Susurro (Parte I)

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"Tenía los labios inmóviles, pero cuando lo miré parecieron sonreír sin hacer el más mínimo movimiento. Lo miré más fijamente, convencido de que se trataba de una poderosa ilusión en la que yo no podía penetrar. Y, cuanto más miraba, más parecía sonreír y, por último, se animó con un susurro, un murmullo, un cántico mudo."

―Anne Rice

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23 de noviembre, 2015.

Han pasado más meses desde la primera vez, ahora es casi invierno y los arboles han perdido casi todas sus hojas, el viento fresco corre con mayor fuerza, los luceros se pueden ver más en el oscuro cielo y los leves susurros se pierden en el infinito repertorio de la noche, pero el sonido de sus tacones chocando contra el suelo se escuchan más  y más intensamente a cada minuto que pasa, levanta su muñeca y consulta una vez más el reloj, son veinte minutos de retraso algo completamente inusual en él. Muerde su labio inferior sin darse cuenta al tiempo que suspira y alza el rostro al cielo, un gesto de desesperación y angustia.

Porque lo que realmente le asusta es que esa demora sea más que el tráfico o haber salido tarde de la oficina, su corazón papalita fuertemente de miedo mientras su silueta juega con la gravedad sobre sus altísimos tacones al borde la acera y se alza de puntillas tratando de mirar más allá sobre la calle, cómo si esperase que entre esa fila de autos que desfila pueda distinguir el suyo, aunque es muy capaz de hacerlo. Es más siempre lo hace.

Con seis minutos más comprende que es inútil seguir esperando, esta noche él no vendrá, y ha decidido que esta vez será ella quién vaya a su lado, espera la luz roja del semáforo y cruza decididamente la calle hasta llegar al coche desde donde sabe la han observado todo el día, golpea el cristal de la ventana del piloto y espera a que el susodicho lo baje. El hombre que la ha cuidado desde el primer día la mira un tanto avergonzado al saberse descubierto pero ahora mismo ella no está de ánimo para dar una explicación, mientras se apresura a hablar -Llévame a donde esta él-

-Pero señorita...-

-Llévame con él por favor- su voz tiembla y sus ojos pronto amenazan con llorar y quizás sea eso o la angustia que se refleja en su rostro lo que hace que aquel hombre acepte, no espera que se baje es ella quién abre la puerta y sube al auto. Los veintitrés minutos que les toman cruzar la ciudad son los más largos de su vida. ¿Cuándo es qué ha empezado todo? ¿Desde cuándo le necesita tanto? Hace más de diez meses que no ha mirado Ji Young, hace más de diez meses que le ha visto partir con una sonrisa cruel en su rostro, hace más 90 días que la imagen de aquel poco a poco se ha hundido en sus recuerdos.

Puede escuchar el sonido de sus pasos en aquel silencioso lugar y reconoce la figura del señor Kim en la puerta de aquella pequeña casa mientras avanza, imagina lo que tendrá que hacer para verle pero le sorprende al hacerse a un lado y dejarle pasar. Su mano tiembla mientras toma el picaporte de la puerta, los latidos de su corazón se aceleran al tiempo que aquella hoja de madera corre y la habitación por fin se abre.

Lo mira sentado en un sofá con el rostro agachado y aun cuando le alerta la sangre sobre sus ropas después de mirarle detenidamente por segundos sabe que no es suya, comprende lo que ha sucedido y que aquello en este momento le atormenta, camina despacio y no se atreve a hablar hasta que esta agachada justo frente a él. Su mirada parece perdida por un segundo aun cuando le mira, parpadea unas cuantas veces y está a punto de apartarle si no es porque ella se aferra a su cuerpo –Te quiero... yo te quiero Woo Bin-

Porque no importa lo que ha hecho, porque no importa la sangre que ahora mismo le mancha la ropa y el alma, siempre y cuando no sea la de él, porque no importa lo que ha hecho ayer, hoy o lo que hará mañana si puede estar a salvo junto ella justo como ahora... porque ha comprendido que ese extraño sentimiento que le preocupaba no es más que la necesidad de estar junto a él. Porque cuando su voz se muere en un susurro chocando con su labios comprende que no hay nada más allá que estar a su lado.

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En silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora