Un otoño, en la ciudad de París, un viejo hombre se sentó a lado de su esposa y sus hijos. Como de costumbre, prendió el televisor para ver su serie de las cinco de la tarde. Pero para su sorpresa no aparecía su canal, sino que escenas de un edifico grande y todo de color blanco. Estallaba en llamas y la gente de su alrededor corría entre la lluvia de balas. Múltiples granadas estallaron cimientos, ventanas y muebles. Era un caos.
El audio no era de buena calidad, tampoco el video. Solo se escuchaban los gritos de las personas y después calladas por las ametralladoras. Después todo se calmó. Cambiaron el escenario por una oficina grande con un águila grande pintada en el suelo. Sobre el escritorio, un hombre de 46 años se recargaba. Tenía el pelo de un gris obscuro. Ojos azules claros, que se opacan bajo la luz de las llamas aun remanentes de las explosiones.
La toma se acerca hasta que solo se le ve desde el escritorio donde está recargado hasta por encima de su cabeza. Y pronuncia las siguientes palabras:
-Está es una transmisión en vivo desde Washington D.C. Lo he conseguido, la Casa Blanca ha caído. El gobierno ha caído. Los tars han puesto a la armada sobrante y a los insurgentes en jaque mate. Un movimiento en falso y todas las grandes ciudades vuelan en pedazos. Y lo que haga después...
ESTÁS LEYENDO
El estruendo de la calma
General FictionEn un pequeño pueblo de Rusia vivía un niño llamado Louis no muy diferente de los demás. Era sumamente listo y tenía una habilidad especial en ajedrez. A los seis años conoce a una niña que da un vuelco a su vida, al poco rato se convierte en su mej...