18. Resolución

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Observó con ira los cuerpos inertes de sus compañeros, todos tirados en el suelo como si no fueran más que simples objetos. Apretó los dientes y mordió levemente su labio inferior en un fútil intento por calmar la ira que crecía dentro de su cuerpo. ¿Por qué de todos los chamanes, fue él quien se quedó allí? ¿Por qué de todos los que podían luchar, él no lo hizo? Fue relegado a quedarse en la escuela esperando a su fatídico final. Mientras Naruto, Gojo-sensei, Inumaki y Panda peleaban en Shinjuku, él y Maki fueron dejados atrás sin más, como si no sirvieran para nada. Y al final el jefe final, el boss había aparecido delante de ellos en un movimiento perfecto.

Movió sus ojos hacia la inconsciente figura de Maki. Luego pasó sus ojos hacia Inumaki y Panda, también inconscientes. Finalmente miró la erguida y poderosa figura de Geto Suguru. El hombre estaba parado justo en medio de sus compañeros, con los brazos cruzados y metiendo cada mano en la manga del brazo contrario. Petulante, una sonrisa estaba presente en sus labios mientras lo miraba, como si nadie pudiera detenerle, como si nadie pudiera vencerle ahora. Y, de cierta manera, tenía completamente la razón.

Él, Okkotsu Yuta, no tenía acceso completo al poder de su maldición: Rika. Si bien ella era conocida como la Reina de las Maldiciones, él no fue un chamán hasta hacía unos meses, dejándolo hasta entonces con un terror completo cuando alguien salía lastimado por su compañera muerta. Por ende, no podía acceder al total poder de su técnica maldita hasta poder desenredar todos los nudos, o eso fue lo que Gojo Satoru le mencionó tras unirse.

Apretó fuertemente la mano sobre su espada. Aquella espada se la había dado Maki cuando comenzaron a entrenar; la misma Maki que ahora estaba tirada en el suelo, con sangre escurriendo por su mentón y completamente fuera de juego.

Dejó a un lado los pensamientos sobre Rika. No podía pensar en ella ahora. No había podido controlar completamente el poder de su maldición, pero tenía que hacer algo para detener a aquel hombre que lo miraba con insana diversión.

—¿Y bien, Yuta? No puedo esperar todo el tiempo solamente para que te decidas a hacer algo que debiste hacer tiempo atrás—Geto dijo, infundiendo poder en su voz. Él sabía que no era alguien como Gojo; pero eso era algo que Okkotsu desconocía completamente. No sería como Gojo, pero había alcanzado el poder por derecho propio—. Decídete de una vez, chico. Dame a Rika y tus amigos no sufrirán más por tu cobardía y falta de juicio.

Sintió como aquellas palabras entraban en su mente y comenzaban a reproducirse en bucle. ¿Entregar a Rika? ¿Darle a Rika? ¿A ese tipo? Aferró con fuerza la katana en su mano y miro a los pies de Geto Suguru: Inumaki, Panda y Maki estaban completamente inconscientes, con heridas leves y respirando. Los tres aún estaban vivos y eso lo calmaba parcialmente. Ninguno de ellos había muerto, pero si sufrieron algunas lesiones.

―...

―Okkotsu―Geto dejó la tranquilidad a un lado. Miró al muchacho por unos segundos antes de suspirar y dibujar una delicada sonrisa en sus labios delgados―. Dame a Rika y nadie más sufrirá―señaló a las maldiciones que lo acompañaban―. Nadie...

Wish

Veloz, un proyectil atravesó el aire en un segundo y se clavó en el suelo, justo entre Geto y Okkotsu. Un bastón metálico había atravesado la cabeza de una maldición y la mantenía clavada en el lugar. Los ojos de Yuta se abrieron al descubrir de quien era ese bastón.

Tap Tap Tap

Pasos calmados resonaron detrás de Geto. Ambos, Geto y Okkotsu, miraron hacia la persona que interrumpía su conversación. Yuta abrió los ojos y sintió una calma por todo su cuerpo, mientras que Geto entrecerró sus ojos y apretó los labios, aguantando la ira creciente dentro de él.

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