A La Hora Del Crepusculo

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 Las cortinas aún corridas impedían que la luz de la mañana irrumpiera en la penumbra de la recámara. Sophie había intentado entrar de nuevo a la alcoba para auxiliar a su señora en su toilette, pero una vez más la patrona la había indicado que no necesitaba sus servicios. Las cosas estaban así desde hacía varios días. Encerrada en su cuarto Candy apenas si tocaba bocado pasando los días en un aislamiento auto impuesto. Los sirvientes comenzaban a preocuparse por ese comportamiento tan desusual en la joven.

En el interior de la habitación, las tostadas francesas y la leche continuaban intactas, enfriándose irremediablemente sobre una mesa. La muchacha, aún sin acicalarse a pesar de que era ya tarde, estaba sentada con los pies subidos sobre el diván de terciopelo, mientras que en un gesto ausente perdía la mirada en el vacío. El cabello caía en desorden sobre la espalda sin que a la joven pareciera importarle. Con la barbilla hundida en las rodillas, Candy mentalmente repasaba de nuevo la carta que Terry le había dejado y que había ya memorizado palabra por palabra.

"Podría también decir que me arrepiento de mis arrebatos, pero no de los sentimientos que los produjeron," versaba la carta, y con esas palabras Candy comprendía al fin que el corazón de Terry había estado en cada beso y caricia que ambos habían compartido. Amargamente, ella había fallado en leer lo que era tan obvio.

Sin embargo, la joven conocía a Terry lo suficiente como para entender que cualquiera que hubiese sido el grado de afecto que él sentía por ella, lo sucedido aquella noche había sido lo bastante bochornoso como para asegurarle que él no volvería más a intentar una reconciliación. Lo había rechazado de la peor manera y ahora no podía esperar que él estuviese dispuesto a perdonarla. ¡De ninguna manera! Terry, siempre tan altivo y rencoroso, no era de los que podían olvidar una humillación semejante. Sus palabras eran más que directas.

"Podría aquí hablar de esos sentimientos, pero nunca he sido elocuente en los asuntos del corazón y no he de serlo ahora cuando me ha quedado bien claro que mis pretensiones no son bien recibidas por ti. Así pues, no temas que estas líneas digan nada al respecto."

- Lo he perdido definitivamente – se decía la chica mientras los ojos se le llenaban de lágrimas recordando las sensaciones vividas la noche anterior. Podía aún sentir el intenso placer de la entrega a las apasionadas caricias del joven.

Todo había sido a la vez repentino y nuevo, intimidante e irresistible. El encuentro ansioso del cuerpo contra el cuerpo, el toque nervioso de unas manos que acariciaban y estrujaban al mismo tiempo, los besos buscando la línea del escote; cada contacto se le había revelado como parte de un nivel de sensualidad que ella nunca había imaginado posible. El sólo pensar que ese universo de sensaciones había tenido su origen no en un simple capricho, –como ella había temido- sino en un amor verdadero le hacía sentirse miserable.

Hasta el recuerdo de aquellos ardores venía ahora cargado con la amargura de saber que sus miedos y recelos habían terminado finalmente por apagar su última oportunidad de reconciliación con él.

¡Terry! He sido una estúpida – se seguía diciendo la muchacha una y otra vez en la soledad de su cuarto. Las lágrimas eran totalmente inútiles en casos como aquellos, pero aún así insistían en hacer su aparición constantemente y sólo cesaban cuando volvía a dormirse.

  

Dolido es decir poco. Amargamente resentido tal vez fuera un término más preciso para expresar el sentir de Terry la mañana en que había dejado Nueva York. No era todos los días que soltaba las riendas de su autocontrol exponiendo sus debilidades para acabar siendo rechazado de una manera tan incomprensible. Por más que le daba vueltas al asunto no conseguía entender el comportamiento contradictorio de Candy ¿Por qué había respondido a sus avances para después lastimarlo así?

La Trampa ( Candy Candy Fanficcion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora