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Mi madre se fue esa misma tarde, el trabajo le había otorgado unas semanas por duelo, su destino era su ciudad natal allí vive mi abuela y una tía, la única familia que le queda, supongo que va para contarles lo que me paso, asimilarlo y pensar en su futuro de ahora en adelante. Siempre me decía que solo estaba en Tokio para que yo pudiera acceder a mejores oportunidades, ahora las cosas cambiaran, al menos para ella.  

Chifuyu la acompaño en todo momento, desde que dejaron el salón, luego en el santuario y por último en el edificio, no se alejo hasta que ella tomo un taxi con destino a la estación. En primera instancia decidí acompañarla, pero mientras esperaba el tren pude ver como sus ojos estaban ahora vacíos, carentes de brillo, justo como los de Mikey, y luego las lágrimas, tan tortuosas y silenciosas, no había escandalo como la noche anterior. Justo en ese momento lo supe, no quería acompañarla, no cuando sabía que lo único que habría era ese llanto, producido por mi culpa y que no puedo parar. La vi limpiarse con el dorso y abordar, sin mirar atrás en ningún momento.

Tome el camino largo, donde las calles eran extrañamente vacías y cada tanto había un parque. La verdad no sabía a donde ir, pues ya no tengo un lugar en este mundo. Sin embargo, volver a mi casa sonaba tentador, una especie de venganza contra mi mismo; un espacio donde cada cosa evoca un recuerdo, donde todo tiene un significado. Sino iba a torturarme la cabeza yendo con mi madre, entonces debía hacerlo en la comodidad de mi cuarto.

Cuando ya iba llegando alguien me hizo frenar el paso, en el parque al lado del edificio estaba él. Balanceándose suavemente en un columpio, con su traje negro y la cabeza hacia abajo, pateando una que otra piedra, tal vez para tomar impulso o solo para distraerse. No sabía porque, pero quería seguirlo, bueno en realidad sí entiendo esa especie de imán que me atrae a él, después de todo es normal querer estar cerca de la persona que me gusta. Ya tenía una especie de propósito, por ahora; permanecer junto a Chifuyu.

Me senté en el columpio del lado, a esperar. No quería, ni podía, interrumpir sus divagaciones, además ya estaba bastante acostumbrado a eso, Chifuyu se quedaba mirando a un punto por un buen rato, pensando en quien sabe que cosas y yo solo hacía lo que hago ahora, contemplarlo en silencio. Mire al frente mientras me aseguraba que podía hacerlo por horas, admirar al chico que me causaba todo tipo emociones, sí, perdería días enteros haciéndolo.

“Deje de mirarme tanto, Baji-san” 

Gire mi cabeza tan rápido que hasta pude sentir un leve mareo, mierda, mierda, mierda, lo había escuchado claramente, me llene de emoción ¿era posible? Creí que me encontraría con la cara de Chifuyu, él me daría esa típica mirada acusadora con un puchero, la misma que hacía cuando me descubría observándolo por encima de lo que se entendía como normal. Pero no paso, el cálido ambiente, que yo había formado a base de ilusiones, volvió a ser gélido e insípido al darme cuenta de que el columpio a mi lado ahora estaba vacío, Chifuyu ya llevaba un tramo recorrido y eso que iba bastante lento.

Me levante con rabia, esta se vio reflejada cuando empecé a patear la tierra y a jalarme el cabello, era tan estúpido ¿Cuándo podría entenderlo? ¿Cuántas veces tendría que sufrirlo? ¿Cuánta desesperanza debía soportar para aceptarlo? ¿Por qué no me bastaba con lo de este día? Fue una prueba más que suficiente y aún así me gire con los ojos de cachorro esperando que los ojos de Chifuyu estuvieran sobre mí. Quería quemar algún auto o golpear a un tipo cualquiera, así entraría en razón, pero no podía, porque mis acciones no se ven reflejadas, eso solo causo más sentimiento de impotencia. Tome aire un par de veces mientras seguía a Chifuyu, no debía centrarme tanto en mi nulo aporte al mundo, o sino acabaría loco y joder no llevo ni dos días en este estado.

No paso nada relevante antes de llegar al apartamento, como el parque era cerca de camino no nos encontramos a nadie. Ya en el edificio pude ver como algunos vecinos evadían, o se escondían del rubio, era obvio que el chisme se había esparcido como humo, Chifuyu pareció ignorarlos.

Fuyu, necesitamos hablar. – Dijo la señora Matsuno, apenas Chifuyu cerró la puerta de la entrada. – Mi amor, sé que las cosas no son nada fáciles, pero es justo que tengamos una conversación al respecto. Vamos, no me ignores.

Ma no quiero, no ahora, necesito tiempo. – La voz de Chifuyu estaba ronca y salía entre cortada, parecía que en cualquier momento en vez de palabras le empezarían a salir sollozos.

Esta bien, recuerda que estaré siempre aquí, para lo que sea. Por favor no guardes lo que sientes, no me mientas respecto a tus sentimientos, te conozco y tienes esa mala costumbre. – La señora lo aprisionó en un abrazo, intentando transmitirle todo el apoyo y amor incondicional que le tenía.

Estaré en mi cuarto. – Respondió Chifuyu después de que su madre se separó.

Yo me mantuve de espectador, viendo la escena como si de una novela se tratara. Fui detrás de Chifuyu, cuando entramos a su cuarto nos encontramos con Peke J envuelto en una manta, sobre la destendida cama. Vi como tomaba al gato en brazos y lo abrazaba, luego lo dejo en el pasillo y soltó un “Peke no quiero que me veas así, ve con mi mamá por ahora” para después cerrarle la puerta y quedar “solo” en la habitación.

Sabía lo que pasaría a continuación, así que tome asiento en la única silla de la habitación. Frente a mi Chifuyu permaneció inmóvil por unos minutos, hasta que rápidamente se quito la chaqueta de su traje y la tiro por ahí, luego se sentó en la cama y como hace un rato en los columpios su mirada se mantuvo en sus pies, la diferencia fue que ahora gotas mojaban el piso. Chifuyu se recostó en la cama, cada tanto pasaba las manos por su cara, intentando limpiar las lágrimas que caían como las lluvias de agosto, en algún momento dejo de hacerlo también dejo de ocultar sus suaves sollozos. 

Chifuyu era un mar de lágrimas, dolor y desconsuelo.

Yo solo lo miraba, porque no podía hacer nada más, limpiando mi propio llanto de vez en cuando.

InvisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora