CAPITULO 14: HELADO RENCUENTRO

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Akitsukushiman, la tierra del sol naciente, aquel conocido como la Inglaterra oriental, o la bestia asiática. desde sus comienzos, tras años de estancamiento comerciantes británicos arribaron a sus costas, dándoles sus primeras clases de la economía y comercio.
Años después, cuando la verdadera codicia de los imperios arribó a sus costas con fuego y sangre, el imperio sufrió el mayor shock de su historia, shock que, cual reprimenda de un padre a su hijo fue vital para Akitsukushiman. Rápidamente, convirtió a sus enemigos en sus profesores, hábilmente fingió debilidad y aprendió de las habilidades de sus superiores generales, sus asombrados eruditos y sus codiciosos comerciantes.
Llegado el momento, el tigre finalmente sacó las garras, expulso al extranjero y con acero y sangre, tinta y plata comenzó lentamente su expansión colonial. Primero las islas cayeron ante Akis, luego la flota imperial clavó el puñal que dejó moribundo al entonces Gran Imperio de Wullan y de la sangre que el puñal derramó nació la leal Seong, poco después, aquellos comerciantes Akis que nacieron bajo seno ingles crecieron para volverse los gigantes de toda Asia.
Antiguos nobles, poderosos caudillos antes dueños de los clanes más poderosos, abandonaron la armadura por el traje, el Kabuto por el bombín y la Katana por el bolígrafo. Y así una vez más, tras casi 200 años se volvieron a lanzar por la conquista de su tierra prometida.
A lo largo de los años el Imperio Akitsukushiman consolidó su imperio por medio del violento ejército colonial y sus empresarios que lentamente se volvían en el motor de las naciones a su "cuidado" y en un auténtico peligro para sus socios.

Desde hacía varias décadas, entre la Yakuza y los Empresarios enviados desde Akitsukushiman habían consolidado un poderoso control comercial, por medio de sobornos, extorsión y amenazas los Akitsukushimans camparon a sus anchas ante los dominios de toda Asia llegando al punto en que tuvieron la osadía de enviar tropas con el fin de "resguardar" las industrias Niponas.
Tras la sangrienta victoria del General Pei en el sur, la situación en todo el país cayó en caos, las pérdidas que sufrió el ejercito Nacionalista fueron devastadoras y el costo para reponer su poder fue peor.
"Reclutamientos involuntarios", una sola frase que justificó secuestros masivos de las últimas provincias leales al general, "Contrubuciones a la causa", así llamaron al saqueo de los pequeños y medianos comerciantes y granjeros ahogando a la economía local.
A costa de la población, la facción Nacionalista amasó un inmenso poder, mas la furia de la población estalló.
Conscientes de lo que significaría el estallido del malestar público, escogieron al enemigo público perfecto que caería por el bien de la nación.
Pekin, Imperio de Wullan, 9 de junio del año unificado de 1943.
A lo largo de la capital la gente se reunía al rededor de la cámara de comercio. Cada lado coreaba con furia y pasión.
Largo de aquí Akis!-, -¡el país se va al infierno por su culpa!-
-¡!!!muerte a los Akis!!!-
-¡fuera de aqui parásitos!-
Con letreros, palos y mucha rabia gritaban a los empresarios y soldados Akis que pasaban, por el otro lado la gente gritaba con el mismo vigor.
-¡bastardos!, ¡déjenlos en paz!-,
-¡¡¡¿están enfermos?!!!, ¡alejan a quien nos da de comer!-
-¡Salve El Imperio!, ¡salve el Kwangtung!, ¡muerte a los tiranos!-.
Gente del norte, agremiados de las empresas, minas y embarques Akis, y propios fugitivos de las Manchurias llegaron en masas para proteger a los imperiales.
Justo en medio, de estas dos masas iracundas se amasaban los principales empresarios e inversionistas de origen Akitsukushiman que representarían a decenas de cientos de ciudadanos Akis en lo largo de la costa este de Wullan.
Durante el último mes, las noticias de la "ocupación ilegal" del norte fueron recibidas junto con cientos de rumores sobre "atrocidades" cometidas por los ciudadanos de la isla, durante días noticias de asesinatos, secuestros y violaciones perpetradas por gente de Akis, aunado a supuestos actos de corrupción de los empresarios con la corte de Wullan, todo esto estalló en una sola frase.
"LOS QUEREMOS FUERA".
En el paso de un mes, pasaron de ser un motor industrial del país a ser el problema número uno y el origen de todos sus males.
-¡Dios mío, está gente está loca!-, grito uno de los empresarios, impactado por la agresividad de la gente. De pronto un tomate, arrojado desde la muchedumbre salió disparado hacia los comerciantes, el cual fue frenado con el cuerpo de un militar. El jugo del tomate salió disparado por doquier, salpicando inevitablemente a la gente del interior.
Seguido de eso la gente comenzó a arrojar aún más cosas, de entre la fruta salía disparada una que otra piedra, los militares comenzaron a perder la paciencia, hasta que su comandante exclamó, -¡resistan soldados!, estos bastardos solo quieren provocarnos, demostremos que hasta en La Paz la gente Akitsukushiman y el Kwantung es superior!-.
Un -si-, rugieron al unísono a la vez que cerraron filas para proteger a la gente en el interior.
-¡Solo dios sabe qué harían estos salvajes sin estos hombres!-, dijo el colega del adinerado, mientras que su compañero burlonamente se acariciaba el bigote al decir, -qué esperabas de estos campesinos ignorantes, solo siento lástima de lo enorme que puede ser su estupidez!-.
~idiota~, le susurró uno de los líderes mineros, mientras que daba una palmada al soldado que los escoltaba.
-si te escucharan estos pueblerinos, ni las tropas de Nobura nos podrían salvar-.
La situación estaba ardiente, la palabra de "polvorín", era demasiado ligera para describir la capital del país, y lo más aterrador es que a kilómetros se encontraban convenientemente Guarniciones militares de las diferentes facciones del país, incluso, si se observaba a detalle se podían ver entre la multitud a hombres y mujeres con extrañas gorras con estrellas rojas.
Con qué una sola persona estornudara todos saltarían sobre todos, y mientras todo esto transcurría la gente seguía gritando al rededor.
-Dios mío Chin, la gente está demente-. Decía uno de los militares a su compañero mientras que recibían cada uno de los golpes de la muchedumbre.
-Entiéndelo Wan, estos pobres diablos que fueron nuestros compatriotas no tienen la suerte que tuvimos...-
-si llamas a suerte salir del infierno-.
Ambos rieron con la ironía de considerar como algo mejor el salir de la zanja del Manchuoko, del tiránico régimen de Vorshilov, y la cruenta guerra de Manchurias.
No hacia unos meses de la ocupación imperial, y ya habían "hecho más" que sus supuestos líderes.
-vélo de otra manera, apenas vamos saliendo, estos desgraciados van entrando-.
A las puertas de la cámara de comercio uno de los mercaderes se arrimo a uno de los militares del Kwantung y mientras se acercó le dijo.
-escucha, quiero que seas mi hombre, no te despegues de mí-, mientras decía esto le acercó un fajo de billetes.
-disculpe señor, me ordenaron quedarme con mi uni...-
-vamos muchacho, si te juntas con la gente correcta puedes llegar muy alto-.
Aquella había sido una clara advertencia, así como con una palabra podría acomodarlo, con esa misma facilidad podría desgraciarlo.
-como ordene señor-
Diciendo esto se acercó a su colega para decirle, -ya sabes cómo son las cosas...esos peces gordos-.
Aquel militar soltó una carcajada para luego añadir,
-suerte amigo, si lames los culos adecuados puede despegar tu carrera-.
Ambos se despidieron y tras ello se separaron, las protestas continuaron y tras asegurar la entrada de aquellos hombres de negocios se les había ordenado dividirse y patrullar, la mitad de las fuerzas se quedarían a contener a las multitudes, mientras que el resto se dividiría para patrullar la zona.
Mientras que uno de los pelotones patrullaban un joven oficial noto una escena muy peculiar; Un niño que gritaba a llanto tendido, el oficial  enternecido por la escena frenó la marcha mientras que se acercó al niño.
-¿que está haciendo teniente?-, pregunto uno de los soldados a su mando.
-ustedes sigan la marcha de rutina, no tardaré mucho-,
Sin darle mucha importancia al hecho los soldados siguieron la marcha mientras que el oficial se acercó al niño. De su bolso militar sacó un poco de caramelo y poniéndose en cuclillas a la altura del niño y se lo ofreció a medida que decía.
-Qué pasa pequeño, ¿te extraviaste?-
El niño disminuyó sus lamentos ante un sentido de alerta y desconfianza, finalmente tras unos segundos tomó lentamente el caramelo mientras decía entre sollozos. -m...mi mami, no la encuentro, la perdí solo un segundo...yo...yo...-.
Antes de que comenzara a llorar le sacudió el cabello, animándolo.
-vamos, vamos, anímate, vamos a buscarlos, ¿te parece?-
El pequeño asintió con la cabeza y tomó de la mano al oficial, entre los dos comenzaron a buscar por doquier preguntando a los lugareños, que, escépticos y con miradas de desconfianza negaban sobre la persona a la que buscaban. Tras algún tiempo finalmente, entre el punto central de uno de los puentes más emblemáticos de Wullan los encontró, más lo que iba a pasar estaba lejos de su imaginación.
Los padres alarmados por su pérdida llamaban históricos por su nombre, y en cuanto cruzaron miradas el niño corrió a sus brazos, dejando atrás al oficial.
-¡mami!-
Exclamó el niño entre lágrimas, mientras que sus padres miraron horrorizados a aquel que los reencontró.
-¡bastardo, que le hiciste a mi niño!-, gritó el padre furioso mientras que se acercaba rápidamente al joven.
-no, señor yo solo...-, apenas si pudo terminar la frase cuando de pronto aquel fúrico padre golpeó con todas sus fuerzas su rostro. -¡Robaste a mi niño, Robaste a mi niño!- comenzo a gritar la madre con lágrimas en los ojos, haciendo que la multitud volteara hacia el.
-¡que no entienden, yo lo encontré perdido!-.
A esas alturas la gente a su al rededor ya no escuchaba nada en absoluto.
-quienes se creen para acercarse a nuestros niños-.
-largo de aquí, largo de nuestro país-.
En poco tiempo se había juntado una muchedumbre que lentamente lo comenzó a arrinconar, entre ellos, algunos con trozos de tuberías, otros con piedras en mano.
Sabiendo lo que pasaría lentamente comenzó a mover su mano hacia su arma, más para entonces ya había sido demasiado tarde.
Menos de media hora había pasado cuando desde el Hotel Hai Sian, refugio para los oficiales apostados en Wullan voló en pedazos, asesinando a la mayoría de sus oficiales, humo, el fuego y los gritos de los heridos generaron caos por doquier, para cuando se oyeron tres disparos, alarmados, los hombres de aquel oficial corrieron a toda velocidad hacia el puente de marco polo, cuando por fin lo pudieron avistar era una vista miserable todo lo que se podía ver, la gente de alrededor había apaleado al pobre joven hasta el cansancio, su rostro estaba irreconocible y su propio uniforme estaba hecho harapos; al ver sus hombres tal escena no se pudieron controlar y casi de inmediato desenfundaron.
-¡¡¡MALDITAS RATAS!!!-
Grito su segundo al mando mientras desenfundaba su katana de la cintura a medida que los soldados apuntaban sus fusiles a su espalda.
-¡¡¡ESTO ES LO QUE PASA CUANDO TRATAS DE NEGOCIAR CON LOS CERDOS!!!-
-¡¡¡ESTE ES EL PRECIO DE SU AMADA PAZ!!!-
Algunos campesinos que se envalentonaron se arrojaron de rodillas suplicando, otros comenzaron a vitorear, provocando a los soldados, aquellos que intentaron escapar, siquiera tuvieron oportunidad de moverse cuando fueron totalmente acribillados por las tropas de Akis. Los gritos no se tardaron en oír, junto con él marchar de las botas militares, entre el choque del acero con la carne y las descargas de fusil, el Puente en cuestión de minutos se había convertido en un baño de sangre, el piso había sido recubierto con innumerables cuerpos, que entre aquellos, yacían un joven oficial y un pequeño niño.
Las noticias no se hicieron tardar, el "incidente" del puente de marco polo se hizo sonar alrededor del mundo, junto con las noticias del avance del Kwantung por el norte y la posterior declaración de guerra de Akitsukushiman.
Bernun, República de Prusia, 10 de junio del año unificado de 1943

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⏰ Última actualización: Aug 03, 2022 ⏰

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