Dulce Tregua

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-Sé que a veces me he comportado de manera inconsistente — reconoció él. 

Ambos jóvenes habían dejado el comedor y se encontraban sentados frente al fuego de uno de los salones de la casa. Ella tenía la mirada fija en la chimenea y con disimulado nerviosismo jugaba con el anillo de brillantes en su mano izquierda. Él la observaba de tiempo en tiempo.

-Tal vez te he parecido... distante — continuó escogiendo con lentitud sus palabras. Ella asintió en silencio, sin mirarle — No obstante... la noche del estreno... yo... me la pasé muy bien en tu compañía — ahora el anillo de Candy daba vueltas furiosamente sobre su dedo — te habrás preguntado qué pasó conmigo los días siguientes.

 -Sí — contestó la muchacha haciendo un esfuerzo para que la voz no le temblara.

-  Ni yo mismo lo sé, pero te aseguro que no deseaba  hacerte sentir ignorada — repuso él comenzando a encontrar que la luz del hogar proyectaba las más hermosas luces sobre los cabellos rubios de la joven.

- Yo... estoy muy confundida... con toda esta situación, Terry — se animó ella finalmente a hablar, aún sin mirar a los ojos del joven — Esto de vivir juntos... es... extraño... y el no poder salir... me tiene inquieta. Es como si estuviese prisionera.

-Te entiendo, — interpeló él y su cuerpo se inclinó ligeramente hacia ella, la distancia entre ambos aún patente — para mi también ha sido difícil.

-  Ayudaría entonces que al menos pudiéramos sentirnos cómodos el uno con el otro ¿No lo crees? — dijo ella levantando al fin los ojos, sus manos comenzando a tranquilizarse sobre el fondo oscuro de su regazo azul. Él la miraba de nuevo con esa misma intensidad perturbadora. Debía de incomodarla, pero Candy se sorprendió a sí misma disfrutando del calor de los ojos de Terry sobre su piel. 

Por su parte, incapaz de leer las inquietudes que despertaba en Candy, él se perdía en observar en silencio las líneas afiladas de los dedos femeninos. El dorso de la mano era tan blanco que parecía resplandecer bajo la luz del hogar , contrastando sobre la tela oscura de la falda. Repasó mentalmente la sensación de aquella piel bajos sus labios, tan sólo unos minutos antes, cuando le había besado la mano. Bastaba solamente un inocente motivo para encenderle la mente. Mantenerse así, sentado al extremo del "loveseat", desviando la mirada y ocultando sus temblores internos bajo una máscara de tranquilidad era insoportable.

- Hubo un tiempo en que podíamos hacer cosas juntos y disfrutar de la mutua compañía...  como buenos amigos — continuó ella sin saber que el movimiento de sus labios con cada palabra tentaba los límites del autocontrol del joven.

-Eso era cuando no estábamos riñendo — comentó el joven con una semi sonrisa apenas dibujándose en el rostro. Candy no pudo menos que imitar el gesto.

Imposible resistirse a esa atracción exasperante. La muchacha podía sentir un delicioso vértigo que le subía del vientre bajo el efecto de aquella sonrisa reticente. "Esto es alarmante," se dijo, "Si puede hacerme esto con sólo sonreírme, qué pasaría si me tomase en sus brazos justo como estoy deseándolo."

- Me temo que en el colegio ni tú ni yo estábamos en el cuadro de honor por nuestra conducta dulce y reposada - añadió él sintiéndose más cómodo hablando de tiempos más felices.

-Es verdad, pero al menos podríamos intentar averigüar si hemos mejorado en cortesía con los años — contestó ella, buscando desesperadamente una salida para continuar la conversación sin perder los estribos.

-Después de la última instancia creo que yo no he mejorado mucho — apuntó él un tanto avergonzando.

-  A decir verdad, yo no puedo decir que mi comportamiento haya sido mejor — respondió ella asombrada del sincero arrepentimiento que parecía respirar en las palabras de él — Siento haber sonado tan... poco agradecida después de todo lo que estás haciendo por mi.

La Trampa ( Candy Candy Fanficcion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora