Del Mudo Amor Aprende A Leer Lo Escrito

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-Explícame ahora mismo cómo es que sucedieron las cosas, Spencer. Quiero la verdad y sólo eso – exigió el joven patrón a su mayordomo cuando apenas hubo pisado el umbral de su casa. Con manos nerviosas el joven se quitaba los guantes mientras, Fletcher, uno de los mozos de la casa, lo ayudaba a quitarse el sobretodo.

Spencer y Fletcher intercambiaron miradas, mezcla de asombro y temor, un tanto desconcertados ante la apariencia desusual de su jefe que siempre vestía impecablemente y que ahora parecía haber olvidado anudarse la corbata. La irritación en los ojos del joven dejaba ver la falta de sueño, pero el tono francamente molesto de su voz demostraba que su estado era de alerta.

-      -¡Vamos, hombre! Deja de estar mirándome cómo si fuera un fantasma y dime lo que pasó – repitió Terry irritado.

-      -Bueno, señor, su esposa quiso ir al Country Club y Harry la acompañó como usted lo ha indicado- se apresuró a explicar el mayordomo haciendo señas al mozo para que se retirara. De nuevo se sorprendió al darse cuenta de que su patrón había olvidado ponerse saco y chaleco. – Después del Country Club la señora quiso detenerse a caminar en Central Park y le pidió a Harry que la dejara hacerlo sola.

-      -¡Eso es precisamente lo que no puedo entender, Spencer! – Explotó Terry dando un manotazo al aire - ¡Harry sabía bien que no debía dejarla sola por ningún motivo! ¿Por qué diablos me desobedeció?

-      Entiendo su disgusto, señor,- explicó el mayordomo tratando de  calmar al joven – pero la señora es muy convincente, además... tomando en cuenta lo mal que había estado en estos días...

-      ¿De qué hablas? – preguntó Terry frunciendo el ceño. -¿Cómo es eso de que Candy ha estado mal?

-      La señora ha estado algo... algo delicada, señor, – explicó Spencer sabiendo de antemano que tendría que detallar a su patrón todos los pormenores del asunto por difíciles que fueran. – Deprimida podría, tal vez, ser la palabra más adecuada. Desde que usted se fue, ella se encerró en su habitación por varios días comiendo apenas como pajarito y eso que Lucy se esmeró como nunca cocinando todo lo que la señora prefiere. Estábamos todos muy preocupados por ella, pero no sabíamos qué hacer ya que usted no estaba y ella se negaba a ver a un médico.

  Aún cuando Spencer pensaba que su patrón no podía palidecer más, las noticias de los días de depresión que Candy había sufrido dejó a Terry más blanco que la tela de la camisa que llevaba puesta.  "Es mi culpa, como siempre," se decía el joven maldiciéndose en silencio. "Ella debió haberse sentido tan indignada, tan ofendida por mi atrevimiento, tan impotente por no poder abandonarme de una buena vez. Seguramente debes de odiarme,  por haberme propasado contigo, Candy."

-      Usted comprenderá – continuó el sirviente al ver que el joven no le interrumpía – que cuando ella quizo al fin salir de ese cuarto todos nosotros nos sentimos aliviados. Por ese motivo Harry consintió en dejarla caminar sola. Pensó que la caminata le haría bien y que no habría ningún peligro porque el parque estaba algo concurrido esa tarde. Sin embargo, cuando se dio cuenta de que ella se retrasaba y que la noche empezaba a caer se propuso buscarla. Harry tuvo un mal presentimiento, así que decidió pedirle a la escolta que lo ayudara con la búsqueda para abreviar tiempos.

-      ¿Se dio cuenta ella de la existencia de la escolta, entonces? – preguntó Terry incómodo al pensar que Candy pudiera haber descubierto la medida de protección adicional que él había urdido sin el conocimiento de ella.  Más receloso desde aquel incidente en el jardín botánico, él había contratado a tres profesionales que seguían el auto de Candy a una distancia discreta cada vez que ella salía.

La Trampa ( Candy Candy Fanficcion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora