No le temo a la oscuridad, la odio. Parte 2

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Mientras tanto, otro grupo de aventureros conformado por Marivi, una druida elfa del bosque, Chayanne, un hechicero semielfo, Oscar, un Halfling ranger y Ari, una enana bárbara en más de un sentido, están en la entrada de una innecesariamente húmeda cueva repleta de goblins decidiendo si tomar un pasillo angosto (en donde se encuentra su humilde escritor) o ir río arriba.


-Debo hacer un espacio aquí para confesar algo, no tengo idea alguna de cómo es la cueva. Entiendo que describir los lugares es sumamente importante en una historia, pero saben ¿qué? Yo no puedo ver en la oscuridad, los goblins sí y los muy perversos no se han dignado en poner antorchas. La cueva es húmeda, oscura, sus paredes son de piedra, está repleta de goblins y la odio. Podría preguntarle a Aioria, pero estoy seguro de que él la describiría igual. -


Oscar se sentó en la fría tierra de la cueva y empezó a masajearse sus pequeñas piernas. "ᴹᶦʳᵉⁿ, ˡᵉˢ ᵛᵒʸ ᵃ ʰᵃᵇˡᵃʳ ᶜˡᵃʳᵒ, ᵉˢᵗᵒʸ ᵛᵘᵉˡᵗᵒ ᵛᵉʳᵍᵃ ʸ ᵐᵘʸ ᶜᵃⁿˢᵃᵈᵒ, ¿ᵃˡᵍᵘⁿᵃ ᵈᵉ ˡᵃˢ ᶜʰᶦᶜᵃˢ ᵠᵘᶦᵉʳᵉ ᶜᵃʳᵍᵃʳᵐᵉˀ ᴺᵒ ᵖᵉˢᵒ ⁿᵃᵈᵃ ᶦᵍᵘᵃˡ," añadió.

Bajo otras circunstancias y sin contexto alguno, la sugerencia de Oscar habría caído muy pesada, pero el pequeño ranger apenas podía ponerse en pie, y entre una druida, una bárbara y un hechicero, este último habría sido la peor opción para cargarlo.

"¡Claro que sí!" dijo Ari emocionada, flexionando uno de sus bíceps mientras lo apuntaba con un dedo.

"No," cortó Marivi, su voz firme y tajante, sus ojos estudiaban la cueva y sus entrenadas orejas discernían entre los ruidos naturales de la cueva y todo lo demás," enciendan unas antorchas, vamos a tomar el pasillo."

Oscar  suspiró y asintió, se paró adolorido y arqueó su corta espalda haciéndola sonar, pero el sonido fue tan bajo que solo lo escucharon sus compañeros de linaje élfico.

"¿ᴬˡᵍᵘᶦᵉⁿ ˢᵃᵇᵉ ᶜᵒᵐᵒ ᵖʳᵉⁿᵈᵉʳ ᵘⁿᵃ ᵃⁿᵗᵒʳᶜʰᵃ?" preguntó Oscar mientras buscaba en su kit de aventuras.

"¿No sabes encender una antorcha?" inquirió Marivi cruzada de brazos.

"¿ˢᵃᵇᵉˢ ᵠᵘᵉ ʰᵃᶜᵉ ˡᵃ ᵍᵉⁿᵗᵉ ᵈᵉ ᵐᶦ ᵉˢᵗᵃᵗᵘʳᵃ ᵉⁿ ˡᵘᵍᵃʳᵉˢ ᵒˢᶜᵘʳᵒˢ ᶜᵒᵐᵒ ᵉˢᵗᵉ?" preguntó Oscar mientras trataba de sacar chispas con su encendedor, "ⁿᵃᵈᵃ, ⁿᵒ ᵉⁿᵗʳᵃᵐᵒˢ ᵃ ˡᵘᵍᵃʳᵉˢ ᵒˢᶜᵘʳᵒˢ ᵖᵒʳᵠᵘᵉ ᶜᵘᵃˡᵠᵘᶦᵉʳ ᶜᵒˢᵃ ᵖᵘᵉᵈᵉ ᶜᵒᵐᵉʳⁿᵒˢ ᵈᵉ ᵘⁿ ᵐᵒʳᵈᶦˢᶜᵒ, ᵗᵒᵈᵒˢ ˡᵒˢ ʰᵃˡᶠˡᶦⁿᵍˢ ᵗᵉⁿᵉᵐᵒˢ ᵘⁿ ᶠᵃᵐᶦˡᶦᵃʳ ᵃˡᵐᵒʳᶻᵃᵈᵒ ᵖᵒʳ ᵇᵉˢᵗᶦᵃˢ ˢᵃˡᵛᵃʲᵉˢ..."

Oscar se detuvo un momento al darse cuenta de una posible causa de tan atroz circunstancia, "ᵉʰ, ᵃʰᵒʳᵃ ᵠᵘᵉ ˡᵒ ᵖᶦᵉⁿˢᵒ, ᵠᵘᶦᶻᵃˢ ˢᵉ ˡᵒˢ ᶜᵒᵐᶦᵉʳᵒⁿ ᵖᵒʳᵠᵘᵉ ⁿᵒ ˢᵃᵇᶦᵃⁿ ᵖʳᵉⁿᵈᵉʳ ᵃⁿᵗᵒʳᶜʰᵃˢ," dijo, luego se alzó de hombros y volvió a sus esfuerzos de encender una antorcha.

"Heh, tiene sentido para mí," comentó Chayanne mientras sonreía.

"¡ᴬʲᵃ!" gritó emocionado el halfling al encender su antorcha, mostrándola orgulloso a sus compañeros, el fuego iluminando su enorme sonrisa "ᵉˢᵗᵉ ᵖᵉᵠᵘᵉⁿᶦᵒ ʳᵃⁿᵍᵉʳ ⁿᵒ ˢᵉʳᵃ ᶜᵉⁿᵃᵈᵒ ʰᵒʸ."

Marivi solo dio largo suspiro y negó con la cabeza, "bien, continuemos," ordenó al grupo.

Caminar por la cueva no era fácil, pues el pasillo era oscuro y traicionero culpa de la baja luz y el rocío del río subterráneo que lo atravesaba. Por suerte, Marivi los lideraba, pues al ser druida estaba entrenada para recorrer todo tipo de terrenos creados de forma natural, y usaba sus instintos élficos para guiar sus pasos y los del grupo.

No bastó mucho para que esos mismos sentidos le alertaran que a lo lejos habían unos 6 goblins, y que más a la distancia se escuchaban gritos de dolor.

"Alto," dijo Marivi alzando su mano derecha, "mis orejas me dicen que adelante hay media docena de goblins y unas 2 o 3 personas, probablemente captivos," dijo la druida.

"¿Podríamos luchar contra ellos?", preguntó Chayanne.

"Yo podría ir adelante y distraerlos mientras ustedes hacen el trabajo sucio, ¿creen que podría aguantar lo suficiente?". Sugirió Ari.

"ʰᵐᵐ," suspiró Oscar mientras estudiaba una posible ruta de escape.

"No creo que sea buena idea entrar sin una estrategia, vamos a planear esto mejor", dijo Marivi, "¿qué hechizos sabes, Chayanne?"

"Puedo lanzar hechizos de fuego y frío, podríamos asediarlos desde lejos y debilitarlos antes de empezar a pelear", respondió el mago.

"Bien, yo podría lanzarles ácido y piedras mágicas, al combinarlo con tus hechizos podríamos bajar sus números antes de entrar a pelear...", respondió Marivi mientras dibujaba un detallado pero muy complicado mapa estratégico en la tierra de la cueva.

"ᴱˢᵗᵉ ᵖˡᵃⁿ ᵖʳᵒᵐᵉᵗᵉ, ¡ᵛᵃᵐᵒˢ ᵃ ᶜᵃᵉʳⁿᵒˢ ᵃ ᵍᵒˡᵖᵉˢ ᵉⁿ ᵘⁿᵃ ᵗʳᶦᶠᵘˡᶜᵃ ᵈᵉ ˢᵃⁿᵍʳᵉ ᵃ ⁿᵘᵉˢᵗʳᵒ ᶠᵃᵛᵒʳ!" dijo Oscar alzando sus pequeños puños hasta su pecho lleno de emoción.

Ari solo asentía emocionada a todo lo que decían sus compañeros, mientras balanceaba su arma contra su palma pensando en todos los golpes que iba a dar.

"Pero esperen, no podemos lanzar hechizos a las sombras, necesitamos ver dónde están y qué rutas podrían tomar...", reflexionó Marivi.

"Chayanne y yo podemos ir adelante y estudiar el terreno", aportó Ari.

Todos asintieron silenciosamente.

Tenían un plan de batalla muy bien pensado: Una buena ráfaga de hechizos diezmaría a los goblins, y aún si quedaban sobrevivientes estarían muy débiles como para ser una amenaza real. Los aventureros estaban inspirados y muy seguros de sí mismos, un aire heroico ondeaba ligeramente sus capas al tiempo que alistaban sus armas y practicaban a voz baja sus hechizos.

Los goblins no tenían chance...

...pero Ari no dio dos pasos cuando pisó una trampa, haciendo caer al grupo en un calabozo donde un goblin grande y gordo que torturaba a un rehén se escandalizó.


Crónicas lóbicas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora