XIV. Sansa Stark

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Desembarco del Rey

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Desembarco del Rey

Joffrey regresó antes de que pudiera retirarse.

—¿Adónde vas, tío? ¿No te acuerdas de que eres mi copero?

—Tengo que cambiarme de ropa, alteza. ¿Tengo tu permiso para retirarme?

—No. Sírveme vino.

El cáliz del rey estaba sobre la mesa, donde lo había dejado. Tyrion tuvo que volverse a subir a la silla para alcanzarlo. Joff se lo quitó de las manos y bebió a tragos largos.

—Mi señor—dijo Margaery—, deberíamos volver a nuestro lugar. Lord Buckler quiere brindar por nosotros.

—Mi tío no se ha comido aún la empanada de paloma.—Joffrey sostuvo el cáliz con una mano y metió la otra en la ración de empanada de Tyrion—. No
comerse la empanada trae mala suerte—le recriminó—. Mira qué buena está—Escupió los trozos de corteza, tosió y se metió en la boca otro puñado—. Aunque un poco seca. Habrá que pasarla con algo.—Joff bebió un trago de vino y volvió a toser, en aquella ocasión con más violencia.

Un ataque de tos le impidió seguir hablando. Margaery lo miró con preocupación.

—¿Alteza?

—Es… cof… la empanada, no… cof… La empanada…—Joff bebió otro trago, o más bien lo intentó, porque escupió el vino cuando lo dominó otro ataque de tos que lo hizo doblarse por la cintura. Se le estaba poniendo la cara muy roja—. No… cof… no puedo… cof, cof…

El cáliz se le escapó de la mano y el oscuro vino tinto corrió por el estrado.

—¡Se está ahogando!—exclamó la reina Margaery.

Su abuela corrió a su lado.

—¡Ayudad al pobre muchacho! —gritó la Reina de las Espinas con una voz que era diez veces su estatura—. ¡Imbéciles! ¿Os vais a quedar ahí mirando? ¡Ayudad a vuestro rey!

Ser Loras empujó a Tyrion a un lado y empezó a golpear a Joffrey en la espalda. Ser Osmund Kettleblack le abrió el cuello del jubón. De la garganta del muchacho salió un sonido agudo espantoso, como el de alguien que tratara de sorber todo un río a través de un junco hueco; luego, el sonido cesó, y el silencio fue aún más espantoso.

—¡Dadle la vuelta!—gritó Mace Tyrell a nadie en concreto—. ¡Dadle la vuelta, sacudidlo por los tobillos!

—¡Agua, que beba agua!—sugería alguien más allá.

Joffrey se llevó las manos engarfiadas a la garganta; las uñas dejaron surcos ensangrentados en la carne. Bajo la piel, tenía los músculos duros como piedras. El príncipe Tommen gritaba y lloraba mientras León intentaba calmarlo.

«Va a morir», comprendió Tyrion. Sentía una extraña calma, aunque a su alrededor reinaba el caos. Otra vez le estaban dando golpes en la espalda a Joff, pero tenía el rostro cada vez más oscuro.

Los ojos del muchacho se cruzaron con los de Tyrion.

«Tiene los ojos de Jaime—Aunque nunca había visto a Jaime tan asustado. Joffrey intentó hablar, pero solo emitió un sonido seco como un chasquido. Tenía los ojos dilatados de terror y alzó una
mano… en busca de la de su tío o señalando—. ¿Me está pidiendo perdón o cree que puedo salvarlo?» .

—¡Nooo!—aulló Cersei—. Ayúdalo, padre, que alguien lo ayude, ¡mi hijo! ¡Mi hijo!

«Visto lo visto—Tyrion pensó en Robb Stark y en su sobrina—, mi boda parece cada vez mejor».

Buscó con la mirada a Sansa, para saber cómo se estaba tomando aquello, pero en el salón había demasiada confusión, y no la vio. Lo que sí vio en cambio fue el cáliz nupcial, en el suelo, olvidado por todos. Se dirigió hacia donde estaba y lo recogió. Aún quedaba en el fondo un dedo de vino purpúreo. Tyrion pensó un momento y lo derramó en el suelo.

Margaery Tyrell lloraba abrazada a su abuela.

—Sé valiente, sé valiente—le repetía la anciana.

Cuando oyó el grito de Cersei supo que todo había terminado.

«Debería marcharme—pensó Tyrion—. Ahora mismo». Pero lo que hizo fue acercarse a ella.

Su hermana estaba sentada en un charco de vino y acunaba el cadáver de su hijo. Tenía el vestido manchado y desgarrado, y el rostro, blanco como la nieve.

—El chico ha muerto, Cersei —dijo lord Tywin—. Suéltalo. Déjalo ya.

Ella no lo oyó. Margaery Tyrell empezó a sollozar, y Tyrion oyó a su madre, lady Alerie, intentando consolarla.

—No se ha atragantado—La voz de Cersei era más afilada que la espada de ser Ilyn—. Mi hijo ha sido envenenado—Miró a los caballeros blancos, que la rodeaban sin saber qué hacer—. ¡Guardia Real, cumplid con vuestro deber!

»¡Detened a mi hermano—ordenó Cersei—. ¡Apresadlo!

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Sansa estaba tiritando.

—Tiene frío—oyó decir a alguien. El hombre se quitó la capa y se la puso sobre los hombros—. Mejor así, ¿verdad, mi señora? Tranquila, lo peor ha pasado ya.

Reconoció la voz al instante. «Pero si está en el Valle», pensó.

El camarote era de techo bajo y tamaño reducido, pero en el estrecho saliente para el colchón habían puesto un lecho de plumas para hacerlo más cómodo, y encima, pieles gruesas y abrigadas.

—No es gran cosa, ya lo sé, pero espero que estéis cómoda—Meñique señaló un baúl de cedro—. Ahí tenéis ropa limpia. Y nuestra reina os envio un bonito regalo.

—¿Ángelus?

—No, Rhaenys Targaryen. Madre de Dragones, ahí hay un pergamino para ti.

Cuando él se fue Sansa lo abrió, temblorosa. Era un vestido dorado con soles y el pergamino decía que si ella quería podía ser princesa de Dorne.

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—¿Mano de la reina no es un buen título, Lannister?

—Si la reina es mi sobrina que justo es extrañamente parecida a Cersei, no—Le sonrió.

—Lastima, entonces no podré hacer nada por ti.

—¿Qué ganas vos en esto, príncipe Oberyn?—Tyrion no entendía nada, se suponía que el dorniense odiaba a los Lannister y a los Targaryen.

«Rhae es ambos, ¿cómo es que va ayudarla en algo?».

—Parte del Norte, Trystane no se casará con Myrcella pero Sansa Stark es…

—¿El Joven Lobo permitirá que su hermanita se vaya a Dorne con vuestro sobrino?—No pasaría.

—Con mi sobrino no, Lannister. Si Lady Sansa acepta se casaría conmigo.

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¿Qué opinan de un matrimonio entre Oberyn Martell y Sansa Stark?

~Isabel~

Lannister Targaryen [Game Of Thrones]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora