⸙ 17 de Octubre ⸙

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AU. Escolar. Adolescentes. Itachi 15, Shisui 17.

❤️❤️❤️

—Creo que Izumi ha estado coqueteando conmigo.

Shisui paró en seco toda actividad del almuerzo; sus dangos quedaron a medio camino hacia su boca y sus cejas se juntaron ligeramente en una mueca de disgusto. ¿Había escuchado bien? ¿Itachi tenía una pretendiente?

—¿Por qué crees eso?

—Me ha pedido mucha ayuda con unos trabajos e insiste en que la acompañe a su casa a estudiar.

Un «¡Qué atrevida!» atravesó fugazmente por los pensamientos del rizado. Lo bueno era que Itachi estudiaba siempre en su casa y él lo acompañaba.

—Tal vez es solo tonta —soltó. La castaña era simpática, pero en ese momento había caído de su gracia.

—También intenta tocarme mucho.

—¿Tocarte?

La chica no era una persona super dulce, pero definitivamente no excesivamente cariñosa.

—Si, cosas como esta —y procedió a tomar la mano de su amigo y acariciarla en lo que retiraba la banderilla con dangos de sus dedos y se comía una bolita.

—No voy a permitir que te roben tus dangos, comadreja. —Shisui rodeó los omoplatos de su amigo haciendo un movimiento de pasitos con sus dedos hasta su hombro; si lo distraía lo suficiente, él mismo le robaría el dango que Itachi todavía no se comía.

Ante sus ojos, el otro era simplemente perfecto, una persona digna de admirar y con quién tenía el gusto particular de pasar la mayor parte de sus días; era especial, sin duda alguna. Itachi tenía ese no sé qué que le fascinaba a Shisui de manera inquieta, todavía no lo entendía, pero lo veía con las pupilas dilatadas y una sonrisa genuina en los labios cada vez que Itachi reía de sus comentarios.

Si lo pensaba bien, Itachi no rehuía de su contacto y eso le gustaba; era acogedor sentirlo cerca, como fuera. A veces con los hombros juntos en un acto de camaradería, de vez en cuando con juegos de manos infantiles, cuando se abrazaban en sus cumpleaños o después de no verse por mucho tiempo (los fines de semana, para ser exactos; el inicio de semana era especial porque era el día para abrazar a Itachi con la razón de no haberlo visto en dos días); si tenía mucha suerte, Itachi se recargaba en su hombro y le decía «consuelame, me fue mal en el examen», que nunca le iba mal, por cierto, pero el rizado lo obedecía y lo abrazaba.

Y en ese momento extraordinario, Itachi no se estaba alejando de los labios que se acercaban con un único objetivo haciendo fallas en su sistema de cabilaciones: besarlo. Si o si.

—¡Itachi-san! —y esa molesta voz interrumpió los pensamientos de Shisui. ¿Por qué tenía que llegar Izumi ahora?

Tomó el dango de las manos contrarias y usó el último pedazo del dulce para distraer su boca ansiosa. De repente tenía las mejillas encendidas y se preguntaba qué demonios acababa de pasar. ¡Itachi iba a besarlo! Haciendo el recuento de los daños emocionales a su existencia, definitivamente la comadreja se estaba acercando, él permaneció inmovil en todo momento. O eso creía.

—¡Itachi-san, me gustas! ¡Acepta ser mi novio! —Izumi se inclinó hacia adelante al tiempo que estiraba los brazos hacia el frente, sosteniendo en sus manos una carta de amor, unos chocolates y un globo rojo en forma de corazón que ante los ojos de Shisui, era una clara alusión a sus atributos femeninos, los senos. «¡Qué vulgar!» pensó.

Itachi tomó por cortesía las cosas que la chica le extendía mientras su mejor amigo la escudriñaba de arriba abajo con la mirada; el menor de los Uchihas no quería admitirlo, pero él también la juzgaba de mala manera porque apenas le dirigía un par de palabras en clases.

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