Día 4: Épocas

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La bañera había sido preparada para la señora de la casa

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La bañera había sido preparada para la señora de la casa. El vapor se condensaba en la superficie del agua y flotaba, holgazanamente, hacia el techo de piedra de la estancia. La señora Vinsmoke rompió la calma y proyectó salvajes ondas hacia los bordes de porcelana a medida que su cuerpo ocupaba el espacio que antes habían reclamado. De sus labios se escapó un ligero suspiro de placer, pero pronto recuperó el silencio absoluto que la caracterizaba en los últimos tiempos.

Siempre era mejor callar y observar.

Callar y observar hasta que la telaraña vibrase ante el peso de una nueva presa.

A pesar de todo, ella no era tan experta en aquel juego como su cuñada. Y ni falta que le hacía. Las intrigas de palacio y las opiniones ajenas sobre lo que debería hacer con su futuro eran lo bastante pesadas sobre sus hombros como para no necesitar mayores juegos.

Ella solo quería estar tranquila, aunque fuese por algunas horas al día, y olvidar cada una de las promesas que se había visto obligada a declarar por el bien de su familia. Ni siquiera por el bien de su marido.

Por muy amable y gentil que fuese, las piedras seguían siendo piedras aunque brillasen sumergidas en un charco.

—Así que hoy te has decidido por las rosas, querida...

Ante sus palabras, la criada que se mantenía en el margen de la puerta se enderezó. Quizá demasiado rápida, brusca, sobresaltadamente. Era una chiquilla, pero no se podía permitir actuar con superioridad. Al fin y al cabo, ella misma solo la sobrepasaba en tres años; en aquellos duros tiempos, las mujeres se habían visto obligadas a crecer más rápido de lo que deberían.

El trabajo, el matrimonio o el convento. Ellas no poseían otras opciones, e incluso la primera siempre se teñía de sangre, lágrimas y semen.

La servidumbre hacia un hombre —fuese este santo o no— siempre desembocaba en tragedia, humillación y silencio. Por eso había aprendido a jamás confiar en ninguno.

—Sí, mi señora. He notado que la última vez estuvo satisfecha con mi trabajo con los pétalos, por lo que estoy tratando de perfeccionar mi técnica.

La dama contuvo una sonrisa en el fondo de su mente y asintió en su lugar. Con sus ojos claros recorrió las ondas que producía el movimiento de su pecho y los pétalos escarlata que danzaban al ritmo de su respiración. Algunos capullos flotaban aún en perfecto estado y otro más estaba dibujado en su té con leche.

Su dedicación era portentosa, aunque también excesiva para un simple baño.

Si ella no fuese experta en ocultar sus cartas, suspiraría con ternura.

—Es digno de la familia Vinsmoke, aunque tampoco acepto menos de ti. Buen trabajo.

Las doncellas habían sido entrenadas para no mantener la mirada con ninguno de sus dueños y agachar la cabeza a la espera de una nueva orden, mas la alabanza pareció sacudir su cuerpo, ya que por unos instantes aquellos ojos azules tan oscuros y tan honestos se habían cruzado con los de su señora. Aunque trató de recordar sus modales, le había dado el tiempo suficiente para entender que no creía sus palabras.

Taste the revolution; One Piece Lesbian WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora