•2.Los celos de Cristina.

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La llamada de mi esposo terminó de despertarme por completo. Definitivamente como en mi sueño, esa mañana fue muy calurosa, cerca del mediodía se aproximaba una fuerte tormenta.

- Cristina, hija. - escuché llamar a Doña Consuelo de lejos, mi querida madre.

- Mamá, ¿ocurre algo? - me levanté del asiento que estaba ubicado en el jardín, por alguna razón creí que parte de Mi sueño se realizaría y aparecería Federico. Pero no fue así.

- Si hija, Diego.

- ¿Qué pasa con Diego? - camine asustada rápidamente hacia ella.

- Nada grave, tranquila. Acaba de avisar que llegará está noche a más tardar.

- ¿Está noche?. Para hoy anunciaron una fuerte tormenta. Es peligroso que regrese, los caminos de la hacienda no son de fiar mamá. - la preocupación se apoderó del corazón de Cristina, si algo llegase a pasarle a su amado Diego, no podría vivir en paz.

- Tranquila hija, el y los trabajadores vendrán con cuidado. Son personas precavidas. No te alarmes. - como siempre Doña Consuelo abrazo a su hija en señal de apoyo y transmitiendole tranquilidad. La única manera en la que Cristina podía pensar con claridad.

Y como estuvo previsto, la tarde llegó y con ella una gran tormenta. A decir verdad, temia que la feria que se realizaría en el pueblo, (donde por cierto se estarían vendiendo los plátanos cultivados en nuestra hacienda). Fuese suspendida por la inestabilidad del clima reciente, quien podría asegurar que la fuerte lluvia cesará y no volviese a surgir con más fuerza.

Gracias a Dios, la lluvia paro con las horas justas para que los puestos pudiesen acomodarse en la feria. Eso de las 19:30, todo el pueblo ya estaba listo para comprar distinta variedad de productos que allí vendían, y sobretodo para disfrutar de los espectáculos que ofrecerían como atracción para el público.

Comencé a caminar admirando los puestos, cada cosa que vendían era preciosa, muy trabajada, se notaba el esfuerzo que cada uno había puesto para el evento.
Admirando las artesanías de doña Iris, no me percaté que acababa de chocarme a alguien.

- Ay disculpe, venía distra... - voltee a ver a la persona con la cual me había chocado, no era nadie menos que él. Federico Rivero, el dueño de mis sueños más húmedos e incontables.

Me quede completamente sin habla, ver sus ojos verdes (casi grises por el clima) despertó en mi cuerpo millones de sensaciones inexplicables. ¿Qué estaba pasandome? ¡Yo era una mujer casada!. Quería a mi esposo, no podía estar soñando y deseando pertenecerle a otro hombre. Y mucho menos un hombre como Federico.

No juegues Conmigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora