u n o.

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—¿Qué hay entre Taylor Swift y tú? —Preguntó una mujer que no debía tener más de veinticinco años, dirigiéndose a Harry exclusivamente. Suspiré con pesadez y me dispuse a escuchar las mismas estupideces de siempre.

—Ella es una chica asombrosa, sin duda. —Harry contestó con su tono dulce. Puse los ojos en blanco e hice mi mayor esfuerzo por no poner mala cara—. Disfruto mucho pasar tiempo a su lado y creo que ella es… muy buena. —No miré en dirección a Harry.

Sabía que me molestaría todavía más verlo con esa cara fingida de enamorado, así que dirigí mi atención a Niall. Él estaba sonriendo, intentando darme ánimos ante la situación; después de todo, él pasaba por lo mismo cada vez que alguna entrevistadora le preguntaba a Liam por Danielle.

Niall y yo éramos compañeros del mismo dolor.

Los irritantes reporteros nos dejaron salir del aeropuerto después de unas cuentas preguntas y fotografías más; subimos a la camioneta que esperaba por nosotros en el estacionamiento del lugar y nos acomodamos soltando un suspiro de cansancio por el viaje.

Zayn no perdió tiempo y se acomodó inmediatamente en el asiento junto a la ventanilla, quedándose dormido antes de que cualquiera de nosotros se hubiera dado cuenta. Liam y Niall, por su parte, se sentaron en la parte de atrás y se tomaron de las manos en cuanto los paparazzis dejaron de molestar con sus estúpidas cámaras. Subí primero que Harry, y en cuanto tuvimos oportunidad nos sentamos juntos. Uno de sus brazos me rodeó por los hombros una vez que estuvimos seguros de que no había más prensa alrededor.

—¿Estás enojado? —Preguntó en mi oído, con su voz rasposa y lenta haciéndome estremecer.

—¿Tendría por qué estarlo? —Evadiendo el tema de mis sentimientos en cuanto a Taylor Swift y su relación con Harry, respondí con otra pregunta. Él parecía estar reprimiendo una sonrisa y sus ojos verdes denotaban una pizca de diversión.

—No lo sé, Louis. ¿Lo estarías?

—Tengo sueño. —Él se río suavemente, apretándome más fuerte en su abrazo—. ¿Qué es tan divertido?

—Estás celoso. —Afirmó. Solté una risa falsa y esperé que él no se diera cuenta de que, en efecto, estaba celoso.

—Puedes soñar con eso, Harold.

—Es lindo, —me dijo, sonriendo de manera que los hoyuelos en sus mejillas aparecieron—, pero no tienes por qué estar celoso. No de ella.

Acomodé mi cabeza sobre su pecho, haciendo un puchero y relajándome cuando él empezó a jugar con mi cabello. —Disfruto mucho pasar tiempo a su lado, —me quejé arremedando su voz de la mejor manera que pude. Él no pareció tomárselo muy en serio y comenzó a reírse—. ¡No es divertido, Harry!

—¡Para mí sí! Es tierno, pero no veo motivos para que te enceles. En caso de que no lo sepas, cada vez que tengo que hablar de lo que pienso de ella, hablo de lo que en realidad pienso sobre ti. —Abrí la boca para decir algo, cualquier cosa, pero la forma en la que me miraba, tan sincera y amable, me dejó sin palabras.

Con dieciocho años, Harry tenía un lado particularmente cursi que dejaba brotar de vez en cuando y a mí me gustaba porque era una de las tantas cosas que sólo yo  tenía el privilegio de disfrutar; esos momentos medio poéticos y dulces, las palabras sinceras que murmuraba especialmente para mí, eran una de las tantas cosas que sólo él y yo compartíamos.

No respondí a su comentario con palabras. En su lugar, le abracé por la cintura con firmeza y besé suavemente su cuello. Él apreció mi gesto y me sostuvo igual de fuerte contra él, tan cerca cómo era posible en la intimidad de aquella camioneta de la empresa. No hicimos grandes demostraciones de afecto a diferencia de Niall y Liam que se susurraban palabras asquerosamente cursis y nos mantuvimos en completo silencio durante el resto del viaje, mientras el atardecer iluminaba el cielo de un agradable color naranja.

Brave. || Larry Stylinson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora