Estudio de campo

59 12 41
                                    

La noche pasada había llegado bastante tarde a la posada, lo recibió la pareja de casados muy preocupados por él, pero evitó todas sus preguntas excusándose con que estaba muy cansado para hablar de eso y que mañana se los contaría. Simplemente se limitó a entregarles su dinero.

A la mañana siguiente por la discusión del día anterior que se mantenía fresca como pared recién pintada el ambiente era incómodo durante el desayuno, el cual tomaron todos juntos a sugerencia de Koshi y pesar de los viajeros.

— ¿Y cómo pasaron la noche? — Sawamura preguntó, tratando de cortar el pesado silencio.

— Muy bien Daichi-san, sus camas son bastante cómodas.

— Me alegra que durmiera bien — Sonrió a los chicos. — ¿Y tú Tsukishima?

— Llegué cansado, así que dormí como tronco — Se llevó un trozo de su omellete a la boca sin mirar al resto.

— ¿A dónde fuiste anoche? No hay mucho que ver en la isla si te soy sincero ― Cuestionó el peligris.

Tsukishima parecía reacio a contestar, pero sabía que si evitaba la pregunta otra vez está conversación llevaría a una discusión por su seguridad y demás, y era muy temprano para empezar con esas cosas.

— Al observatorio, me llamaron la atención las focas.

Hinata y Kageyama voltearon a verlo con brillo en sus ojos, sabía que había cavado su propia tumba; los Sawamura se miraron entre si con una expresión de sorpresa.

— ¿Hay focas? — Shoyo sonrió emocionado, preguntando en donde las había visto y si los podía llevar a verlas, Tobio detrás de él asentía con el mismo entusiasmo.

— No es época para que haya focas en la costa — Koishi mencionó, bebiendo un poco de jugo.

— Lo sé, son pocas, tal vez se separaron de su familia.

— O sea, que están perdidas — Adivinó Kageyama.

— Sí, pero no sé preocupen, ellas siempre encuentran su camino — Daichi se levantó, levantó los platos de los que habían terminado ya y se dirigió a la cocina a lavarlos, siendo seguido por su esposo.

Tsukishima vio un poco de familiaridad y nostalgia en las palabras del albino, o quizás sólo estaba enloqueciendo.
Miró a su izquierda con molestia al sentir un tirón.

Era Kageyama, que jalaba de su playera.

— Entonces ¿nos llevaras a ver a las focas?

Hay veces en la vida que puedes escoger no ser un pedazo de mierda.

— No, pierdanse — Escupió con desagrado.

Kei siempre escoge serlo.

Pero no tuvo más remedio que llevarlos a ambos, los dueños de la posada insistieron en que dieran una vuelta y los otros dos lo arrastraron hacia fuera, ahora recorría las calles viendo a los habitantes de la isla.

Era notoria la diferencia de movimiento en la noche y en el día. Ahora habían muchas personas caminando, puestos de comida o tiendas abiertas, gente charlando y a lo lejos si entrecerraba un poco los ojos podía ver a los barcos pesqueros sobre las olas; la gente era la vida de esta isla.

— ¿Por qué Koshi-san dice que no suelen haber focas en esta época? — Pero los chicos no podían callarse la boca.

— Las focas sólo vienen en primavera, cuando es su época de reproducción.

— Ohh, Kei eres un nerd — Las risillas del mayor lo hicieron enojar. Frunció su seño ante el apodo y volteó furiosamente.

— Es conocimiento básico, idiota.

SelkieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora