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CASSANDRA DETALLÓ EL VEHÍCULO QUE LA LLEVARÍA A AURADON, una limusina bastante lujosa solo para ellos cinco, también vio cuando Jay se robo el accesorio que tenía en el capó, se río entre dientes.
— Ese ladronzuelo. — se quejó su madre tapando su cara entre sus manos, avergonzada. — Estoy segura que todos vimos como tomó esa cosa.
Negué con la cabeza soltando una risita, que descarada era su madre.
— No me digas que ahora te vas a hacer la buena, Gothel. — la señale con mi dedo índice. — Tú, literalmente, te robaste a una bebé.
Ahogó un gritó y muy ofendida me pellizco el brazo.
— Respeta a tu madre. — me miro aparentemente molesta. — Eres una insolente ¿nunca te lo dijeron?
— Si, me lo repites constantemente. — hizo una mueca divertida. — Por suerte, ya no tendrás que soportar a esta insolente ¿no?
Me miro ceñuda, como si no le hubiera agradado lo que dije.
— Deja de decir estupideses. — me envolvió entre sus brazos con cariño. — La torre se sentirá sola sin tu compañía.
Una sonrisa de genuina felicidad se plasmó en mis labios cuando me separé del abrazo para volver a ver sus ojos grises tristes por la despedida.
— Tienes a Owl. — se encogió de hombros. — Es como tenerme a mi pero, más callado y místico.
Gothel bufo sin tomar en serio las palabras de su hija, quien solo le iba a dejar a su raro búho que no sabía dónde lo había encontrado pero, desde que llego con el a sus diez años no se han separado nunca.
— Lo cuidaré solo porque es un buen mensajero, mis cartas de quejas hacia Lady Tremaine por sus espeluznantes cortes de cabello no pararan. — se estremeció en un fingido escalofrío. — La del verdadero talento es su nieta.
Me reí asintiendo, era la mejor de toda la isla.
— Ya me tengo que ir. — recordé cuando los cuatro villanos ya estaban subiendo a la limusina.
— Te amo mucho, mi estrellita. — dejó un beso en mi frente y me dio un último abrazo.
— Yo te quiero más.
— Yo te amo aún más.
Me di media vuelta, tire mi única mochila en el vehículo entrando rápidamente, me giré solo para ver a Gothel alejarse, se subió la capa de su abrigo ocultando su cabello con mechones blancos.
— Así que tú también irás ¿Una villana tan débil? — se quejó Mal, sentada en el final de la limusina.
Mal constantemente intentaba provocarme, algo que era recíproco, solíamos ser mejores amigas, hasta que ella me utilizó para su beneficio, Evie lo había excusado diciendo que fueron órdenes de Maléfica, pero sabía que Mal simplemente había querido herir mis sentimientos a propósito. Solía defender a la pelimorada de su madre, estar con ella día y noche, a veces incluso hacía las tareas sucias que Maléfica le imponía. No recibí un gracias, no hubo un abrazo, no hubo más que traición.
