Dashōmon

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Se acercan las aventuras de Aku chiquito, quiero decir, Ryū baby!

Faltaban tres días para el primer cumpleaños de Ryū. Chūya y Dazai, junto con los miembros de la Port Mafia, organizaban una gran fiesta en su honor.

Subían a la motocicleta de Chūya para ir a comprar cosas que hacían falta. Dazai iba sentado en la parte de atrás, sosteniendo bien a Ryūnosuke, quien iba en medio de ambos, portando un pequeño casco infantil en su cabeza.

— Sujétate bien, Dazai. Es un lugar cerca de aquí. Mantén seguro a Ryū.

Dijo Chūya, acomodándose bien su casco de protección. Dazai también traía el suyo.

— Por supuesto. Es la segunda vez que subo con Ryū, y aún me siento nervioso.

— Ryū se debe acostumbrar, Dazai. Aún no tenemos coche.

Sin más, Chūya encendió la motocicleta y se dirigieron al lugar donde comprarían globos y decoraciones para la fiesta del bebé azabache.

Bajaron, y entraron al local.

Ryū estaba emocionado por todo lo que miraba. Globos, piñatas, figurillas de personajes, disfraces, serpentinas, gorritos de fiesta.

Caminaba a paso lento de la mano de Dazai, quien debía agacharse un poco para detener al niño, pues Ryū aún no se mantenía del todo bien estando de pie.

El bebé azabache señalaba con su dedito todas aquellas cosas que llamaban su atención.

— ¡Pa-pá, esho!

Señaló un globo llamativo en forma de Mickey Mouse. Lo quería.

Chūya lo levantó en brazos para acercarlo al globo y poder mostrárselo mejor.

— ¿Te gusta? ¿Lo quieres, Ryū?

La manera en que Chūya y Dazai miraban a su hijo siendo feliz, era inigualable. Lo amaban. A pesar de ser jóvenes, jamás se arrepintieron y estaban orgullosos de su pequeña creación. Dazai sonreía al verlos.

¡Shi! ¡Gush-ta!

Estiraba sus bracitos hacia el globo hasta alcanzarlo. Chūya besó una de sus mejillas cariñosamente.

Entonces lo compraremos para Ryū. Dazai, a Ryū le gusta el ratón de Disney. ¿Lo disfrazamos?

— Ryū se ve bien con lo que traiga puesto, Chūya. Quiero ver a Ryū de Mickey Mouse. Se verá hermoso.

Respondió tierno. Ryūnosuke volteó a verlo con una sonrisa.

— Mami, ¿Miki Mos? ¿Yo?

A pasito lento, se acercó a Dazai luego de que su padre lo bajara al suelo. El castaño se iba a poner a su altura, pero optó por levantarlo en brazos, ya que al agacharse lo haría demasiado por la baja estatura de Ryū.

Ryū se verá hermoso. Chūya, creo que Ryū ya no tiene pañales en casa. ¿No lo recuerdas tú?

— Hmm... Parece que quedaban dos. Llegaremos a la farmacia por algunos paquetes. Quiero comprarle unas papillas para saber si le gustan.

— ¡Buena idea!

— ¡Pa-pá, Ma-mi! ¡Da... Dashōmon! ¡Esho mío!

Señalaba un peluche un poco peculiar de color negro, de forma indefinida. Parecía una pequeña bestia que había llamado su atención.

Chūya rió nervioso.

— ¿Le entendiste algo, Dazai? ¿Qué es eso de Dashōmon?

— No lo sé.

— ¡Dashō-mon mío! ¡Papá!

Insistía, empezaba a desesperarse y a darle quejas a Dazai.

— Tranquilo, amor. Te bajaré al suelo y tomas lo que quieres.

Ryūnosuke se dirigió a paso apresurado a tomar ese peluche, al cual abrazó con amor y cariño, sin intenciones de soltarlo. Era del mismo tamaño que él, apenas podía sostenerlo, pero no le importaba. Él quería ese peluche.

Etto Dashōmon.

— ¡¿Eh?!

Dijeron al unísono. Sonrieron.

— Eso es feo, Ryū. ¿Cómo puede gustarte un juguete tan deforme?

Opinó Dazai.

— E-Es raro pero, si a él le gusta...

Opinó Chūya, teniendo de que el peluche estuviera poseído.

— ¡Boñito! ¡Dashōmon, boñito!

Lo abrazó más, se acercaba a Chūya con el peluche, quien retrocedía lentamente.

— ¿P-Por qué lo acercas, Ryū? Papi no te comprará eso... No...

Al comprenderlo, Ryūnosuke soltó el llanto.

WAWITA DEL SOUKOKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora