cinco

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Sus ojitos se abren cuando el brillo de la mañana le obligan a hacerlo. En su intento de terminar por despertarse, las nubes se amontonan y es entonces cuando Park intenta darle nombre y figura desde su lugar. 

Mira en el cielo como una bandada de aves le presumen su hermosa libertad, llevándose a cuestionar si el plan que tiene en mente lo llevará a la redención o a la perdición. Las únicas dos opciones, no había más. Todo podía ir de maravilla, el general podría terminar por aceptar su realidad o bien, Lee podría mandarlo sin conjeturas a la sala de ejecución por ser un hombre provocador, insolente, pretencioso y mentiroso.

Cuando quiere tomar asiento sobre el pasto, ve sus manos atadas en esposas de espinas. Un remedio eficaz para no incentivarlo a escapar mientras se encontraba a solas. Sigue en el mismo lugar de la noche anterior, a unos cuantos pasos del árbol que les brindaba camuflaje. Se pregunta dónde se encuentra el alfa, los recuerdos de su estancia en el horroroso lugar llegan a él. Y justamente cuando gira su cabeza, lo ve acercarse con una canasta de tejido. Supone que debe traer el desayuno que se ve obligado a tomar en su compañía.

Observa como el hombre frente a sus ojos desmonta todo un buffet. Cantando para sí mismo, murmurando inentendibles palabras que le resultaba difícil descifrar. No le ha dedicado una sola mirada, aquel rápido se pone unos guantes que evitan el contacto de sus pieles cuando le desata las esposas. Recordándole que él ahí, era un simple rehén más. 

Separa la repartición de comida en porciones justas. El alfa y el omega comen en silencio, sólo sus oídos se llenan con el mascar. 

Ve una marca en su cuello, cierra sus ojos con pena y no evita echarse a reír a carcajadas cuando piensa bien las cosas. Ese alfa ya era de alguien más, tenía la marca de pertenencia en su tostada piel canela. Su lobo le habría mentido con la intención de pensar en una posible libertad.

Se siente vulnerable, con un corazón que amenaza con romperse aún cuando su rostro mostraba una hermosa sonrisa parecida a la de un inocente conejo. Conejo que ha sido capturado.

Una aperlada lágrima desfila por su mejilla, no sabe si es de tristeza o de alegría. Quiere regañar a su lobo, todo ha sido su culpa.

El alfa que actúa en solitario, se encarga de rápido secar aquella lágrima. Se siente agradecido que la chispa no vuelve a encenderse, que su lobo aún está dormido y que él ahora puede hacerse cargo del prisionero.

ㅡ¿El kimchi es demasiado picante? ㅡchista entregándole una sonrisa, SungHoon ve aquello forzado y remueve su cabeza. ㅡ¿Hice algo malo?

El hombre lo miraba con una sonrisa un tanto extraña, entrecerrando sus ojos y llevándose un bocado más a la boca. Un silencio incómodo se forma entre los dos cuando Park decide no darle respuesta a las preguntas sin interés que el mayor le otorgaba.

ㅡNo puedo... ㅡya no puede contener más las lágrimas que ruedan por sus macilentas mejillas. 

HeeSeung no puede odiarse más, lo menos que quería era que el lobo despertara pero SungHoon no sabía hacer otra cosa más que dramatizar todo lo que sucedía. Siempre lloraba o pedía ayuda, Hoon siempre se mostraba débil ante él sin siquiera habérselo permitirlo.

ㅡ¿Qué he hecho mal? ㅡvuelve en un sollozo más escandaloso, cubre su rostro con la gabardina ㅡ¿Quién dijo que yo quería ser un estúpido omega? ¿Creen que no prefiero morir en su lugar? ㅡLee tiene miedo de acercarse, su pecho se está agitando.

ㅡ¿Qué pasa ahora? ¿La comida no es de tu agrado? ㅡrechina sus dientes, silenciosamente saca una bolsa con galletas recién horneadas. Tarda un poco en abrir el paquete pero extiende su mano para entregarles unas cuantas al omega ㅡNo me gusta compartir, ㅡadmite en una risa silenciosa ㅡpero las galletas de mi madre siempre me ayudan a sentirme en casa. 

ʿʿ ámame, después mátame ʾʾ  heehoon︕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora