Las sonrisas eran la representación de las personas. Representaban sus sentimientos, sus pensamientos, lo que harían o lo que podrían hacer aun cuando su postura no indicara nada más. Las sonrisas estaban siempre presentes, en cada persona. Las había formales, ligeras, alegres, tristes, de pega...cada una de ella haciendo una representación completa de lo que una persona podía estar sintiendo. Cuando alguien veía a otra persona sonreír, debía estudiar lo que la sonrisa representaba. Esta podía darle la pista a la otra persona para que la pudiera ayudar, para que la pudiera salvar de su sufrimiento. Muchas personas, muchos niños ocultaban su sufrimiento en una sonrisa dura que nadie borraría y a la que los adultos no darían demasiada importancia. Pasarían de la sonrisa de los niños y estos solamente la verían como sonrisas alegres, aunque estuvieran ocultando un fuerte dolor.
Trump
Apretó las manos. Agachando la cabeza, miró hacia el suelo con sus ojos anegados en lágrimas. Estas ya estaban cayendo por sus mejillas, goteando hacia el suelo como si fueran gotas de lluvia, desapareciendo a los pocos segundos. En su mente, presente como un brillo constante, la sonrisa de su padre estaba presente con fuerza, como si la estuviera viendo frente a él, sin importar a donde estuviera mirando.
¿Por qué?
Dos horas. Había estado dos horas allí sentado, en un banco de piedra blanca, mirando sus pies cubiertos por unas deportivas blanca viendo pasar a los pacientes, enfermeros y doctores del hospital. Recientemente, justamente hacía dos horas, su madre había terminado entregando su vida al dios de la muerte. Finalmente, tras años de agonía, ella había llegado al descanso final dejando escapar un suspiro final, dejándole unas últimas palabras y una carta que estaba a su izquierda, metida en un enorme sobre con el sello familiar, aquel remolino rojizo que giraba de izquierda a derecha, como las manecillas de un reloj.
No tenía las fuerzas para leerla. Su mente tampoco estaba bien actualmente para enfrentar las palabras, últimas, de su madre. No sabía que era lo que había en aquella carta y dudaba demasiado de que pudiera tomarla en un tiempo demasiado cercano. El recuerdo estaba fresco. Podía verla allí, tirada en la cama, cubierta por una sábana fina blanca con las manos cruzadas sobre su pecho, con los ojos cerrados. Incluso recordaba como las enfermeras entraron y taparon el rostro de su madre con la misma sábana.
¡¿Por qué?!
Su estómago estaba gruñendo. Podía oírlo. La bilis estaba subiendo por su garganta. No sabía con certeza si podría mantenerse completo nuevamente. Sentía como su corazón golpeaba, martilleaba completamente contra su pecho. El aire comenzó a faltarle. Los pulmones parecieron encogerse o él lo sintió de ese modo...
Frush
Abrió los ojos cuando finalmente pudo suspirar. Estaba sudando. Las gotas gruesas y pegajosas escurrían por su rostro, cayendo junto a sus lágrimas contra el suelo. Respiraba agitadamente, como si el aire le hubiera sido robado y su pecho parecía apretarse con cada nueva respiración,
¡¿POR QUÉ?!
―Si sigues aguantando el aire, podría darte un infarto o un desmayo. Incluso oigo tu corazón martillear.
Con aquella voz llenando su oído izquierdo, abrió la boca completamente. Si, había estado manteniendo el aire completamente. Cuando el extraño se lo señaló, él pudo volver a centrarse en respirar como una persona normal. Nuevamente respirando, pudo notar como su cabeza dejó de palpitar y como su corazón volvía a bombear a un ritmo normal.
Tragando saliva, movió un poco la cabeza hacia la izquierda, hacia el lugar de donde había venido aquella voz calmada y tranquila que ciertamente le resultaba un poco familiar.
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Onmyoji
Hayran KurguUn mundo lleno de seres sobrenaturales. Hechiceros que los combaten. Uzumaki Naruto, un simple adolescente más, descubre tras la muerte de su madre que no todo es lo que parece. Con el paso del tiempo, su pasado y su presente se superponen, descubr...