Enferma

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Séptimo día del reto #Flufftober.
Tema: Pareja Enferma.

Continuación directa del drabble "Consuelo", perteneciente al tema "Bajo la Lluvia" del día tres del Flufftober.
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            Al despertar, Kagome notó que su resfriado había mejorado. Optó por darse una ducha y arreglarse un poco. Tenía dos días —sin contar el que estaba corriendo—, que no se levantaba por su cuenta. Mientras secaba su cabello con una secadora, notó que, aparte de que su voz se escuchaba un poco grave y la flojera que sentía, lo demás estaba casi normal.

            De súbito, un rugido, proveniente de su estómago, casi logró doblarla.

            Tenía hambre.

            En los últimos días, la falta de apetito había sido una constante. Ni siquiera Sango, quién estuvo pendiente de ella hasta la tarde anterior, consiguió darle algo sólido para comer. A duras penas tragaba zumos y caldos. El resto no le pasaba por la garganta.

            Al verse en el espejo, con aquella demacrada apariencia tan propia de los enfermos, la joven trató de pensar en algo para comer. Estaba guardando la secadora cuando llamaron a su puerta. Entonces miró el reloj de pared que, brillante y de buen tamaño, marcaba las cuatro en punto.

            «El único que podría estar aquí a esta hora, como lo ha hecho últimamente es...»
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            Guiarse por la discreción era uno de los principios más importantes de Sesshomaru. Para él, hablar de más o decir algo que no era adecuado para el momento o lugar era inconcebible. Si hablar no era obligatorio, no lo hacía.

            Pero, en ocasiones, evitar decir lo que no debía era algo casi inaguantable. Un día después de que llamara a su amigo Sesshomaru y se bañara en la lluvia mientras lo esperaba, Kagome despertó con fiebre y dificultad para ponerse de pie. Supo de inmediato que se trataba de un resfriado. Cuando la joven de castaña mirada le abrió la puerta para recibirlo, el primer día de su enfermedad, Sesshomaru se sintió empujado a decirle un rotundo: "Te lo dije". Frase que nunca salió de su mente, ya que no era tan débil como para ceder ante ese tipo de impulsos tan infantiles e inmaduros.

            Ahora, con Kagome casi recuperada, debía aceptar que, haber dicho algo así, no habría ayudado para nada.

            —¿Dónde está Sango? —preguntó el hombre de platinada cabellera mientras ingresaba a la sala de estar—. Creí que estaría cuidándote.

            —Tuvo que irse. —murmuró la chica sin muchas ganas. Su voz aún se escuchaba nasal, pero ya no estaba tan enferma cómo al principio—. Es una mujer ocupada, ya sabes. Estuvo todo el día de ayer aquí conmigo, creo que, considerando sus ocupaciones, hizo demasiado.

            Luego de esto y de decirle a su amigo que estaba en su casa para que se pusiera cómodo, Kagome se echó en uno de los sillones de la sala de estar. Sesshomaru aceptó y se fue directo a la cocina durante unos minutos.

            —Ya no te ves tan mal. —dijo el más alto, volvía de la cocina—. ¿Cómo te sientes?

            —Mejor que hace tres días... —suspiró—. Estúpida lluvia.

            —Menos mal —dijo él para luego volver a la cocina.

            Kagome se quedó un rato en silencio. Aún tenía hambre y la llegada de Sesshomaru no hacía más que retrasar sus intentos por comer...

            —Te traje algo para comer.

            —¿Huh? —la chica se incorporó como un resorte.

            —Pensé que estarías con hambre luego de pasar dos días alimentándote de forma tan deficiente. —le entregó una bolsa de papel, que ella destapó con calma. Tampoco debía parecer desesperada—. Así que te traje algo de comida chatarra. No es lo mejor, pero te llena rápido y la grasa te ayuda a recuperar lo que perdiste.

            —¡Hamburguesas de wacdonald y refrescos! —Kagome lo miró con ojos llorosos—. ¿Quién eres y qué hiciste con el cubo de hielo de Sesshomaru?

            —Muy graciosa. —tomó asiento frente a ella—. Pero creo que mejor te concentras en comer y dejar de hablar estupideces.

            —Me retracto. Si eres Sesshomaru. —bromeó para después morder su hamburguesa—. ¡Está deliciosa! —exclamó con lágrimas en los ojos.

            —La compré yo. —sacó su celular y se puso a teclear—. No compro nada que no sea de calidad.

            —Por un momento volví a creer que no eras Seshomaru. —tomó otro bocado—. Pero, vuelvo a retractarme. Si eres tú.

            El mencionado la miró con molestia, más Kagome no le hizo caso.

            —Era una bromita. —sonrió—. Gracias de nuevo, Sesshomaru. Me has salvado otra vez.

            —Hmph. No hay nada que agradecer. —levantó la mirada y la observó con fijeza—. Se supone que somos amigos, así que esto es lo que haría un amigo. —y volvió a concentrarse en su teléfono.

            Mientras comía en silencio, la joven lo observó detenidamente durante unos momentos, sabía que Sesshomaru no era tan frío y duro cómo parecía o quería hacer pensar que era. Era un gran amigo. Además, no estaba nada mal...

            Se dio una buena cachetada mental para desviar esta clase de pensamientos. Ella todavía quería a Inuyasha, aunque este no sintiera lo mismo por ella y se lo hubiera demostrado de todas las formas posibles. Pero, aun así, no podía dejar de mirar a Sesshomaru de esa forma. Se le hacía un poco difícil no hacerlo. Definitivamente seguiría mirándolo así hasta que encontrara la manera de no hacerlo.

            Porque, después de todo, mientras no se diera cuenta, todo estaría bien... ¿no?

Inuyasha: Flufftober 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora