Amarga Victoria

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La luna de los primeros días del otoño es especialmente brillante. Sus rayos entraban por las ventanas arqueadas, proyectándose sobre el piso de la alcoba ensombrecida.  Candy se acercó, abriendo de par en par los ventanales para permitir que el aroma del jardín interior entrara de lleno con su perfume de pino y pasto mojado.  La noche parecía ser interminable. Había llovido, cesado de llover, para que luego el viento arrastrara las nubes dejando el cielo despejado y la luna más grande y luminosa que antes. Candy ansiaba la llegada de la aurora, pero el reloj no parecía avanzar como ella quería.

 Los recuerdos de su discusión con Terry volvían a revelarse en su memoria una y otra vez, sin permitirle encontrar el descanso nocturno.  El vaciar su corazón de todo el enojo acumulado no había tenido el resultado liberador que ella había esperado. Todo lo contrario, solamente había conseguido aumentar la amargura.

Volvía a escuchar sus palabras y le parecía que no había sido ella quien las había dicho;  tan cargadas de ira y de injusticia le sonaban.  Si bien era cierto que tenía derecho a estar molesta con Terruce después de su conducta inconsistente, ahora le parecía que se había extralimitado en el calor del momento.

“Me he portado como un caballero contigo” le parecía escuchar que Terry le volvía a decir con indignación.  Repasó mentalmente las muchas veces que habían estado solos y no tuvo más remedio que aceptar que había algo de verdad en las palabras del joven ¿No estaba él, después de todo, haciéndole un favor al casarse con ella para salvarla de Neil? ¿No se había tragado su orgullo aceptando la herencia de su padre, con tal de ayudarla?

“¿Qué te ha pedido él a cambio de todos estos favores?” Se preguntó ella mientas una lágrima le escurría por la mejilla.

“¡Nada! No te ha pedido nada,” se contestó inmediatamente y la honestidad de la respuesta fue peor que una bofetada “¿Y cuando él te dijo que era muy riesgoso el buscar un empleo ahora, cómo fue que le contestaste?”

“Es verdad, fui demasiado grosera... Sin embargo,” repuso ella, aún buscando justificación para su reacción, “El no tenía por qué tratarme tan duramente. No tiene derecho alguno a jugar con mis sentimientos ni a sermonearme como si yo fuera una niñita. Soy su esposa solamente de nombre y él así lo ha dejado muy en claro más de una vez. No necesito ni su protección ni sus atenciones inconsistentes.”

“¿Entonces, por qué sientes un vacío en el pecho, como si hubieses cometido un grave error... Como si lo hubieses lastimado?”

Candy no pudo contestar esa pregunta en toda la noche. Del otro lado del vestidor que separaba ambas habitaciones la noche no pasaba más amablemente. Sentado frente a un fuego que ardía mortecinamente, el joven sentía el paso de las horas nocturnales sobre su espalda. Volvía a mirar aquellos ojos iracundos y se preguntaba cuándo había sido la última vez que lo habían mirado con dulzura. Recordó la noche del estreno en que habían bailado juntos pieza tras pieza y se hundió de nuevo en las aguas verdes de sus ojos, sintiendo una vez más en los labios la piel cálida de su mejilla.

En dos ocasiones dejó la habitación para salir al pasillo, deteniéndose luego justo frente a la puerta de ella. Pero también dos veces se arrepintió del intento y regresó a su cuarto, aún herido al recordar las últimas palabras de ella:

“No voy a llevar el nombre de Granchester por mucho tiempo. Eso es algo que no debes olvidar” a la mañana siguiente Harry no pudo disimular su asombro cuando su patrona le pidió alistara el auto para salir.

  -¿La Señora piensa salir?-  preguntó sin recordar que Granchester le hubiese mencionado nada al respecto.

-Así es. Solamente me llevarás a Queens y me esperarás en un sitio que yo te señalaré – respondió Candy acomodándose un sombrero con plumas y tules en diversos tonos de violeta.

La Trampa ( Candy Candy Fanficcion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora