El smoking negro me apretaba del cuello. Era sumamente incómodo, pero por alguna extraña razón me gustaba traerlo puesto. Me veía al espejo tratando de encontrar algún desperfecto, todo estaba en orden: la corbata bien puesta y derecha, el saco negro y la camisa blanca sin ninguna manchas ni arruga, los zapatos lustrosos, el pantalón planchado y bonito, el cabello... despeinado. Me metí en el baño y saque de una encimera abajo del lavabo un bote con cera para cabello. Pase los dedos por la crema blanca espesa y me la desperdigue por todo el cuero cabelludo. Saqué el cepillo de uno de los compartimentos de la encimera y me peine hacia adelante.La fiesta de los dieciséis va a ser muy elegante así que tengo que ir en mis mejores presentaciones. Vamos a ir el señor y la señora Lee, su hijo menor llamado Alexander, unos amigos del señor Lee junto con Dulce, su hija mas o menos de unos trece años como yo, y yo. Dulce es la razón de la cuál me asegure se ir bien, ha sido mi amiga desde que me quede con la familia Lee. Hemos entablado buena amistad, pero yo estoy casi seguro de sentir algo más por ella, aunque todavía no estoy seguro.
Bajo corriendo las escaleras blancas y me siento en el sofá que está en la sala informal. Checo mi celular si no hay llamadas perdidas o mensajes. Solo hay uno de Dulce.
-¿Listo?
Claro, como no voy a estarlo-
-Mas te vale Louis, XD
XD-
-Te veo allá
En eso baja la señora Lee con un vestido de noche negro con parte de la espalda descubierta y escotado.
-¿Qué tal?.- me pregunta con una sonrisa
-Lindo.- suelta una risita y se va
-¡Vamos, ya súbanse!.- grita el señor Lee
Voy corriendo hacia la puerta principal para después salir y poder subirme al carro negro. Adentro John nos espera para ya poder salir de la gran casa de los Lee. Alexander se sube en la parte de atrás con un smoking negro, muy formal si le quitamos su cabello pelirrojo despeinado en chinos. La señora Lee se va con Alexander y yo en la parte de atrás mientras que en la parte del piloto va John y al lado va el señor Lee.
John enciende el motor y acelera suavemente. Salimos a carretera unos minutos para ir al aeropuerto.
-¿Pediste los bolestos, verdad?.- le dice el señor Lee a John.
-Por supuesto señor.
Ya en el aeropuerto hay un mar de gente. No puedo ver mucho debido a la gran suma e cabezas. Solo sigo a la señora Lee hasta una taquilla.
-Buenas tardes, reservamos cuatro boletos a New York.
-¿Podría darme su nombre?.- le responde la señorita del mostrador a la vez tecleando algo en la computadora.
-Fannie, Fannie Lee
-Su vuelo es a las dos en punto de la tarde. Aquí tiene sus boletos. Disfrute su vuelo.
La señora Lee agarra los boletos y los lee un momento.
-Sala F, son las dos cincuenta, apenas y llegamos.
Todos corremos a la sala F, una gran sala con muchos asientos metálicos y al fondo un ventanal que da a la pista de aviones. Continuamos entre corriendo hasta la puerta esa que detecta si llevas armas o cosas por el estilo. Solo tenemos la bolsa de la señora Lee como cargamento, así que no tardamos mucho en pasar. No ahorramos en etiquetar y poner nuestro equipaje, o de que te digan "Su equipaje es demasiado grande para el cupo" seguimos derecho y nos formamos en la fila para el avión que va a Nueva York
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El estruendo de la calma
Ficción GeneralEn un pequeño pueblo de Rusia vivía un niño llamado Louis no muy diferente de los demás. Era sumamente listo y tenía una habilidad especial en ajedrez. A los seis años conoce a una niña que da un vuelco a su vida, al poco rato se convierte en su mej...