Prólogo

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Florencia, 1283.

De pie junto al puente, el poeta observaba a la joven que se
acercaba. El mundo se detuvo al ver sus ojos, grandes y oscuros, y su pelo castaño, peinado formando elegantes ondas. Al principio no la reconoció. Era tan hermosa que cortaba el
aliento con sus movimientos gráciles y seguros. Y algo en su rostro le recordó a la niña de la que se había enamorado años atrás. La vida los había llevado por caminos distintos y él siempre había llorado la pérdida de su ángel, su musa, su amada Beatriz. Sin ella, su vida había sido solitaria e insustancial. «Y ahora aparece mi bendición.» Mientras ella seguía acercándose, acompañada de sus amigas,
el poeta inclinó la cabeza en un saludo caballeroso. No tenía ninguna esperanza de que ella se lo devolviera. Era perfecta e inalcanzable, un ángel de ojos castaños, vestida de blanco resplandeciente, mientras que él era un hombre mayor, hastiado del mundo, que no le llegaba a la suela del zapato. Cuando ya casi había pasado de largo, los ojos del poeta se
clavaron en una de sus delicadas zapatillas, una zapatilla que vacilaba justo delante de él. El corazón se le desbocó mientras aguardaba, sin resuello. La voz que le habló, suave y educada, dispersó sus dudas. Era ella.
Levantó la cabeza y la miró asombrado. Llevaba años esperando
ese momento, soñando con ese encuentro, pero nunca se imaginó que se produciría de un modo tan fortuito. Y menos aún que ella lo saludara con tanta dulzura. Desconcertado, le devolvió el saludo y se permitió el lujo de
dedicarle una sonrisa, una sonrisa que su musa le devolvió multiplicada por diez. Sintió henchírsele el corazón, mientras su amor por ella crecía y ardía como una hoguera en su pecho. Desgraciadamente, la breve conversación llegó a su fin cuando
ella anunció que tenía que irse. El poeta se inclinó para despedirse, pero en seguida se incorporó para contemplarla mientras se alejaba. La gran alegría que había sentido al reencontrarse con ella se vio empañada por la tristeza de no saber si volvería a verla nunca más...

EL INFIERNO DE ANTHONYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora