8. La cita

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La luna estaba llena, la noche calurosa, me encontraba sola en la hacienda y con unas inmensas ganas de corresponder a la invitación de Federico. Me moría por dentro de solo pensar que íbamos a cenar juntos a la orilla del agua, que me miraría con sus grandes ojos verdes y con mucha suerte me besaría. Aunque confieso haber perdido un poco las esperanzas después de su escrito. Él buscaba hacer las cosas bien y ser amigos mientras permaneciera casada. Estaba perfecto su plan, el problema era yo y mi poca voluntad para resistir a sus encantos.
Decidí finalmente asistir a nuestra 'cita' si hacía podía yo llamarle. Verdaderamente deseaba que así fuera.
Me vestí con una falda azul, una camisa blanca, unos zapatos bajos negros y me recoji levemente el cabello en una media coleta, me perfume y salí rumbo al encuentro.
Al llegar al lago no lo vi. Por un momento me decepcione, pero no me sorprendió para nada sabiendo como era él. Espere un momento y no llegó. Comencé a caminar de regreso a mi casa, llena de enojo y frustración. Me sentía una tarada.
Sentí de repente como unos fuertes brazos rodearon mi cintura, era él.

- Hola. ¿cómo estás? - dijo con su grave voz dándome un cálido abrazo.

- Hola. Bien, ¿tú?. Pensé que ya no vendrías.

- No, disculpa. Tuve un inconveniente con Deborah. - dijo casi en voz baja.

- ¿Con Deborah dijiste? - pregunte curiosa.

- Si. Terminé con ella. Si quiero hacer las cosas bien, tengo que empezar por estar soltero, ¿no? - me sonrió de lado y pude sentir una ligera presión en mi estómago.

- Me parece bien. ¿Cómo te sientes con eso?

- Bien. Nunca hubo verdadero amor ni nada. Era hora de acabar con ese asunto. Pero en fin, hablemos de ti. Estás preciosa esta noche. - me observo de pies a cabeza y me guiño un ojo.

- Gracias. Tú igual. - podía ver parte de su ancho pecho asomarse por el pequeño espacio que quedaba en su camisa abierta. Me imagine millones de cosas por segundo y no eran necesariamente de amigos.

- ¿Te parece si cenamos? - me mostró una canasta que traía en sus manos.

- ¿Qué has hecho? - sonreí.

- Aunque no lo creas, soy buen cocinero. Traje tarta recién sacada del horno. Bueno, no tanto porque en medio de la discusión se enfrió un poco. Perdón. - se disculpó apenado.

- Tranquilo. Habrá que probar que tal esa tarta. - Me reí y tome su canasta hasta ubicarme junto al lago con una lonilla para no mojarnos con el rocio de la noche. - Ven. - lo llame a sentarse a mi lado.

Disfrutamos de la maravillosa cena. Estaba exquisita su comida. Hablamos de todo y descubrí que además de ser un hombre hermoso con un porte sumamente varonil. Era sensible, amoroso y trabajador. Teníamos más en común de lo que yo pensaba. Ya habíamos quedado en que nuestra próxima cita sería en la galería de arte del pueblo. Amábamos por igual la pintura y el vino tinto. ¿Qué más hermoso que compartir eso con alguien?.
Era momento de despedirnos, pero yo no quería hacerlo. Dimos una vuelta y el muy amable me acompaño hasta el terreno cerca de mi casa, para que nadie notará nuestra presencia juntos durante la noche. Sería un escándalo.

- Bueno, creo que es hora de irme a casa y que vayas a descansar. - se inclino a saludarme.
- Si, creo que si. - lo mire tan cerca de mi y juro que supliqué al cielo por no arrepentirme de lo que estaba queriendo hacer. Pensé que nunca en la vida me había sentido así con alguien y que debía aprovechar las oportunidades que tenía con él. No pude resistir más y aunque sabía sabía luego la culpa me comería viva, lo besé. Lo besé y pude sentir sus labios contra los míos corresponder a mi beso. Al principio se resistió, pero insistí y el bajo la guardia. Lo tomé por el cuello y el me tomó de la cintura acercándome a él.
Poco a poco nos apartamos del camino, metiéndonos de nuevo al campo, dónde me arrincono contra un árbol. Instintivamente lo tomé con mis piernas y él me cargó sobre sí, comenzamos a frotarnos y en ese instante supe como te reciben en el paraíso. Él ya empezaba a subir mi falda y acariciar mis piernas con pasión, para ese entonces yo ya no usaba mi razón pero de pronto se detuvo y se aparto de mi.

- Discúlpame Cristina. Esto no debió suceder, prometí que me comportaría. - dijo preocupado y lleno de vergüenza.

- No quiero que te comportes Federico, te estoy dando el permiso de hacer conmigo lo que quieras, pero no como amigos. - me acerque de nuevo a él y lo mire , mientras lo rodeaba con mis brazos. - ¿aceptas? - lo observe con intensidad, esperando una respuesta positiva. Ambos sabíamos muy bien que queríamos en ese instante.

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⏰ Última actualización: Aug 23, 2023 ⏰

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