Capítulo XXXII

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Capítulo XXXII
Así no lo imaginé

Samantha

El resto del día lo pasé en sus brazos porque me siento protegida entre ellos, Bastian ha intentado tranquilizarme y convencerme de que estaremos bien y puede que si sea cierto, pero aún así el miedo no se va.

Aunque sus labios me distraen lo suficiente, mi mente está llena de dilemas y posibilidades.

Durante años soñé con estar así, entre sus brazos, besando sus labios y sintiéndome amada, pero sinceramente no lo imaginé así, nuestras vidas peligrando.

La vida ha sido muy desgraciada con nosotros, nos separó por años y estoy muerta de angustia porque por fin puedo estar de nuevo con él, como siempre quise y si nos vuelven a alejar no se que haré, no sé si seré capaz de enfrentarlo nuevamente.

El día pasó rápidamente, mi madre me ayudó a hacer las maletas, solo lleve las cosas básicas, ropa para estar en casa y todo lo referente a aseó personal. Mi madre al día siguiente saldrá a USA, se que allá estará bien, pero aún así me da miedo dejarla ir tan lejos y que le pase algo por mi culpa, pero lamentablemente no puedo hacer más.

La hora de irnos ha llegado y veo el auto frente a mi casa, más dos carros que supongo nos escoltaran, por alguna razón siento que este es el inicio de algo nuevo, la cosa es saber si traerá cosas buenas o malas.

Desde siempre he sido una persona de llevarme por presentimientos, la vida me ha demostrado que lo normal no existe y lo comprueba que yo siga acá.

—Tengo miedo. —Esas palabras se me escapan sin siquiera planearlo, pero es la verdad, tengo miedo.

La vida ha sabido sorprendernos más de una vez y a veces esas sorpresas no son gratas.

Bastian entrelaza nuestras manos y me hace mirarle a los ojos, estamos sentados en la parte de atrás del auto que nos llevará a Dios sabe dónde, la vida nos ha jodido varias veces, pero en su mirada puedo ver la decisión de no dejarse vencer nuevamente.

—Yo también —responde sin dejar de ver mis ojos —no voy a mentirte, pero podemos con esto, todo pasará muy rápido. —Sus labios tocan los míos en un beso rápido, yo lo miro a los ojos por unos segundos y finalmente le doy la razón.

No puedo encasillarme en pensamientos negativos, no soy así, y aunque esté muerta de miedo y angustia hay que luchar con uñas y dientes se que seremos felices.

—Todo pasará rápido. —Coloco mi cabeza sobre su hombro y decido relajarme.

El auto se aleja de mi casa, dejando a mi madre atrás, sé que está custodiada y estará bien, pero aún así la angustia no desaparece, debo confiar.

De mi casa vamos a la de Liz a buscarla y luego empieza el viaje de horas al lugar donde debemos escondernos.

El dolor en mis costillas no ha disminuido y la incomodidad de estar sentada no está ayudando mucho, además de los baches en el camino, así que para mí el viaje es muy incómodo. Aún así Bastian me tiene entre sus brazos y trata de hacerme sentir lo más cómoda posible durante todas esas horas.

Parece que el cansancio me ha pasado factura porque no sé en qué momento me he quedado dormida, pero cuando me despierto ya es de día y recién estamos estacionando frente a una pequeña casa en medio de la nada, desde fuera no parece muy grande, dos plantas, quizás, a lo mucho tres habitaciones.

El lugar no está nada mal, pero siempre he sido una mujer de ciudad, el silencio de los lugares como estos me suelen desesperar, si soy extraña, pero que puedo decir soy una citadina en toda la palabra.

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora