El camino a casa con Raquel, fue en silencio total. No podía sacarme de la cabeza el minúsculo encuentro en la tienda. No podía dejar de desear que sus labios hubiesen tocado los míos. Debía estar loca, mejor era enfocarme en lo realmente importante. Mi fin de semana matrimonial.
*
El atardecer se hizo presente y estábamos recién llegados al mismo paraíso. Acapulco era increíble, cuando Diego y yo comenzamos a salir íbamos muy seguido y la pasábamos genial, todo era muy romántico.
Si bien ahora nuestro matrimonio se encontraba casi en un punto muerto, debía valorar en esfuerzo de Diego por preparar algo tan lindo para ambos.
Entramos a la cabaña y era preciosa. Todo lucía muy rústico, la habitación estaba llena de pétalos de rosa con aperitivos y dos copas de vino rosado en una mesita. El baño tenía velas aromáticas por todas partes y sales color carmesí en la bañera.
El lugar lucia como si el tiempo no hubiese pasado en él, como si aún fuéramos dos jóvenes profundamente enamorados el uno del otro.
Por un instante me deje llevar por los recuerdos nostálgicos de lo que fue en ese sitio. Lo observe desde el marco de la puerta, acomodar nuestras cosas en el armario junto a la cama. Me acerque lentamente y lo abracé. Lo hice mirarme a los ojos y lo besé con ansiedad. Queriendo encontrar en sus labios con desesperación todo aquel amor que solíamos sentir y del cual casi no quedaba rastro en mi.
Me tomo de los muslos, me subió sobre él y me arrastro a la cama. Yo me deje ir entre sus besos, sin pensar en nada más que el deseo de ser amada de nuevo. Estaba furiosa, decepcionada de mi por no saber que hacer, creía que lo que sentía por Federico, que aún no sabía bien que era, sería algo pasajero. Entonces tomé la iniciativa, me posicione sobre él con anhelo. Diego instintivamente me tomó de las nalgas y me apretó contra él, haciéndome sentir su dura erección. No puedo negar que el hecho de ver lo que le provocaba me excito bastante. Comencé a bajar lentamente mi mano hasta su miembro, abriendo su pantalón poco a poco y acaricie una y otra vez su parte íntima. Supe que a Diego le agradaba lo que hacía cuando de sus labios salió con una gruesa voz cargada de deseo, un 'sigue Cristina'. Le hice caso, hasta que pude oír como respiraba con dificultad, lo que me calentaba aún más, por lo que rápidamente corrí mis bragas a un lado y me penetre despacio sin perder el ritmo. Mi vestido cayó al suelo, me percaté que no llevaba sujetador, lo que facilitó el asunto. Diego acarició mis senos con ambas manos y en un rápido movimiento se colocó sobre mí y me susurró al oído 'es tu turno de disfrutar'. Entonces succiono mis pechos y rego un camino de besos por todo mi abdomen, hasta que llego a mis muslos, y también beso cada parte, pero cuando llego a mi zona intima y posó su cálida lengua para luego hacer movimientos circulares en mi entrada, sentí desfallecer. Los gemidos salían de mi boca sin control alguno, sus movimientos eran más audaces de lo que recordaba. Le rogué que me penetrará otra vez, y respondió 'tus deseos son órdenes'. Mientras aumentaba las embestidas y solo disminuía para besar apasionadamente mis labios y mi cuello, haciéndome perder la poca cordura que me quedaba. Llegamos a la cima enseguida. Hacia tanto tiempo que no teníamos relaciones y mucho menos de esa forma tan apasionada, como dos adolescentes fugitivos.
Dios mío, ahora quería repetir ese momento una y otra vez.
Me acosté sobre su pecho exhausta, me cubrió con la sábana y besó mi frente con profundo amor. 'Te extrañé' susurró antes de comenzar a dormirse. 'Yo también', respondí y pasado un momento me dormí de igual forma.
.
Los primeros rayos de sol se asomaron por la gran ventana, abrí despacio mis ojos y observé a Diego despertar.
- Muy buenos días. - hablo aún con los ojos cerrados, mientras sonreía con una pícara sonrisa en sus labios.
- Hola hola. - reí ante su expresión y lo besé dulcemente. Pero al parecer esa no era su intención.
Abrió sus ojos y me colocó bajo su cuerpo, acariciando mis piernas y subiendo lentamente hacia mi zona íntima, moviendo sus dedos con delicadeza entre mi. Gemi de placer, pero antes de otra ronda de sexo mañanero prefería darme una ducha para quitarme el sudor de la gran noche que habíamos pasado. Con un gran esfuerzo, tuve que dejar de disfrutar el masaje de clitoris que mi esposo me daba. Lo besé hasta dejarlo sin aliento.
- Debo ducharme. Sola. - reí y me levanté de la cama con pesar, dejando atrás las sábanas regadas en el suelo de la habitación.
- ¿Y me dejas así? ¿Y te vas de ese modo?. - dijo con doble sentido, mientras reía y me observaba con la mirada oscura de pasión por mi desnudez.
- Te prometo que voy a compensarlo. - le giñe el ojo y entre rápidamente al baño.
Una vez dentro, me recargue sobre la puerta y me sentí profundamente culpable. Culpable de haber imaginado a Federico a cada momento, a cada beso y a cada caricia.
Lloré de rabia sentada en el frío suelo del baño, cubriendo mi boca, tratando de no ser escuchada.
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No juegues Conmigo.
FanfictionCristina no soportaba a Federico, lástima que en la cama no pudiera decir lo mismo. Historia Tekila, no se permite ningún tipo de copia o adaptación sin antes mi permiso. ☄ #53 en Pareja Tekila 29/05/18 #39 en Pareja Tekila 22/07/18 #24 en César Év...