CAPITULO 4

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Ya había pasado una semana, lo que significaba que el gato de Liam llevaba en su casa solo siete míseros días —que le parecieron una eternidad—. Eso también significaba que llevaba una semana sin tener sexo, lo cual hacía la situación aún más estresante.

Muchos dirían que eso no era nada, que hay abstinencias peores, Zayn mandaría a todos a la mierda. No se trataba solo de sexo, se trataba de todo contacto con su pequeño, y eso lo mataba.

Luego de llegar a casa y recoger los vidrios del suelo que Teddy Bear había tirado se dio cuenta de que Liam no estaba, de seguro porque había ido a trabajar a la florería de su madre.

Zayn daba tutorías en su universidad y Liam —que no estudiaba porque seguía sin saber a qué quería dedicarse— trabajaba para su familia cuatro días a la semana, no era mucho lo que ganaban entre los dos, pero les alcanzaba para ser felices, no necesitaban nada más, los abuelos de Liam les dejaron más de lo que ellos podían pedir, y lo agradecían siempre.

No paraba de estornudar, aun con el tapabocas y su botella de té preparada por Louis sentía que se venía abajo por el malestar. Ese animal estaba encerrado en el cuarto de Liam pero aun así sentía su presencia en todos lados, la aspiraba como si fuera un feo perfume.

Cuando terminó de arreglar todo se puso a terminar un proyecto para la universidad. Se distrajo un rato escribiendo e investigando.

Ya a las dos de la tarde el hambre lo atacó, en la nevera no había más que diferentes tipos de salsas, algo de queso y una lechuga. Lo más probable es que Liam pusiera todo el contenido de la nevera en el gran desayuno de hace unos días.

Sonrió ante el recuerdo, su novio era la persona más dulce del planeta.

Se preparó un sándwich y se sentó en el comedor, no pudiendo evitar ver a su alrededor y sentirse solo, muy solo.

Comió con rapidez y se dispuso a salir a comprar comida, evitando a toda costa empezar a compadecerse de si mismo, pero antes de salir escuchó un maullido extraño, se oían más chillidos, como si el gato estuviera en problemas.

Zayn no podía ayudarle, si lo hacía quien terminaría con la cara hinchada y la piel enrojecida sería él, pero se detuvo a pensar en Liam y lo triste que estaría si a esa bola de pelos le pasaba algo.

Antes de que pudiera arrepentirse caminó y abrió la puerta de la habitación prohibida con sumo cuidado, viendo en todas direcciones, aguantando la respiración y con el pulso acelerado. Ese cuarto estaba repleto de peluches, la mayoría regalos del novio de Harry a quien ya no le cabían en su propia casa, distinguir al felino era una tarea problemática.

Llevaba días sin entrar a esa recamara, extrañaba entrar ahí en las mañanas para despertar a su bebé, como en la época en la que los abuelos vivían y dormían por separado. Desde que formalizaron su relación rotaban entre dormir juntos en una habitación u otra, a veces demasiado sumidos en atenciones subidas de tono como para prestar atención a la puerta que abrían.

Volvió a escuchar el maullido, pudo divisar al gato gris sobre el armario temblando de miedo porque no podía bajar.

Zayn no entendía como siendo un gato había logrado subirse y ahora tenía miedo de bajar.

—Que ridículo ¿me hiciste entrar aquí solo por esto Teddy Bear? —le regañó y se aproximó para cogerlo y bajarlo.

Sus estornudos empezaron y su nariz empezó a picarle. Extendió los brazos para cogerlo con sus manos, el felino lo arañó.

—¡Maldición no seas así!

Volvió a intentarlo pero obtuvo el mismo resultado, dos marcas en su muñeca. Estaba cansado y con los síntomas de su alergia yendo en aumento, los arañazos en su mano tampoco ayudaban a que se sintiera mejor.

Quizás Teddy Bear sí que le odiaba. Con eso en mente le envió una mirada llena de rabia al gato gris, este sacó sus colmillos.

—¿Zaynie? —lo llamó una dulce voz a sus espaldas haciéndolo voltear.

Liam llegó y no lo sintió en absoluto, demasiado centrado en su misión imposible.

—¿Li? ¿Qué haces aquí? —preguntó rascándose el brazo.

—Es lo que yo debería preguntar ¿qué haces en mi cuarto? ¡Tu alergia puede empeorar!

—Es que este señor estaba chillando —señaló al gato sobre el armario, que seguía temblando asustado, sus ojitos en Liam— yo solo quería ayudarle.

—Tu cara se ve hinchada ¡sal de aquí! —le ordenó el castaño muy preocupado.

—No hasta que esa cosa deje que lo baje ¡Si me voy a desmallar gracias a la alergia por lo menos que valga la pena! —reclamó ya bastante enojado, no con Li por supuesto, con la maldita situación.

—¡Zaynie!

Zayn en un rápido movimiento tomo al gato y lo dejó en el suelo llevándose consigo varios rasguños.

—Ahora si me disculpas iré al médico y luego por comida —avisó saliendo de la habitación y un minuto después cerrando la puerta de la entrada.

Liam estaba impresionado por lo irritado que se había comportado Zayn, nunca en los años que llevaba conociéndolo había visto ese actuar tan exasperado. Un escalofrío de excitación le recorrió el cuerpo, le gustaba esa faceta, se permitió fantasear ante los nuevos descubrimientos.

Lastima que Zayn no podría complacerlo.

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—Piensa un poco en ti la próxima vez.

—Sí sí como digas.

Louis curaba con alcohol los rasguños en la mano de Zayn, teniendo cuidado de no presionar demasiado y lastimarlo. El pelinegro no había ido al médico, prefirió que su amigo lo atendiera, no tenía el tiempo ni las ganas de tomar un autobús para tratar su alergia.

De pequeño tuvo que aprender a controlar todo lo referente a su problema, ya que los gatos eran un animal doméstico que siempre se encontraba accidentalmente. Lo menos que podía hacer era aprenderse de memoria todos los medicamentos y remedios caseros que podían ayudarle, además de aprender a tolerar la presencia de los pequeños felinos hasta donde pudiera, lo cual era más complicado. Louis también le era de mucha ayuda, ya que era un apasionado de la medicina y sabía mucho más que él.

—Listo, desinfectados —dijo Louis levantándose del sofá y guardando el botiquín de primeros auxilios.

—Gracias —articuló levantándose y moviendo con cuidado su muñeca para comprobar el dolor.

—¿Te vas a quedar aquí hoy?

—Sí, pero primero debo hacer compras para que Li no muera de hambre.

Louis frunció el ceño.

—¿Y él no puede hacerlo?

—Es Liam Payne, los príncipes no hacen esas cosas —bromeó Zayn con tono cariñoso, haciendo enojar al ojiazul—. Cálmate Lou, es el amor de mi vida, no me molesta hacerlo.

—No es ese el problema, el problema es que hagas todas esas cosas por él y te pague eligiendo a su gato.

Zayn se tensó, no quería que eso le afectara, pero lo hacía, y mucho.

Le dolía no poder besarlo o dormir con él, le dolía tener que estar quedándose en casa de sus amigos para que se diera cuenta de que lo extrañaba, le dolía que ese animal fuera más importante que él.

—Mejor me voy antes de que se haga más tarde —se echó el pelo hacia atrás con la mano para relajarse—. Nos vemos más tarde Lou.

Ese mismo día mientras Zayn hacía las compras, Liam regañaba a su gato por haber lastimado a su amor.

ALERGIA / ZIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora