Carta a Odiseo

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Ni si quiera te conozco y ya te extraño ¿Cómo es esto posible? no lo sé, quiero una respuesta, muchas respuestas en realidad.

Por años tu mirar he sentido, persiguiéndome cada que paso por tu lugar, como una sombra, una pesada energía que me cubre por completo, que me impide seguir sin dirigir mi mirada al origen de aquella mansa energía, encontrándote, apreciándote, viendo como tímido te ocultas para que no pueda verte, o volteando o... mirando con más pasión que antes, fijamente como si quisieras derretir mi presencia con esa mirada, una mirada profunda que penetra hasta el alma, una mirada fría y a la vez dulce como el caramelo, una mirada de un hombre y a la vez de un niño viendo a la chica que le gusta intentando no acobardarse y hablarle, esa mirada llena de ternura que desde ese día me impidió dejar de admirarla, buscándola sin importar quien me viera, quien supiera lo que ese día despertó. 

¿Por qué tú? ¿Por qué a mi? ¿Qué significa tu insistente mirar? Tan insistente que aún si la rechazo, la ignoro la evado sigue siguiéndome sin pensar, tantas ansias tengo de conocer el porque, que es lo que piensas con ese mirar, que quieres lograr, que quieres en mi provocar. ¿Cómo haces para hipnotizarme a ti? Tanto me he aferrado a ti, tanto me ha fascinado la idea de conocer más de aquel pequeño risos que me mira al pasar, quiero conocer, quiero compartir, quiero amar ese cruel sujeto que no me deja marchar. 

Hacia tanto no me clavaba con alguien como contigo ahora estoy, es detestable saber que jamás a tu lado estaré y aún a sabiendas de ello no poder cerrar mi sentir a ti, cada chispa que estremece mi ser con sólo pensarte me hace confirmar que eres un amor que va a doler como jamás en la vida, un amor prohibido que desearé poseer hasta el fin de mis días, un amor al que le dedicaré cada pieza de mi ser; ojala pudiera encontrarte en otro momento y seguir con lo que hoy inconcluso queda, ojala seas para mi como quiero creer y en un momento de mayor madures pueda tomar valor y preguntar tu nombre.

Me niego a despedirme, me niego a olvidar, me niego a renunciar al amar, me niego porque es mi vida y porque sé que no eres algo pasajero, no para mi, el deseo de acercarnos que escapa de nuestro mirar cada que nos topamos me hace creer que tengo el mismo peso en ti que tu en mi, quiero creer que tu corazón late con la misma fuerza que el mío y que anhelas algún día poder cruzar y enlazar nuestro caminar. Como te detesto por hacerme sentir así, no pude enamorarme de alguien más opuesto a mí que tu, alguien en contra de mis principios y creencias más fieles, alguien que me hace cambiar el panorama y replantear tantas cosas, que si el karma existiera, sin duda serías tu, no me mal entiendas, te adoro como a nada, pero te odio como a todo. 

Algún día estas palabras a tu oído diré, mientras sostengo tus manos con tal delicadeza que podría mantener un mazapán entero, mirando directamente a ese mirar que tanto me enloquece, para concluir besando en un momento de lo más especial de la vida. Así, aún si suena irreal, estoy tan enamorada de ti que quiero que el soñar se vuelva una realidad. 

Con amor, D.

Suicidios artisticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora