A la deriva

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Pasaron dos días, dos jodidos días en que el clima no daba lugar a prácticamente nada. Se la habían pasado encerrados en la posada, las lluvias no paraban y no se veían indicios de que fuera a dar tregua.
Habían intentado pasar el tiempo limpiando y jugando juegos de mesa, pero esto ya era ridículo.

― ¡Bakayama, estás haciendo trampa!

― ¡Tu eres el que no sabe jugar!

Daichi trataba de calmar a ambos, jugar Monopoly no había sido su más brillante idea, pero al menos el resto no peleaba.

― Cariño ¿te robaste mis billetes? ― Había hablado muy pronto, ahora Suga lo miraba con ojos abandonados por toda clase piedad.

Esa tarde fue especialmente ruidosa, cabe decir que por poco ocurre un divorcio. Mientras, Tsukishima guardaba sus billetes recién adquiridos.

Siendo el tiempo en conjunto un completo fracaso, cada quien se dispersó por el edificio. La pareja más joven habían decidido tomar un baño por turnos, Hinata esperaba en el pasillo viendo su celular sentado sobre su toalla y la otra estaba limpiando la alacena, que sin nada que hacer se les acababan las cosas por limpiar y organizar.

Tsukishima por otro lado, estaba en su habitación, revisando las notas en su celular y transcribiéndolas a su computadora, agregando más información en el proceso, además de recordando detalles. Su curiosidad no paraba, al igual que el agua, pero podía escuchar como las gotas disminuían poco a poco, si tenía un poco de suerte quizás esa tarde podría volver a visitar a las focas antes de regresar a Miyagi.

Y cómo si sus plegarias fueran escuchadas, la lluvia se disipó. Tomando un rompe-vientos y su celular bajó corriendo las escaleras, no sabía cuánto duraría le duraría el tiempo con Sol.

― Oye, oye ¿a dónde vas? ― Justo cuando estaba a punto de cruzar la puerta, la mano callosa de Sawamura lo detuvo.

― Al observatorio, no tardaré.

― Eso mismo dijiste las dos veces pasadas ¿no has escuchado la radio? Predicen que el tifón se acercará a la isla, si tardas mucho podrías quedar atascado a mitad de la lluvia.

Tsukishima rodó los ojos y le dio una mirada firme, pero comprensiva.

― No tardaré.

Y sin escuchar una palabra más, corrió hacia la costa.

Hacía mucho que no corría de esa manera, sinceramente ni siquiera sabía la razón de su desesperación por llegar al observatorio; Las calles eran resbalosas y la gente apenas empezaba a salir de sus casas y negocios, estuvo a punto de caer varias veces.

A mitad de su maratón, su celular vibró.
Se detuvo en seco para sacarlo de su bolsillo trasero, el nombre brillaba por la luz artificial: "Madre". Se tomó un par de segundos para calmar su respiración antes de contestar y una vez que no sonaba tan agitado atendió la llamada.

― ¿Má? ― Puso su mano en su boca tratando de aminorar sus jadeos. Dios mío, tenía que hacer más ejercicio.

¡Cariño, me tenía preocupada! ¿Por qué no contestas tus llamadas?

Lo siento, Hinata perdió mi cargador, a penas en la mañana pude encenderlo ― Suspiró al recordar que Hinata había escondido su cargador en el refrigerador.

¿Cómo la estás pasando? ¿Has comido bien? Porque te conozco y prácticamente te tengo que meter la comida a la boca ― En la otra línea, su hermano se reía por lo dicho por su madre.

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