13.Promesa

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Nuevamente estaba allí, de pie, mirando con sus ojos azules como la pelota comenzaba a descender antes de que levantar la mano para atraparla y volverla a lanzar hacia el cielo despejado. Era primavera y el sol finalmente estaba predominando en el cielo. Desde el lado derecho de la puerta, podía oír como los alumnos salían, conversando entre sí, y como los ligeros piares de los pájaros eran completamente enmudecidos por el continuo sonido de las voces adolescentes. Ya había pasado un año y dos meses desde que estuvo en aquella misma posición, esperando a la misma persona y haciendo la misma acción.

Envolvió los dedos alrededor de la pelota y giró la cabeza cuando oyó un ligero murmullo que se fue convirtiendo más en una voz; una voz llena de energía, bondad y cariño que él había llegado a apreciar y poco después a necesitar.

En aquellos trescientos sesenta y cinco días que había estado en un bosque, rodeado de maldiciones y siendo perseguido por una sanguinaria hechicera, también tuvo ciertos huecos para mantener ligeras conversaciones con la chica que ahora caminaba hacia él con pasos lentos, segundos y una sonrisa adornando su rostro.

Aunque fuera un simple mensaje. Aunque fuera un solo emoticono. Él había estado dispuesto a mandar solamente una letra con solo poder recibir lo mismo de Fushiguro Tsumiki.

La chica no había cambiado, no a sus ojos. Bella, sonriente, con el cabello castaño atado en una coleta alta que dejaba todo su rostro a la vista, Tsumiki seguía siendo una de las chicas más guapas que él había conocido. También era la chica a la que él había entregado su primer beso y con quien él había sido mucho más frágil. Su padrino Gojo Satoru también lo vio en un momento demasiado vulnerable, pero no fue tanto como cuando lo vio Tsumiki. Ella era una chica y, hasta el momento, había sido la única después de su madre con quien él se había sincerado y había llorado.

Vio como Tsumiki se detenía a escasos centímetros de él y alzaba la cabeza. Había superado a la chica por varios centímetros y su cabeza sobresalía por encima de la suya.

Sintió como sus músculos se estiraban. Estaba sonriendo, o un intento de ello.

—Hola.

—Hola.

Ambos, con torpeza, se saludaron. Él rio levemente, intentando ocultar el nerviosismo que había salido en su voz en forma de un saludo torpe, llegando casi a ser un pequeño susurro. Ella por su lado, bajó el rostro ocultando el ligero sonrojo de su rostro. Esto no era tan fácil con todo el tiempo que pasaron hablando por teléfono y el que pasaron alejados físicamente el uno del otro.

—¿Cómo estás? Tendría que haber ido directamente a casa, para hablar con Gojo; pero...pero me tomé el atrevimiento de venir por ti nuevamente, Tsumiki—susurró con palabras solo audibles para ella. Podía ver a otras chicas señalándolos y riéndose levemente. Por lo que dedujo, eran las amigas y compañeras de Tsumiki—. Espero no haber hecho algo mal...

—No, no—ella negó velozmente. Calló por unos segundos y pensó las siguientes palabras. Sentía sus mejillas arder y hacer lo que había planeado no estaba siendo fácil. Trabajó bastante para lograr hablar con Naruto de aquel beso que habían compartido y de aquellas palabras que no se habían dicho.

Tsumiki meneó ligeramente la cabeza. Había decidido, durante todo aquel año, que le confesaría a Naruto sus sentimientos por él. Entonces, ¿por qué estaba resultando difícil? Había logrado entender al chico mejor que Gojo o su hermano Megumi, con quienes Naruto casi no parecía relacionarse hasta hacía poco, según su propio hermano. Si ya lo conocía, ¿por qué no podía solamente decirle lo que quería decirle? Las palabras no salían de su boca y apenas si podía escuchar algo que no fuera un bombeo constante...

OnmyojiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora