xvi. confusión.

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"Un poco de preocupación no te hará daño, madre

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"Un poco de preocupación no te hará daño, madre."

Sentía un olor a químicos que se le hacían bastante familiares y, por más extraño que pareciera, se sentía cómoda en el lugar. Pronto lo relacionó con la enfermería y despertó.

Sus ojos estuvieron un par de segundos acostumbrándose a la luz y a la cantidad de ojos que la observaban. Se fijó en un par de ellos, que rápidamente la disgustaron un poco.

—¡Está despertando!

—Joder, Fred, no grites, por favor. —murmuró la peliazul llevándose las manos a la cabeza con dolor.

—Lenguaje, Artemis.

Olive deseó poder haberse desmayado de nuevo para ignorar a aquella persona.

—Hola, madre.

Mary Devaulx, su apellido de soltera era desconocido para la peliazul, ya que nunca hablaba de su familia, era una mujer esbelta, con cinturas contorneadas y un par de arrugas en su rostro, que trataba de tapar con fervor. Tenía un largo cabello lacio de color negro azabache, que siempre procuraba tener limpio y peinado. No tenía mucho parecido con su hija, pero sí con Altair, quien parecía ser su versión masculina.

Olive había sacado la mayoría de sus rasgos por la parte genética de su padre, sin contar sus ojos, de nacimiento castaños, que parecían venir de parte de alguno de sus abuelos.

Respecto a la personalidad, la peliazul no compartía mucho con sus padres. Ellos parecían estar molestos la mayor parte del día, hasta el oxígeno les molestaba, mientras que Olive poseía una gran paciencia... aunque dependía de la situación y la persona que la molestaba. Sin embargo, conociendo los intereses de sus padres, trataba de siempre ser mejor que ellos, estaba totalmente en desacuerdo respecto a las clases sociales y el repudio a las bajas.

Su reflexión mental fue interrumpida con los golpecitos que James le daba en su mano.

—No has dado un susto, boni... Olive. —se retractó al ser merecedor de una mirada furibunda de parte de la progenitora de la paciente.

—¡Olive! ¿Cómo te encuentras? ¿Te duele algo?

Su grupo de amigos rodeó la cama para poder acercarse a la muchacha por el lado contrario a donde estaba su madre, algo nerviosos con su presencia.

—Ay, Maddie, me pisaste el pie. —murmuró Frank haciendo una mueca de dolor, antes de ser callado por la enfermera.

—Silencio, ésta es una sala de descanso para quienes lo necesiten, si no cumplen con el respeto pueden retirarse. —el semblante serio y oscuro de Madame Pomfrey desapareció una vez sus ojos se encontraron con los de Olive—. Señorita Devaulx, me alegro de verla despierta. ¿Recuerda lo que sucedió?

AUGUREY, james s. potter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora