Cena de amigos

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George bajó de su auto luego de haber estacionado fuera de la casa de Paul y Linda Mccartney.

Aquella última semana, Viola no había vuelto a llamar. De vez en cuando pasaba por delante del teléfono de su oficina (que era el teléfono que usaba para las llamadas relacionadas con el trabajo, ya que le había dado su tarjeta profesional), o se asomaba por la puerta a ver si alguien llamaba o dejaba un mensaje, pero no había recibido respuesta de la rubia.

Así que aquel sábado, se reunió con sus amigos después de un largo tiempo de no verse. Todos tenían sus responsabilidades, trabajo, y algunos familia también. Menos él, George era el único que aún no tenía hijos: pues su ex mujer no podía tener hijos, y ahora estando soltero y divorciado sería un trabajo difícil.

Al entrar a la casa de Paul, recibió una cálida bienvenida de parte de los dueños de la casa, quienes resultaban ser sus buenos amigos también. Y allí se encontró con las hijas de Paul, Beatrice Stella y Heather, John y Yoko, Ringo y Maureen junto a sus hijos Zak, Lee y Jason quienes jugaban corriendo con las hijas de Paul.

Los dueños de aquella gran casa guiaron a todos al patio trasero, dónde una mensa amplia con comida los esperaba a todos a la luz de las luces exteriores, y la luz de la luna.

– ¿Qué tal el nuevo curso, Geo? – preguntó Ringo mientras abría dos cervezas, para él y para Mo.

– Todo ha ido bastante bien, creo que mi manera de enseñar no ha distinguido mucho de la del profesor anterior que ellos tenían. Pero bueno, los alumnos de universidad no se pueden comparar a los de preparatoria y secundario. – soltó una risita.

– Los niños de la escuela son un dolor en el trasero. – soltó John mientras comía papas fritas de un cuenco. Linda le echó una mirada, en señal de que habían niños en la mesa y éste no pudo evitar reír. – ¿Qué? Es cierto, ¿O no George?

– A eso quería llegar... De una forma no tan explícita. – rió George. – Aquí en la universidad, la relación termina siendo más similar a la de amigos y futuros colegas, que profesor y alumnos.

– ¿No es tu primer año en la universidad, cierto? – preguntó Mo.

– No, es mi tercer año en realidad... Pero había estado dando otras materias en años anteriores. Es mi año con alumnos más grandes, por así decirlo.

– ¿Y como es eso de que la relación es más de amigos, que de alumno y profesor? –preguntó Paul interesado.

– Bueno, en la universidad hay alumnos de todas las edades. – explicó George, con su tono tranquilo al hablar. – Algunos hasta tienen mi edad, y no puedes ir, pararte enfrentede de todos con una actitud superior. Creo que he sido bastante amable y permisivo con ellos, me gusta que haya una buena relación entre nosotros: y así ninguno la pasa mal.

– Ya... ¿Entonces la gente es muy simpática allí?

George iba a responder, y al oír aquella palabra, "simpática" Viola Laurent se le vino a la mente. Sus ojos color café achinados al reír. El sonido de su risa. Su presencia...

– George ha hecho una nueva amiga, a quien se la pasa llevándola y trayendola en su auto por toda la ciudad... ¿Cierto? – lo molestó John, riendo burlón desde su asiento.

George enseguida borró su sonrisa, y le dedicó en cambio una mirada severa. Los demás lo miraron curiosos, esperando a que cuente o explique lo que John acababa de decir. Maldito el momento en que confió en John para contarle una cosa así, era obvio que lo iba a tomar en el sentido contrario.

– Y yo tengo que andar rogando que me alcances hasta mi casa, maldito tonto. – bromeó Ringo haciendo una mueca, para alivianar el ambiente. Los demás rieron.

– Estoy segura de que George es muy profesional en su trabajo, no deberían bromear con esas cosas. – interrumpió Yoko la conversación, y bebió un trago de su cerveza.

George solo le sonrió por compromiso a la mujer de su amigo, que no le caía bastante bien para ser sinceros.

– Bueno, iré por la cena. – Linda se incorporó, y sus hijas corrieron tras ella gritándole que ellas también querían ayudar a traer la cena.

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Cuando la noche finalizó, George condujo sin un destino previsto. Pero en su mente, sabía muy bien a dónde quería ir: el nuevo apartamento de Viola.

Hace una semana ella ya se había mudado a éste. Y estaba más que feliz de haberla ayudado a comprar esas cosas para su apartamento aquel día en el bazar. Días después había querido ayudarla con la mudanza, pero no quiso ser muy entrometido así que no volvió a hablarle del tema, limitándose únicamente a saludarla y preguntarle cómo estaba cada vez que la veía.

Sin embargo sabía bien cuál era la dirección, porque su amigo Dave le había pasado el dato a el interesado George Harrison. Se estacionó en la vereda de enfrente, y echó un vistazo hacia arriba. No sabía bien qué piso era, y pudo notar que algunas ventanas estaban iluminadas, otras cerradas, y otras en completa oscuridad. Suspiró recordando su nombre.

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Viola cerró el libro que estaba leyendo, cuando una gélida brisa ingresó por la ventana que estaba abierta de par en par. Se levantó frotando sus brazos del frío, aquella noche se había tornado fría de repente.

Se asomó por el edificio a admirar por última vez el bello paisaje ante ella: Liverpool de noche. Suspiró con una mirada ensoñadora, y bajó la vista a la calle casi de inmediato. Algunos autos estaban estacionados en la acera, y muy poca gente pasaba caminando a éstas altas horas de la noche.

Y entre esos autos, uno le llamo bastante la atención: un Jaguar modelo 76' negro. Frunció el ceño, qué extraño. De seguro sería de algún vecino. Prosiguió a cerrar la ventana completamente, y volvió a la cama dispuesta a dormir por fin.

I Want to Hold Your Hand | George HarrisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora