No le temo a la oscuridad, la odio. Final.

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-Ya en este punto dudaba de lo que escuchaba afuera de la pequeña prisión oscura en la que me encontraba, e incluso llegué a pensar que mi compañero de celda, Aioria, no era más que alguna parte de mi subconsciente imaginando a alguien para conversar y mantenerme cuerdo.

Por suerte, sí había personas afuera conversando con un goblin para liberarnos. -

"Escucho el chasquido de unas llaves acercándose, creo que sí nos van a liberar," dijo Aioria estirándose un poco mientras movía los grilletes para aliviar sus muñecas.

"Espero no sea otra alucinación," se quejó Camus, un tanto desesperanzado.

-Sí, ese soy yo, imagino el peor de los casos para evitar decepcionarme con frecuencia, disculpen.-

Del otro lado de la puerta de la celda, Chayanne estaba apurado por conseguir más aliados para su misión, "tranquilos, vengo a liberarlos," dijo en un tono ansioso .

Ya al abrir la puerta se encontró con un elfo de apariencia noble que ofrecía sus grilletes con sus brazos extendidos apurado por ser liberado, y con un humano que yacía sentado en el suelo siseando al destello brillante de la antorcha que cargaba, pues quemaba sus ojos ya adaptados a la profunda oscuridad de la cueva.

"Gracias a los dioses por su ayuda, soy Aioria," se presentó el elfo haciendo mientras se inclinaba de forma cortés.

"Estamos bien, un poco magullados, pero bien, soy Camus," dijo el humano, "¿podrías alejar esa antorcha?" pidió mientras protegía sus ojos del brillo del fuego.

"¿Camus y Aioria?, ¿no los conozco de algún lado?, sus nombres me suenan familiar," preguntó Chayanne.

Aioria y Camus se miraron confundidos, ellos apenas se conocían entre ellos y era la primera vez para ambos que se encontraban con su liberador.

"No importa, soy Chayanne," se presentó el mago llevando su mano derecha a su pecho, "la elfa del bosque es Marivi," la druida alzó su palma derecha hasta sus hombros de forma calmada, "el halfling es Oscar," el ranger alzó su cara, saludando, "y la enana es Ari," quién saludó energéticamente con su mano izquierda, la cual sostenía firmemente un hacha.

"Un gusto conocerlos, pero tenemos que movernos, no podemos dejar mucho tiempo al otro rehén con ese goblin," dijo Marivi, "no estoy segura, pero creo que esa persona tiene que ver con los comerciantes perdidos," expuso mientras se llevaba su mano derecha a su barbilla.

Mientras tanto, en el sendero, Dalmand había logrado salir del pozo con la ayuda de Toyo, quién le pegó un leve golpe en la parte de atrás de su cabeza al salir del hoyo, "inútil," le dijo, un poco molesto por los retrasos.

"Auch, ¿no crees que he llevado suficientes golpes ya?," se quejó el semielfo mientras se sobaba su cabeza, "mejor continuemos, ¿no crees?"

Toyo solo gruñó y asintió.

Todo parecía muy tranquilo en el espeso y oscuro bosque mientras caminaban, pero unos murmullos llegaron a los oídos entrenados de Dalmand, quién al seguirlos con cuidado se encontró con un pequeño grupo de goblins amarrados y amordazados.

-Ignoro cómo los pequeños goblins llegaron a esa situación-

"Pregúntale hacia dónde es la cueva donde se esconden, y que los soltaremos si nos dicen," sugirió Toyo.

"¿Y los soltaremos?" dudó Dalmand un poco preocupado.

"Hah," rió Toyo, "no."

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