Nicolás
- Échale un ojo a Eira
- Ya te he dicho que sí- contesto con un suspiro a Thiago - ve, tranquilo.
- No, júramelo- me agarra levemente de la camiseta - hay muchas cosas que no entiendes. Necesito seriamente que la vigiles, por favor. Eira es muy importante para Sarah y... también lo es para mí.
- Está bien, hermano. No te preocupes- trato de relajarlo - sea lo que sea lo que le ocurra a Eira, no va a haber problema alguno en tu ausencia. Me encargaré de que esté sana y salva cuando volváis.
- Confío en tu palabra, eh - dice tomando la maleta y disponiéndose a abrir la puerta.
Yo asiento en respuesta.
- Eira llegará en una hora, según me ha dicho - dice sacando la maleta a la calle -ah, y nada de coqueteos.
- Sabes que no te puedo prometer eso - digo riendo.
Él me mira con cierta comicidad.
- ¿Qué? No es un secreto. Esta muy buena. Me gusta.
- No es tu juguete - dice antes de cerrar la puerta.
-¿Quién ha dicho que lo sea?- susurro para mí mismo.
¿Qué será aquello que tanto le preocupa a Thiago? Me pregunto mentalmente mientras miro los mensajes en mi teléfono móvil.
Una llamada de mi representante asalta mi pantalla.
- Hola Michael - contesto.
- Tienes que firmar el contrato de la nueva película. O lo tomas o lo dejas, pero no marees a la productora.
- Puedo tomarme mi tiempo. Son conscientes de que si aparezco en la película obtendrán una importante suma de dinero. Por lo tanto y dada mi reputación en la industria, puedo permitirme unos días reflexionando sobre si firmo o no firmo.
- Es una gran oportunidad, lo sabes. ¿Por qué no ibas a querer firmar? - pregunta con tono preocupado.
- No me gusta el papel - le contesto - ¿Te has leído el guión? Es la típica película de adolescentes que podría dañar mi reputación. Por otro lado, me daría a conocer entre un público más joven. Estoy valorando si me conviene o no.
Él suspira.
- Está bien, les diré que necesitas más tiempo.
- Ese es mi chico - digo antes de finalizar la llamada.
Hacía dos años que me había convertido en un rostro reconocido en la industria del cine. En mi corta carrera había rodado bastantes películas y alguna que otra serie.
Sin embargo, mi fama dejaba mucho que desear: aunque me he esforzado por conservar una buena imagen durante todo este tiempo, los paparazzi siempre se las han apañado para captar imágenes mías cuando estaba con alguna chica.
Y sin quererlo, han forjado una imagen de rompecorazones y mujeriego. No soy quién para cuestionar esa imagen. Sé que lo soy. Pero tener esa imagen pública me desagrada bastante.
La gente ha pasado de interesarse por mi carrera a interesarse por mi vida amorosa. Y eso es algo que estoy intentando cambiar.
Tomo la llave de casa y las del coche. Tras cerrar la puerta me encamino al vehículo. Conduzco hasta el centro comercial más cercano con la intención de hacer algo que nunca pensé que iba a hacer por una chica. Me disponía a comprarle unos patines nuevos a Eira.
Cuando llegó a casa el otro día, observé su bolsa de deporte y me percaté de que sus patines se encontraban algo desgastados. Aunque con el premio que acababa de ganar seguramente se iba a comprar unos quería hacerlo yo por ella.
Había mucha tristeza en sus ojos la última vez que la vi. Parecía que iba a romperse en cualquier momento.
Sentí el impulso de abrazarla, pero lo controlé bajo la mirada de Thiago, el cual no para de repetirme que no juegue con ella. Y precisamente, por eso me controlo, por miedo a hacer eso.
Tengo la extraña sensación de que Eira se siente igual que yo me sentí, por distintos motivos, cuando tenía su edad.
Tras unos minutos, finalmente, me encuentro en la sección de deportes. Explico al vendedor lo que busco y él me enseña distintos modelos.
- Deme los mejores que tenga - le indico finalmente.
Este asiente algo extrañado ante la petición que le hago, aunque no rechista y busca el modelo.
Saco la tarjeta de crédito y, en cuánto finalizo la compra, retomo mi camino hacia casa. Cuando llego las luces están encendidas.
Deposito la caja en el sofá y subo las escaleras con la intención de llegar hasta la buhardilla.
- ¿Ya estás en casa, ojazos?- digo abriendo la puerta sin avisar.
Ella se asusta y de repente me da la espalda. Observo botes de maquillaje sobre la cama.
- ¿Qué tal el viaje?- pregunto tratando de romper el hielo.
- Bien - contesta aún de espaldas.
- Sé que no te caigo bien, pero ¿ni siquiera vas a saludarme?
Ella se mantiene inmóvil, ante lo que yo tomo su mano y la giro hacia mi.
- ¿Quién cojones te ha hecho eso?- digo tomándole la cara para observar su piel amoratada.
Ella repentinamente sonríe.
- Nadie. Me tropecé con un bordillo y caí sobre un camino de piedras.
- No soy idiota, Eira. Estas heridas no aparecen por una simple caída - digo palpando su piel.
- No es nada. No se lo digas a Thiago, por favor.
Yo suspiro.
- Quítate el maquillaje, el único que está en esta casa soy yo y ya me he dado cuenta de tu aspecto. Las heridas necesitan estar muy limpias, echar maquillaje no es la mejor solución para que sanen rápido.
Ella asiente algo sorprendida. Yo camino hacia la puerta y antes de atravesarla me giro hacia ella.
- No le diré nada a Thiago si me prometes no salir de esta casa por ahora y, si en algún momento piensas hacerlo, me avisarás antes.
- No eres mi padre - me espeta.
- No lo soy, pero tengo motivos suficientes como para coger el teléfono y llamar a la policía o a Thiago, ya que yo no sé lo que está pasando. No me tientes a hacerlo. ¿Está claro?
Ella asiente a regañadientes y yo cierro la puerta.
Bajo las escaleras de nuevo hasta el salón. Ahí tomo el paquete con los patines con intención de entregárselos.
Abro la puerta y la habitación se encuentra vacía.
- Mierda, las escaleras de emergencia- pronuncio al ver la ventana abierta.
Oigo el sonido del motor de una moto en el garaje: la moto de Thiago, pienso al instante.
Rápidamente bajo a la calle, tomo mi coche y conduzco persiguiendo a Eira a través de las calles de New York.
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Corazón de hielo
RomanceVivir es una lucha constante. Eira Lewis ha luchado todos y cada uno de los días de su vida por salir adelante dentro de una familia inestable y destruida por las drogas y la violencia Su vida da un vuelco cuando, tras una exhibición de patinaje en...