Te has marchitado, y no hay nadie quien riegue tus hojas.
Es duro, ¿verdad?
Te he encontrado, con los pétalos partidos y tus raíces secas.
Eras la única sobreviviente de aquellos días de incertidumbre de las flores que te acompañaron en vida, y que ahora no existen.
Aún con todo lo que has pasado, sigues con vida, teniendo visibles las grietas causadas por el descuido del hombre.
Mientras el tiempo pase, te cubriré con una urna de cristal, como la rosa de El Principito, y regaré tus pétalos todos los días, para que vuelvan a lucir suaves y brillantes, como siempre han de haber sido.
(Para Nisrina Dhia Hasna)