Capítulo 5
El suero de la tortura
Me siento en el borde de la cama a pensar. <<Ella la tiene, se que la tiene>>. No nos la dirá, esta entrenada para jamás revelar secretos no importa el costo. <<Piensa>> me digo. Tiene que haber una forma de convencerla u obligarla.
Salgo del camarote y me dirijo a comandos especiales. En medio de ella hay una gran mesa negra con doce sillas blancas a su alrededor. En ellas están Nathan, Iván y Yunuem. Están esperando.
-Bueno, ¿Ya habló?
-No.-respondió instantáneamente Nathan.- No creo que lo haga.
-Está entrenada para eso, no vamos a sacarle nada.- complementa Yunuem.
Me quedo pensando un rato. Tengo que admitir que me decepciona ver a mi equipo así de pesimista. Necesitan un poco más de optimismo y esperanza.
-Podríamos usar el nuevo suero.- propone Iván
-No. Eso la destrozaría permanentemente.
-Podríamos electrocutarla, cabe intentarlo. -Sigue diciendo Iván
-¿Porqué no simplemente podemos hacerlo sin ella? No creo que sea de vital importancia. - sugiere Nathan
-No podemos porque ella sabe con precisión la ubicación de puntos cruciales.- Tratamos de perjudicar a la menor gente posible.
-Haré lo que sea necesario para saberlo.- mencioné subiendo el tono de voz.-La quiero ver, ahora.- espeté y todos salieron inmediatamente.
Después de diez minutos estoy parado en lo que le llamo el "cuarto de los gritos". En el se hacen los interrogatorios especiales y difíciles. Se llama así porque cuando tengo que utilizar métodos drásticos para hacerles hablar, empiezan los gritos y gemidos. Es grande con varias sillas grandes y metálicas. Está iluminado con una luz verde y roja. El piso y el techo son de concreto puro.
Nicole está sentada sujetada de pies a hombros, con un saco de piel en la cabeza. La droga terminará su efecto en aproximadamente un minuto. Tengo una bandeja de aluminio a mi lado con los típicos instrumentos de tortura: unas tijeras gruesas y filosas, una navaja, tres cuchillos de diferentes tamaños y una pistola. Eso es solo para intimidar, siempre intento primero con el miedo antes que con el dolor ya que no me gusta oírlos gritar.
Su cabeza se empieza a ladear y después a sacudirse. Con la mirada ordenó a uno de los guardias que le quite el saco. Tenía el cabello pelirrojo y largo, ojos cafés y una boca bien formada. Parecía desconcertada, pero ambos sabíamos porque estaba ahí.
-Buenas tardes.- los modales siempre van primero. No contestó.- Es evidente que en tu casa no te enseñaron a responder después de oír el "Buenas tardes". Tengo que pedirte un favor. ¿Puedes cooperar y nada va a pasar?.- creo que era evidente que no iba a responder, nadie de verdad valiente hubiera respondido. Pero a mi siempre me ha gustado ponerle una introducción a los hechos y no entrar de lleno al desarrollo.
-Necesitamos que cooperes, sabes porque estás aquí.- pero se limitó a reír sarcásticamente.
-Si, se porque estoy aquí. Pero no creas ni por un instante que voy a decirte.
-Eso es lo que tu crees. No voy a dejarte hasta que me digas.
-Entonces te pudrirás aquí conmigo en está asquerosa cueva.
-Esta asquerosa cueva es una de las seis maravillas de los Estados Unidos de América. Preferiría morir aquí que en cualquiera de tus ciudades. Tenle un poco más de respeto por favor.
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El estruendo de la calma
General FictionEn un pequeño pueblo de Rusia vivía un niño llamado Louis no muy diferente de los demás. Era sumamente listo y tenía una habilidad especial en ajedrez. A los seis años conoce a una niña que da un vuelco a su vida, al poco rato se convierte en su mej...