Despertares - En la Costa

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	Luego de encontrar un segundo alijo donde había un ristra de pistolas hechas de acero bruñido, con una escritura incomprensible en ellas, y un atuendo muy pintoresco que en verdad hacía ver a Mark como un vaquero, los tres salieron con todo el si...

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Luego de encontrar un segundo alijo donde había un ristra de pistolas hechas de acero bruñido, con una escritura incomprensible en ellas, y un atuendo muy pintoresco que en verdad hacía ver a Mark como un vaquero, los tres salieron con todo el sigilo que les fue posible por entre aquellas ruinas y llegaron hasta las calles aunque el panorama no era mucho mejor, Marina no paró de sollozar casi a cada paso que daba por presenciar la destrucción de aquella hermosa ciudad, pero como los otros dos que permanecieron más ecuánimes pudieron distinguir varios cadáveres no solo de civiles, sino de combatientes, unos eran como aquellos a quienes eliminó Auriel sin el menor remordimiento, tenían las innegables marcas de haber estado en combate.

El otro grupo tenía una parafernalia muy típica de caballeros como los antiguos templarios, solo que sus armaduras eran muy similares a la que ahora usaba Cruzada, lo curioso era su librea misma que presentaba una especie de cruz formadas por cuatro flores de Lys doradas, sobre un campo azur, sus espadas eran muy similares a la de ella que ya se había recuperado de su ataque de ansiedad y sin más tomó una de las capas rojas, un morral dentro del cual había algo de comida y de otros tomaron diversos pertrechos, pues parecía que la destrucción de esta ciudad no tenía mucho que había acontecido.

Avanzaron por entre aquellas calles llenas de olor a muerte y madera quemada. La lluvia cayó sobre esas ruinas con los muchachos moviéndose por entre aquellos edificios con sumo cuidado, debido a que las patrullas de esos extraños guerreros no cesaban de pasar y todavía necesitaban llegar a los vestigios de la barbacana y de allí salir con rumbo a la costa y buscar algún medio para irse en el puerto de Calais.

Y habrían logrado su cometido pero en los restos del portón se toparon con uno de estos montado en una especie de caballo el cual se veía como si de las diversas partes de su cuerpo crecieran las placas de armadura que lo recubrían, tanto el jinete como la montura giraron sus cabezas casi al mismo tiempo, con la mano izquierda levantó una espada de caballería cuya hoja lucía viciosa en verdad, los señalo e inició una carga, tanto Mark como Marina se hicieron a un lado por los pelos y la hoja se movió con intenciones asesinas hacia Auriel.

—¡Muere asqueroso ángel! –exclamó con su voz gutural al momento en que dirigió una estocada hacia ella.

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Una Cruzada en Nueva londresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora