se limito a contestar la más pequeña.

Setsuna se levanto de golpe, sujeto su arma firmemente posicionándose para el combate. Moroha la miro sin entender el repentino actuar de la castaña.

-Que te...

-¿No puedes olerlo? Kirinmaru se acerca.

De inmediato su prima la imito, empuñando su espada.- Hace meses que no sabemos nada de él... ¿Querrá pelear?

En apenas segundos una luz brillo en el cielo, Kirinmaru había llegado. Descendió tranquilamente hasta el suelo a pocos metros de ellas, observandolas atento. ¿Donde está mí princesa?

-¿Que quieres maldito?- pregunto Moroha.

El rey Bestia ignoro su grosería.- Parece que falta una de ustedes...- menciono tranquilamente.- ¿Donde está la cachorra blanca?

Towa...- susurro Setsuna.- No tenemos porque decírtelo.- hablo desafiante, apuntándole con su naginata. 

El hombre frunció el ceño, molesto. Al parecer no conseguiría sacarle una respuesta a esas dos. Tampoco estaba interesado en pelear con ellas. No sé quedaría a perder el tiempo. Sin mencionar alguna otra palabra, se elevó por el aire hasta desaparecer.

Las chicas se miraron entre si, confundidas con la extraña actitud del kirin. Una vez que se aseguraron estar fuera de peligro bajaron sus armas.

-Eso fue raro.- menciono la pequeña, hablando tanto para su prima como para ella misma.- Bueno, cosas que pasan... ¡Vamos a comer!- con su espada corto una pata del jabalí y empezó a engullirlo despreocupa y con toda la tranquilidad del mundo.

Setsuna la observo. Vaya que Moroha realmente extraña. Comía tranquila como si hace tan solo unos segundos no hubieran estado en un potencial peligro de muerte. Su prima era un caso serio.
Se marchó al ver qué Towa no estaba, realmente fue raro.

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Volando sobre el bosque, Kirinmaru pudo detectar el aroma de Towa. Era leve, como si hubiera pasado por ahí hace unas cuantas horas. Su olfato no era tan bueno como el de un Inuyoukai, pero si lo suficiente como para seguir un rastro reciente.

Emocionado, se dirigió hasta el. No obstante, algo era raro. El perfume de su princesa estaba mezclado con el de un humano, un hombre humano para ser exactos. Y este no se trataba de ninguno de los exterminadores con quienes trabaja, ni alguno de sus familiares adoptivos de los cuales tenia conocimiento.

Era el olor de un desconocido.

Apresuró su vuelo. Una punzante sensación de incomodidad lo invadió ¿Quien rayos era ese hombre? y más aún ¿Por qué Towa estaría sola con el en medio del bosque? Gruño.

Finalmente llego. La platinada no estaba ahí. Pero quién si estaba era el humano, durmiendo contra un viejo tronco seco y... con la camisa de Towa sobre su rostro. ¡¿Que?!

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