Prólogo

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Siempre tuvo entendido que las personas no eran para siempre, que los lazos que formaba en algún momento terminarían por romperse de alguna u otra forma, que la chispa no se mantendría flameante hasta el final; y a pesar de saber todo eso, aún se sentía desgarrado por la noticia que le cayó tan de repente.
Con ojos cristalinos por derrochar hilos e hilos de lágrimas releía una y otra vez aquellos papeles donde corroboraba que toda su felicidad llegaría a su fin, de sólo imaginarse cómo serían los días después de todo lo destruían más y más por dentro.

Hace 18 años.

En esa tarde de primavera, donde las flores le daban la bienvenida a la nueva estación, donde el viento calmaba las aguas de las fuentes y donde el sol te besaba con ferviente cuidado la piel se encontraron los dos. Ambos eran jóvenes, demasiado si lo podía decir con exactitud, eran torpes y no conocían los límites de todos los sentimientos que experimentaban, pero aún así, bajo aquel sicómoro donde el pequeño de ojos grandes leía con calma, llegó él.

Lo recordaba tenindo la cara rojiza por los nervios y la vergüenza, aquellos largos dedos se entrelazaban entre sí buscando la forma de no hacer tan notorio aquellos sentimientos que producían una gran barrera para tener el coraje de expresarse libremente sin ataduras, también sudaba y parecía inquieto pero el chico a raíz de todas esas señales supo cuál era la verdadera intención y sintió extremada felicidad de saber que lo que él también sentía por su acompañante no era un amor unilateral.

— Kyung, siempre he pensado que eres alguien especial para mí, lo sabes, ¿no? Eres mi complemento, mi vida estaría vacía si nunca nos hubiéramos conocido aquella tarde fresca de otoño, tú con ese cabello rojizo tan bien peinado y con la bufanda que tu mamá hizo para ti alrededor de tu cuello. Desde ese momento, cuando nos vimos a los ojos cupido me sonrió y creo que me condenó. Me condenó a amarte en silencio, pensarte en silencio, añorarte en silencio, he prometido cuidarte y hacer que esa bella sonrisa que siempre adorna tu cara jamás desaparezca, incluso si yo no soy el causante de ella. Pero no puedo seguir escondiendo esto que siento, no puedo seguir callándolo. Kyunggie, mi increíble Kyunggie, estoy enamorado de ti desde el primer momento en que te vi.

Cuando él hablaba el menor sentía una paz inmensa, su corazón se acaloró y se sacudió por todas las sensaciones que le venían de golpe.
Sonrió, sonrió con el corazón y con el alma mientras cerraba su libro a medio leer y lo miraba con un brillo inexplicable en su mirada.

— También me enamoré de ti.

Ese día se la pasaron juntos, regalándose caricias y experimentando la frescura y pureza de ese primer beso, que al principio fue un leve roce por miedo de ambas partes de hacerlo mal pero luego cualquier producto de inseguridad se desprendió, los dos pudieron disfrutar de su felicidad.

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eternal love - chansooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora