El primer encuentro.

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Era día jueves y en la tarde noche, cuando los mercados estaban a punto de cerrar, era muy común la falta de clientes, eso le agradaba a Jimin, prefería ir a esas horas para no tener que regresar asoleado y con un humor de perro rabioso solo por tener que lidiar con el gentío que se ponía en las mañanas.

Tener que estarle peleando una manzana a una viejecita que porque ella la había visto primero, le parecía agotador.

Así que ahí se encontraba, en el mercado un jueves a las siete (por el descuento), escogiendo entre dos peras completamente iguales pero diferentes a su parecer, ya que una tenía la pequeña calcomanía y la otra simplemente la carecía.

Iba de regreso a su casa, caminando con una bolsa en su mano izquierda, mientras que con la derecha se comía aquella pera con la calcomanía, que finalmente terminó botando.

Y como si le hubiera dado un ataque, inconscientemente comenzó a buscar algo o alguien a su alrededor.

No sabía porque lo había hecho, pues ni siquiera había ser viviente por las calles, lógicamente pues era tarde y apesar de que era muy seguro, todos evitaban salir a esas oscuras horas.

Seguía buscando, raramente tenía la necesidad de buscar algo o alguien, definitivamente quería detenerse, cualquier persona que lo hubiera visto pensaría que tenía problemas y aún que no se encontrara nadie, sentía un poco de vergüenza, pero su movimiento era incontrolable.

En cuanto su cuerpo dio los ciento ochenta grados, un gato negro salió de la sombra de un gran árbol y se sentó al lado de este, en una pronunciada raíz que sobresalía de la tierra.

Por como salió el gato tan misterioso y sigilosamente, con aquel color tan difamado hacía la mala suerte y bajo la oscura luz de el atardecer, cualquiera se habría asustado y habría huido.

Pero a los ojos color avellana de Jimin se veía sumamente hipnotizante, al verlo, de inmediato se detuvo en su búsqueda y de su mano se zafó la mordisqueada pera que cargaba, quedándose quieto.

Viendo fijamente al gato y el gato viéndolo fijamente a él.

Se habían quedado quietos, ambos, por unos minutos, pero el fino gato de pelaje negro saltó ágil a una barda y comenzar a caminar vagamente por la orilla dejando solo al hipnotizado chico sin siquiera saber porque.

Encontrar una razón por la cual sentirse hipnotizado por un gato y normalisarla sin meter la parafilia o cualquier otra enfermedad mental seria difícil, hasta imposible, pero ciertamente el joven Jimin no era cualquiera porque simplemente dejó pasar este extraño encuentro tomándolo como algo acertado a una realidad cotidiana y simultáneamente siguió su camino.

2U- ALMAS GEMELAS. ʏᴏᴏɴᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora