Maletas llenas, bolsillos vacíos

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Después de once horas de aplastar su trasero en los asientos del avión, conversaciones incómodas con su compañero de asiento que pasaba por un divorcio y de que el de cabello oscuro se llevara discretamente bolsas de snacks del carrito estaban esperando a sus maletas frente a la cinta de movimiento continuo.

— ¿Encuentras un hotel cercano? — Shoyo se asomaba para observar el celular de su pareja por encima de su hombro.

— Solo hay dos posadas en la isla y una de ellas no parece ser muy recomendable — Seguido de eso, se deslizó para consultar la dirección de la posada que era más conveniente.

— Teuri no es un lugar muy visitado, tiene dos observatorios que son su mayor atracción y parece ser más un recinto de animales que otra cosa — Se expresó el universitario con su usual sequedad.

— ¿Cómo sabes eso? — Shoyo parecía sorprendido por el repentino conocimiento de su amigo.

— Leí un poco sobre isla en el avión, al contrario de ustedes dos si me preocupa en donde aterrizamos — Rodó sus ojos con molestia.

Antes de que Hinata pudiera discutir, ya corría junto a su pajera por la maleta que se alejaba por la cinta mecánica.

Luego de una exitosa cacería de maletas salían del aeropuerto y subían a un taxi, pidiendo ser llevados hasta la posada, sin más retrasos los dejó en su destino, cobró y arrancó, dejándolos solos frente al edificio con aspecto rústico, una vez den...

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Luego de una exitosa cacería de maletas salían del aeropuerto y subían a un taxi, pidiendo ser llevados hasta la posada, sin más retrasos los dejó en su destino, cobró y arrancó, dejándolos solos frente al edificio con aspecto rústico, una vez dentro se permitió admirar; estructura acogedora, algunos cuadros del mar como decoración, buena iluminación, al entrar lo primero que encontrabas era un comedor, que no podría ser un restaurante por falta de espacio pero parecía decente y cada mesa contaba con su propio arreglo de flores. Hinata saludó a la pareja de ancianos que eran los únicos comiendo ahí y se dirigió a la pequeña recepción que era atendida por un joven que daba la espalda a la entrada, parecía estar ocupado.

— ¡Hola! — El jugador de MSBY corrió hacia él, alargó la "o" y sonrió alegremente, llamando la atención del contrario. — Queremos pedir unas habitaciones, por favor.

Al darse la vuelta fueron inevitables las miradas del trío. Era de baja estatura pero tenía una figura esbelta que lo agraciaba, su cabello era grisaseo que con la luz que entraba por las ventanas parecía plateado, su piel era lechosa, tenía unos brillantes ojos marrones, con un lunar bajo uno de ellos y una sonrisa gentil. Era muy apuesto.

— Buenas tardes ¿habitación para tres? — Y cómo si supiera de sus encantos sonrió aún más dulcemente, pero no lo suficiente para hacer bajar la guardia de Kei.

— Dos habitaciones, una con cama matrimonial y la otra con una individual — Fue el único en responder pues los otros dos parecían pescados abriendo y cerrando la boca sin hablar.

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