Capítulo 8

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Sangre. Mucha sangre.

Eso es lo que escurría de la puerta de la habitación de este hospital.

—¡¿QUE DEMONIOS?! —no me podía mover. Respiraba agitadamente y mi pulso se acelero mas de lo que ya estaba.

Ni siquiera pensaba en el asco que me hacia tener la sangre, el vomito nunca salió, algo raro ya que ver sangre siempre me hacia hacerlo.

El miedo de que, o quien es la sangre era lo que me ponía los pelos de punta.

¿Cuando había hecho esto aquella persona? No fue suficiente tiempo embarrar sangre en lo que inspeccionaba los pasillos, ¿fue cuando la escena de terror que acababa de tener en la habitación en la cual estaba encerrada?

No lo se, pero no puse atención al salir.

Justo cuando creía que solo había sangre dispersada, algo me llamo aun mas la atención; eran palabras. Aquella persona que haya hecho esto, con sangre. Había escrito algo...

«La cámara de los secretos ha sido abierta, enemigos del heredero, temed»

¿Es una broma? ¿Harry Potter tiene algo que ver con esto? No entiendo nada de lo que esta pasando ahora.

En el suelo yacía escurrida la sangre también.

Temerosa, me acerco lentamente a la puerta mirando esa escena.

Aun cuando estaba dudando de si fuera sangre, el gran olor fuerte de esto llego. Definitivamente lo era.

Me detuve de repente, y regrese rápido por el palo de madera con la punta filosa que había tirado en suelo. No estaría un segundo mas aquí.

Al sostenerlo, me dirigí rápidamente al elevador.

Como era de esperarse, estaba apagado.

Tendría que pasar rápidamente las escaleras. Abrí la puerta que daba a aquellas. Se veían demasiado tenebrosas de noche. Estaba todo oscuro mas que una simple luz parpadeante alumbraba solo un poco. Espero que este foco no se apague.

Con el sudor en mi frente y respiración agitada, pase la puerta y rápidamente baje las escaleras. Corría lo mas rápido que podía pero un sonido hizo que mirara de nuevo hacia arriba, haciéndome tropezar con mis propios pies y caer.

Me golpee demasiado fuerte haciendo de nuevo batallara en levantarme y sentirme mareada.

El sonido provenía de la puerta por la cual había entrado para bajar las escaleras. Se había cerrado de golpe, cuando yo la había dejado abierta.

Con demasiado esfuerzo, intente ponerme de pie sosteniéndome de los metales que había para sostenerse en la escalera.

Por suerte, la estaca que traía no se me encajo, estaba en el suelo a lado mío.

La sostuve de nuevo cuando ya mis piernas me sostenían y seguí caminando para abajo, pero ahora cojeando con un pie, ya que me había lastimado.

Me había raspado en algunas partes y los golpes no tardaban en tornarse a morado, pero la pierna derecha era lo que mas me dolía.

Por fin llegue a la puerta del primer piso y la abrí, dejando ver un oscuro pasillo.

Lentamente, temblando pase de la puerta al pasillo y camine mirando a todos lados.

¿Donde estaba la puerta para poder salir de este lugar?

La luz de la luna, hacia alumbrar una parte de un pasillo, y recordé que las puertas de este hospital eran de vidrio, así que dejarían entrar la luz.

Suspire y camine lo mas rápido posible, con mi pulso acelerado y mi pierna lastimada, hasta que vi la puerta pero al llegar a ella e intentar abrirla con empujones y moviendo frenéticamente la perilla. Me di cuenta que estaba cerrada.

Forceje unos segundos pero fue un intento en vano. No paso absolutamente nada.

—¡Demonios! —grite exasperada golpeando el vidrio de la puerta.

Unos pasos a mi espalda se escucharon y mi respiración fue pausada por el miedo.

Mi cuerpo tembloroso y sudoroso, se dio la vuelta lentamente mirando lo que estaba caminando detrás mío.

La persona que había visto en el umbral de la puerta de la habitación de este hospital hace un rato, estaba caminando hacia mi.

—¿Quien eres? —dije con hilo en mi voz. Muy apenas pude pronunciar eso ya que el miedo no me dejaba y la "arma" que traía, no sirvió de nada ya que mis manos estaban temblando mas de lo normal.

De repente esa persona, aun sin poder reconocer si es hombre o mujer, corrió hacia mi y yo grite golpeando mi espalda con la puerta. El me sostuvo a la fuerza lastimándome y yo solo forcejeaba, daba patadas y me movía bruscamente, pero eso solo hacia que me lastimara mas.

Una punzada en mi cuello hizo que todo se calmara para mi, lentamente las patadas se fueron haciendo mas leves y yo mas débil.

Una bruma negra invadió mi vista e hizo que yo me desmayara por completo.

GoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora