⋆⌘⋆ extraño acercamiento

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—Hoy mis padres irán a cenar a tu casa, Yibo. —comentó el alfa menor. —Así que, para ahorrar tiempo, iré contigo y los esperaré allá.

—De acuerdo, total, solo comeré y me iré a dormir. —se encogió de hombros despreocupado, caminando sin destino alguno debido a que ya había terminado de alimentarse en la cafetería.

—Ya faltan menos de dos minutos para que acabe el receso. —avisó mientras miraba la hora en su reloj digital de muñeca. —Nos vemos a la salida.

—¿Qué? ¿Piensas entrar puntual? —bufó con aburrimiento. —No es necesario que controles el tiempo, Yubin.

—Una vida con orden y disciplina es mucho mejor. —contestó positivamente, haciendo que el castaño rodara los ojos con hastío.

—Ahg, sí. Ya, mejor anda que sería fatal para ti ir tres segundos tarde. —ironizó, empujándolo levemente por la espalda hasta que empezara a caminar.

—¡Está bien, te espero a la salida!

Yibo apretó sus puños, no era necesario que su primo gritara cuando estaban a unos metros de distancia.

—Sí, ok. Adiós.

Los jóvenes a su alrededor, simplemente lo miraban expectantes, nunca se sabía cuándo el alfa empezaría una pelea por simples cosas que ni al caso venían.

El castaño siguió caminando, sacando su celular del bolsillo e importándole muy poco que el rector de disciplina pudiera verlo. Además, ya conocía su salón, así que solo tendía que avanzar casualmente.

Su llegada hubiera sido tranquila de no ser porque el omega -que menos quería ver por ahora- chocó accidentalmente contra su pecho, sintiendo a la vez como este golpeó inconscientemente su abdomen con el grueso libro que llevaba entre sus manos.

Retuvo un gruñido de fastidio, viendo el rostro del más bajo. Zhan hizo un mohín y agradeció a su suerte el no haber estado demasiado cerca del rostro contrario. Sería algo desagradable.

—Creo que esos ojos te pueden servir de algo. —dio dos pasos adelante, haciendo por inercia que el otro retrocediera. —Fíjate por dónde andas, Xiao.

—Yo no pedí que hablaras, así que cállate o llamaré al rector para que te decomise el celular. —lo enfrentó ariscamente aunque no se viera tan amenazante.

—No te atreverías a...

—¿Interrumpo algo? —la voz de la maestra del curso correspondiente, se interpuso en ambos jóvenes.

—No, profesora Zhang. —la voz neutra del pelinegro cambió a una más dulce, haciendo una reverencia y adentrándose al aula.

Wang Yibo frunció el ceño mientras lo veía alejarse totalmente campante y tranquilo, ese omega siempre quedaba como lo mejor del mundo ante todos.

—A su asiento Wang, lo tengo vigilado.

El aludido desordenó su cabello y sin muestra de alguna pena o lamento, avanzó con pasos ruidosos y constantes.

—Muy bien, chicos. Saquen el libro de actividades.

El alfa castaño estaba sentado de una manera poco educada, viendo fijamente como Zhan hablaba con uno de sus amigos, tan brillante e inteligente para el alumnado. No le caía ni un poco, el omega era un disgusto más a su lista.

Zhan se había despedido ya de Cheng y los demás, viendo de reojo que el rector Huang le avisaba que su hora de tortura empezaba

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Zhan se había despedido ya de Cheng y los demás, viendo de reojo que el rector Huang le avisaba que su hora de tortura empezaba. Sin embargo, no fue tan malo luego de escuchar los quejidos y reclamos que Yibo daba por haberse olvidado de la sanción mútua que tenían. Evitó reír ante lo ajeno y avanzó primero, llegando al aula de primer grado con los implementos de limpieza.

Soltó un suspiro al saber que su tarde sería agotadora y sacó lo necesario para asear las carpetas. No estaría haciendo nada de eso de no ser por aquel alfa bobo y bruto.

—No creas que no te vi, Xiao. —el mencionado dio un pequeño salto, la rasposa y odiosa voz de Wang había hecho eco.

—No sé de qué hablas.

—No te hagas el tonto, estabas burlándote de mí.

—¿Y qué? Deja de ser infantil y ponte a limpiar.

—Tú no eres nadie para darme órdenes. —botó la escoba y se cruzó de brazos.

—Entonces no me dirijas la palabra, si no quieres limpiar pues allá tú, te quedarás má tiempo aquí.

Yibo mordió su labio inferior, odiando que el pelinegro tuviera la estúpida razón. Resopló fuertemente y recogió la escoba. Ahg, era tan denigrante para su ego hacer eso.

—Ah, por cierto, traje algunos libros para que te los lleves a tu casa y leas sobre el trabajo de investigación que nos toca. —detuvo sus acciones y rebuscó lo mencionado en su mochila. —Son solo tres, dudo que tengas algo de conocimiento al respecto así que te hice el favor.

—No leeré ni una mierda.

—Lo tienes que hacer o reprobaremos el curso. No pienso dejarlo así.

—Y a mí no me importa.

—¡Ya basta! —exclamó cansado. —Aquí no eres solo tú. —lo miró fijamente pero sin atreverse a avanzar. —Tuve está sanción y este trabajo por tu culpa, porque creas discusiones y peleas absurdas por ser tan maleducado. No todo gira a tu alrededor.

—Tampoco el tuyo, maldita sea. —está vez sí le gruñó, acercándose al omega para tirar los libros con brusquedad y haciéndole temblar. — No haré nada de esa estupidez, tú me provocaste así que si no quieres decepcionar a tus queridos profesores pues lo haces tú. —sus pasos iban acorralando cada vez más a Zhan, dejándolo contra la pared y un leve temor de salir lastimado. Pero vamos, él no lo mostraría tan fácilmente.

—No soy un idiota, no lo haré todo por ti así que es mejor que vayas haciéndote la idea de que estudiarás. —lo empujó débilmente, el fuerte aroma del alfa indicaba lo muy enojado que estaba.

—Deja de querer hacer todo a la perfección. — lo tomó por los hombros, haciendo que la espalda contraria tocara abruptamente la fría pared. —Me harta que te creas mejor y que todos tengan los ojos puestos sobre ti como si realmente lo fueras. —acercó peligrosamente su rostro al de Zhan, este trató de contener la respiración. —Odio esta clase de personas y no eres nadie para decirme que hacer y qué no. ¿Entiendes?

El omega lo miró directamente, no iba a caer en sumisión, odiaba que su propia naturaleza lo sea. —No, no lo hago. —intentó zafarse, pero Yibo reforzó el agarre. —No te enfoques en lo que yo haga porque a mí tampoco me caes bien, haz el trabajo y ya. —el alfa analizó visualmente, el dulce aroma a vainilla se colaba por sus fosas nasales. —No nos toparemos nunca más aunque compartamos clases. ¿Eso no es lo que quieres?

El castaño empezó a aturdirse, el aroma del omega le simpatizaba a su lobo. Pero en su mirada solo se encontraba fastidio, no dándose cuenta de la tortuosa y extraña cercanía.

—¿Yibo?

Una tercera voz resonó, una que ambos reconocieron al instante. Alzaron la mirada, encontrándose con un Yubin confundido ante la escena.

𝐁𝐀𝐃 𝐁𝐎𝐘 ₪ YiZhan [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora